Cultura

Manzano explora la vida de Al Hakam II y resalta su afán por exhibir su poder

  • El historiador inaugura el seminario dedicado al califa que se desarrolla en Casa Árabe

El historiador medieval y especialista en Al-Ándalus Eduardo Manzano inauguró ayer el Seminario sobre Al Hakam II organizado por Casa Árabe y el Ayuntamiento de Córdoba con una conferencia en la que exploró su vida y destacó su afán por "exhibir su poder y autoridad" de forma "puntillosa". El experto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIF) recordó que el pasado 13 de enero el califa cumplió 1.100 años a la vez que reconoció que le siguen "sorprendiendo los restos dejados por el Califato". Así, se dirigió a los representantes institucionales para pedirles la creación de "un consenso con el pasado de la ciudad" y los animó a "huir de mistificaciones".

La ponencia de Manzano fue un adelanto de lo que será su próximo libro y la comenzó con una descripción de Al Hakam II, un hombre rubio, de nariz aguileña, piernas cortas pero tronco largo, mandíbula superior saliente y barbilampiño. Cuando nació, su padre, Abderramán III, tenía 25 años y llevaba dos gobernando. El entonces califa ya había tenido otro hijo pero murió, por lo que Al Hakam fue el heredero. En los años 20 del siglo X Abderramán III pasaba grandes periodos de tiempo fuera de Córdoba librando batallas en las guerras civiles del entonces Emirato. Cuando su hijo cumplió 12 años empezó a acompañarlo.

Desde su nacimiento hasta los 48 años Al Hakam desempeñó el papel de heredero y "estuvo encerrado entre los muros del Alcázar y los de Medina Azahara", donde conoció los entresijos de las gestiones administrativas. Además, tuvo que cumplir una exigencia de su padre: no podía conocer ni tener contacto con mujeres siendo heredero. Según Manzano, el sentido de este celibato era que no engendrara hijos hasta que no fuera proclamado califa.

El historiador señaló que Al Hakam II era "una criatura del poder, vive en una burbuja de poder" pero "está muy alejado de la experiencia guerrera de su padre". De hecho, sólo hay registrada una campaña realizada por él. Además, estaba obsesionado en conseguir la legitimidad de ulemas y alfaquíes, de ahí su persistencia en ser un buen musulmán.

Por otra parte, Manzano se refirió a las demás dinastías que existían durante el esplendor de los Omeyas y se centró en los fatimíes, que eran una gran amenaza ya que aseguraban descender de la hija de Mahoma. A pesar de esto, Al Hakam veía en ello una oportunidad de convertirse en referencia de la comunidad suní y aspiraba incluso a convertirse en califa de todo el mundo islámico debido a que la corrección moral de los omeyas contrastaba con la de los abasíes. Así, inició una campaña en el norte de África destinada a lograr la fidelidad de las tribus de la zona.

Otros de los aspectos de la vida del Califato que resaltó Manzano fueron el sistema de recaudación fiscal, que alcanzó los 5,5 millones de dinares anuales, y el ascenso de Almanzor desde su entrada en la corte hasta que alcanzó el pleno poder, relegando incluso al califa Hisham II, heredero de Al Hakam.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios