Góngora-Quevedo: el debate continúa
El análisis de la relación entre los dos poeta se prolonga en la segunda jornada · "La huella de don Marcelino -Menéndez Pelayo- es muy alargada", subraya Antonio Carreira para explicar la reducida visión imperante
La relación entre Góngora y Quevedo se ha convertido en uno de los temas principales de las dos primeras jornadas del congreso. La esclarecedora conferencia que Antonio Carreira ofreció el lunes encontró ayer una sugerente continuación en la mesa redonda Recepción crítica y creativa de Góngora en España, en la que participaron, junto a Carreira, María José Osuna y Antonio Cruz Casado, moderados por Joaquín Roses. El célebre soneto del madrileño Amor constante más allá de la muerte ("Cerrar podrá mis ojos la postrera / sombra que me llevare el blanco día...") fue motivo de debate.
En el congreso, las mesas redondas constituyen la oportunidad para que los asistentes (especialistas en la materia, en su mayoría) pregunten a los participantes sobre sus respectivas ponencias, ya que tras ellas no se abre turno de intervenciones. Así, Carreira fue solicitado en varias ocasiones a propósito de algunas de las cuestiones planteadas el lunes. En su conferencia, el filólogo expuso una larga relación de poemas de Quevedo en los que aprecia huella gongorina, entre ellos Amor constante más allá de la muerte, uno de los sonetos amorosos más citados de la lengua española. El experto señaló que el mecanismo de correspondencia entre los versos 9 y 12, 10 y 13 y 11 y 14 supone una herencia directa del cordobés, que lo había aplicado a un soneto hoy menos conocido pero que indudablemente Quevedo tenía muy presente. La profesora de la Universidad de Pisa Giulia Poggi tomó la palabra para rebatir esta afirmación y apuntar que "no existe cercanía" entre los dos textos y que el poema del madrileño tiene como referente directo a Propercio. "Sólo hay algo en lo que se pueden parecer: el ritmo", indicó la italiana, que hoy participa en el congreso a partir de las 12:00 con la ponencia Imágenes en las 'Soledades'. Carreira respondió que el eco de Propercio no anula la "correlación" entre los versos citados, y que eso ya estaba en Góngora.
Explorar las influencias de Quevedo es tarea de enorme complejidad. Estamos, como recordó Carreira, ante "el poeta más libresco del Siglo de Oro". Un erudito incapaz (siguiendo una frase de Nietzsche) de elaborar un pensamiento si no era tomando un texto como referencia. "Góngora digiere lo que lee y años después lo saca a relucir de forma irreconocible", explicó el experto, "pero Quevedo vive permanentemente en conversación con escritores antiguos y modernos". El autor de los Sueños "es un escritor muy ingenioso pero que llega tarde porque ya estaban ocupados todos los espacios líricos, dramáticos y novelísticos". Se dedica a "citar, reiterar, exagerar, y no hay ningún poeta a quien cite más que a Góngora".
La profesora María José Osuna reveló que recientemente comenzó un curso sobre Góngora preguntando a los alumnos qué sabían del poeta cordobés. Respuesta: "Era el enemigo de Quevedo". ¿Y quién fue Quevedo? "El enemigo de Góngora". Generaciones de españoles han crecido con esta idea y Carreira explica que "la sombra de don Marcelino -Menéndez Pelayo- es muy alargada". El cántabro escribió: "Nada más opuesto entre sí que la escuela de Góngora y la escuela de Quevedo, el culteranismo y el conceptismo". Y definió al cordobés como "pobre de ideas y riquísimo de imágenes". Hoy esto, según Carreira (defensor de la "filología documental", con los textos por delante), está superado. Y, como remate, y apoyado en Gracián: "Góngora es el mejor poeta conceptista de nuestra lengua". El debate continúa.
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