Maruja Torres gana el Nadal con una novela sobre la amistad y la memoria

La periodista y escritora Maruja Torres ganó ayer la 65ª edición del premio Nadal, dotado con 18.000 euros, con la obra Esperadme en el cielo, una novela de "fantasmas" protagonizada por la propia autora, que se reencuentra con dos amigos ya fallecidos, Terenci Moix y Manuel Vázquez Montalbán.

En este reencuentro en el más allá, los tres crean una atmósfera mágica y rinden homenaje a un tiempo pasado, mientras realizan paseos por el Raval barcelonés o el madrileño parque del Retiro. La novela será publicada por la editorial Destino.

El jurado del premio seleccionó como novela finalista El libro del amor esquivo, de Rubén Abella, novela que toma como referencia el Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita, aunque adaptado a las circunstancias del siglo XXI.

La ganadora dio las gracias al jurado "por premiar una comedia, porque incluso los Oscar casi siempre se los dan a un drama". "Los amigos Terenci y Manolo y yo nos encontramos en un cuento precioso y, en el fondo, triste, en el que ellos me dicen que tengo que vivir porque ellos ya no pueden", añadió sobre una obra en la que aparecen personajes como Peter Pan o Alicia.

Torres queda inscrita así en el exclusivo club de ganadores de los premios Nadal y Planeta. En ese reducido grupo privilegiado se encuentran también autores como José María Gironella, Luis Romero, Ana María Matute, Jesús Fernández Santos, Carlos Rojas, Rosa Regás, Lucía Etxebarria y Juan José Millás.

Aunque en su DNI dice que se llama María Dolores Torres Manzanera, el gran público la conoce como Maruja Torres, la firma con la que estampa sus habituales columnas y artículos en el diario El País.

Torres (Barcelona, 1943) creció en el barrio Chino barcelonés, donde vio cómo su padre abandonaba a la familia cuando ella tenía siete años. Sin formación académica, comenzó a trabajar como mecanógrafa a los 14 años y deambuló por diversas empresas hasta que, en 1963, entró como secretaria y redactora en la sección Página femenina del diario La Prensa, que pertenecía al Movimiento. En 1965 ingresó en la revista Garbo como "chica para todo", y allí permaneció durante seis años. Paralelamente, colaboraba con la revista de cine Fotogramas, en la que realizó sus primeros artículos de opinión así como entrevistas. Posteriormente trabajó de free lance en diversas publicaciones.

En septiembre de 1981 se trasladó a Madrid para trabajar bajo la dirección de Rosa Montero en el Dominical Color de El País, y poco tiempo después, en febrero de 1982, pasó a formar parte de la plantilla del citado diario, en la sección de Cultura.

Tras un breve período profesional en la redacción de la revista Cambio 16, volvió a El País como reportera y columnista. Comprometida con causas sociales solidarias, se ha manifestado en contra de la Ley de Extranjería (2001), pidió la investigación por el hundimiento del Prestige (2002), se opuso a la guerra del Golfo (2003), ha pedido el voto para partidos de la izquierda, hizo campaña en favor del Estatut catalán (2006) y denuncia la situación que se vive en Líbano, país que visita con bastante asiduidad.

Ha escrito novelas como Ceguera de amor, Un calor tan cercano y Mientras vivimos, premio Planeta en 2000.

El finalista del Nadal, Rubén Abella (Valladolid, 1967), licenciado en Filología Inglesa y con un máster en Literatura Norteamericana por la Universidad de Adelaida (Australia), cuenta prácticamente sus libros por premios. Ha ganado el Vargas Llosa NH de relatos y el Torrente Ballester de narrativa breve, entre otros.

En la tradicional velada literaria de la noche del Día de Reyes se falló también el 41º premio Josep Pla de narrativa en catalán, que recayó en el periodista Gaspar Hernández por la novela El silenci.