Fortes recrea la apasionante vida de Robert Capa y Gerda Taro en una novela

El libro se centra en la historia de amor que mantuvieron los dos fotógrafos

Susana Fortes, ayer, en la presentación de su libro.
Susana Fortes, ayer, en la presentación de su libro.

Robert Capa y Gerda Taro se conocieron en París en los años 30, cuando ambos huían de sus respectivos países por ser judíos. Pero fue en la Guerra Civil española donde alcanzaron la fama como fotógrafos y lucharon con sus cámaras a favor de la República, como recrea ahora Susana Fortes en Esperando a Robert Capa. "Capa acuñó un cliché del corresponsal de guerra y, junto con Gerda, creó un modelo de reportero que luego han seguido muchos profesionales", afirmó ayer Fortes con motivo de la publicación de esta novela, que mereció el pasado 15 de mayo el premio Fernando Lara, dotado con 120.200 euros.

"Mitómana y entusiasta de la fotografía", Fortes sabía desde hacía tiempo que en la increíble vida de Capa y Gerda había una novela, pero fue el hallazgo en México, en enero de 2008, de unas cajas con más de 3.000 fotografías inéditas de ambos reporteros y de David Seymour Chim lo que constituyó "el chispazo" para escribirla. "Una de esas fotografías refleja a Gerda Taro en una cama estrecha de un hotel, muy joven y dormida con el pijama de Robert Capa. Es una mujer pequeña, rubia y de pelo corto", indicó Fortes, quien, "impresionada" por esa imagen, empezó a indagar quién era esa mujer que murió en España, en la batalla de Brunete, y cuál fue su relación con Capa, "uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX".

Publicada por Planeta, Esperando a Robert Capa es claramente una novela, "pero los acontecimientos, datos y nombres que aparecen en ella están muy documentados", aseguró la escritora. Perteneciente a una familia judía alemana, Gerda Taro se llamaba en realidad Gerta Pohorylle, y en 1935 llegó a París huyendo del nazismo. "Era una refugiada más de los 25.000 que llegaron a la capital francesa ese año". Allí conoció al fotógrafo André Friedmann, un atractivo joven húngaro que a Gerta le pareció "un poco engreído, ambicioso, guapo, seductor y algo vulgar".

Se enamoraron perdidamente, y como André se quejaba de que no conseguía que su nombre apareciera en los reportajes, Gerta se inventó uno para él: a partir de entonces pasó a ser Robert Capa, un fotógrafo americano, rico y con talento. Y ella se puso Gerda Taro, "un nombre que podía ser de cualquier parte, todo menos judío".

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