Cruz Casado destaca el apoyo que el poeta encontró en el ámbito culto local

El académico subraya la defensa que Pedro Díaz de Rivas y Francisco Fernández de Córdoba, entre otros, hicieron del autor de las 'Soledades', en ocasiones como respuesta a los duros ataques que recibía

Luis de Góngora 'vigila' a Antonio Cruz Casado y Joaquín Roses, director del congreso.
Luis de Góngora 'vigila' a Antonio Cruz Casado y Joaquín Roses, director del congreso.
Alfredo Asensi / Córdoba

16 de noviembre 2011 - 05:00

Córdoba no fue ajena a la "conmoción estética" y al caudaloso debate que provocó la publicación de las Soledades. Atacado por poetas y comentaristas diversos (con Sevilla y Madrid como focos principales y Juan de Jáuregui y Lope de Vega como opositores mayores), Luis de Góngora encontró en su ciudad natal algunas de las más notables "defensas a ultranza" del "nuevo estilo poético" que patrocinaba. El contexto cordobés en la polémica sobre las Soledades fue el tema de la conferencia que el doctor en Filología Hispánica y miembro de la Real Academia de Córdoba Antonio Cruz Casado impartió en la segunda jornada del congreso internacional El universo de Góngora. Orígenes, textos y representaciones, que se celebra hasta el próximo sábado en el Rectorado de la Universidad.

Pedro Díaz de Rivas, Francisco Fernández de Córdoba (el Abad de Rute) y Antonio de las Infantas son algunos de los recios apologistas que Góngora halló en Córdoba y que reaccionaron al "revuelo" provocado por las Soledades y a "las cartas que llegaban desde Madrid". En "textos críticos minuciosos y eruditos", diversos escritores y humanistas cordobeses respondieron a los ataques y reivindicaron a Góngora como el más alto creador de la lírica española. El Abad de Rute contestó al Antídoto contra la pestilente poesía de las 'Soledades' de Juan de Jáuregui: denunció sus "juicios desaforados" y la utilización de elementos de índole personal y, recurriendo a "autoridades clásicas", arremetió contra "la ineptitud crítica de Jáuregui". El Abad, en palabras de Cruz Casado, era muy consciente "del valor innovador de la creación gongorina" en "los moldes de la sensibilidad barroca", una circunstancia que no le impidió reparar en algún momento en cierta "oscuridad" de estilo que por Lope y otros fue atacada con virulencia. También hubo críticas al Antídoto en verso. Jáuregui (Sevilla, 1583-Madrid, 1641) publicó este texto en 1614. En su edición de las Soledades en la editorial Cátedra, John Beverley advierte que "tiene la evidente intención de molestar a los defensores de Góngora, que pretendían que a los detractores del poema les faltaba la erudición y el gusto necesarios para entender el estilo heroico".

Entre los principales defensores de las Soledades se encuentra Díaz de Rivas, como demuestra el conjunto de anotaciones que realizó entre 1615 y 1624. Elogia el intento del cordobés de "hacer una creación que enriquezca nuestra lengua", de añadirle "belleza y cultura", y subraya, como recordó Cruz Casado, que "el poeta no tiene obligación de plegarse a los gustos del vulgo" y de "regular la alteza de su ingenio" para resultar aceptado por la mayoría.

El conferenciante revisó las circunstancias que marcaron la estancia de Góngora en su ciudad entre 1609 y 1617, etapa en la que produce lo mejor de su obra poética, "que es resultado de sus vivencias". Diversos documentos informan sobre cuestiones personales (la muerte de su sobrino Francisco de Saavedra, el desarrollo de negocios económicos, sus labores como racionero de la Catedral, el sosiego y esparcimiento que encontraba en algunos espacios de la ciudad...). En su "retiro cordobés" no permanece ajeno a lo que acontecía en el país. Y sus obras reflejan "el desengaño del pretendiente a cortesano que no ha conseguido sus objetivos". Se recluye en un ambiente en el que se encuentra "relativamente cómodo" pero que no se ajusta a sus ambiciones. Y su mejor poesía fluye entonces como "desahogo personal" y "desafío al parnaso español".

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