José Luis Villacañas analiza la idea imperial de Carlos V en un ensayo

'¿Qué imperio?', publicado por Almuzara, pretende aproximar al lector las opiniones de nueve grupos sociales y culturales de la época a veces olvidados por la historia

El profesor José Luis Villacañas, que acaba de publicar '¿Qué imperio?'.
Á. Alba / Córdoba

29 de abril 2008 - 05:00

Hace siglos España fue un imperio a cuya cabeza se situaba la figura de Carlos V, un rey glorioso pero también abstraído y a veces más preocupado por sus enfrentamientos con el rey de Francia que por unificar su territorio. Este imperio unió en el siglo XVI al país con los Países Bajos y los territorios austriacos. ¿Qué imperio? (editorial Almuzara), de José Luis Villacañas, pone en duda el sentimiento del pueblo español hacia la idea imperial de Carlos V. "La contribución específica de la cultura hispánica en la idea imperial de Carlos V fue criticada por el pueblo, salvo por la Corte", explica Villacañas.

Estos desacuerdos propiciaron una crítica permanente del emperador, una profunda reserva hacia su idea de imperialismo, que había heredado de su familia, pues era nieto de los Reyes Católicos y de Maximiliano I de Austria y de María de Borgoña. "La oposición venía por parte de las ciudades, tanto de Valencia como de las ciudades castellanas, porque estaban centradas en la constitución y ordenación interna del reino", añade Villacañas. Además, para el pueblo también era importante la integración de los moriscos.

¿Qué imperio? es un ensayo en el que Villacañas aproxima nueve grupos sociales y culturales de la época, a veces olvidados por la historia, hasta la actualidad. Estos grupos son: los patriotas, los comuneros, representados por Gonzalo de Ayora; los humanistas, por Luis Vives; los juristas; los erasmistas; los canonistas, por Alonso Guerrero; los predicadores, por Constantino Ponce de la Fuente; los pintores, por Tiziano; y los Jesuitas, los soldados de Cristo. "Quiero mostrar cómo vieron el imperio y la figura de Carlos V", expone. La figura de Carlos V la vieron al principio con oposición política, pues era una situación en la que España iba a ponerse al servicio del imperio. "Carlos V obedecía a una lógica imperial nueva, estaba al servicio de una familia. Sin embargo hay dos elementos que frenan este afán de expansión: por una parte, la alianza entre los países europeos; y por otra, el enemigo que suponía Francia y la unión de ésta con los turcos y las potencias alemanas. España se apoyaba en sus propios territorios, Hungría, las zonas que poseía en Italia, Borgoña y los Países Bajos "y en la propia realidad española".

El concepto de imperio es visto por Villacañas de una forma diferente pues "España no despliega una idea imperial, es el imperio el que usa a España". El imperio comprende una inmensa heterogeneidad, pero esto no es un problema porque "los Austrias no cuidan mucho la unificación del territorio desde el punto de vista social y cultural porque estos elementos no les son necesarios", sino que "lo decisivo es mantener ciertas estructuras que ofrezcan obediencia", la religión y el sistema fiscal. La obra pretende demostrar la complejidad de la vida cultural durante el imperio de Carlos V y la calidad de los ilustrados de esta época.

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