Els Joglars y su canto del cisne

Els Joglars y su canto del cisne
Máximo Ortega Capitán

03 de octubre 2010 - 05:00

Compañía: Els Joglars. Reparto: Jesús Agelet, Jordi Costa, Ramón Fontseré, Minnie Marx, Lluís Olivé, Pilar Sáenz, Xavi Sais, Dolors Tuneu. Dramaturgia y dirección: Albert Boadella. Fecha: viernes 1 de octubre. Lugar: Gran Teatro. Lleno.

Nada mejor para el inicio de la nueva temporada en el Gran Teatro que un homenaje, el que la compañía Els Joglars se autorrealiza con motivo del próximo 50º aniversario de su fundación, circunstancia que no ocurre todos los días y que el público de Córdoba supo apreciar agotando las localidades.

La compañía, bajo la batuta omnipresente de Albert Boadella, decide trasladarnos a un hipotético futuro en el que sus componentes celebrarán su 75º aniversario, en el año 2036. Con este giro singular, consiguen montar un anti- homenaje para recurrir a lo que mejor hacen: reírse de todo, empezando por ellos mismos.

El futuro que depara a los miembros de Els Joglars se asemeja a la de la mayoría de personas que alcanzan la senectud. Sus vidas giran en torno a sus manías y achaques. Viven en el ogar del artista, albergados en barracones parecidos a los de un barrio chabolista. Para su 75º aniversario un programa de televisión, bajo el patrocinio de la entidad bancaria La Cacha y conducido por una pareja de estrafalarios presentadores, les ofrece la oportunidad de hacer una última representación. Entonces deciden escenificar la vida cotidiana del lugar donde malviven tanto ellos como el resto de residentes. En una sucesión de sketchs se burlarán del contexto actual que vive nuestra sociedad y de gran parte de sus protagonistas.

La puesta en escena de este Omena-g es brillante, como resulta habitual en las producciones de Els Joglars, con una sencillez sólo en apariencia. La escena vacía, unas sillas viejas, algunos elementos y un magnífico trabajo de videocreación acompañan la acción del elenco.

La interpretación del equipo de actores y actrices de la compañía es como siempre: excepcional. Destaca su trabajo corporal a la hora de encarnarse en ancianos decrépitos y cómo lo mantienen durante toda la obra. Imposible no hacer una mención especial a la labor de Ramón Fontseré, con intervenciones que arrancaron el aplauso de las sala en numerosas ocasiones. Lo único desfavorable en la representación son algunos nexos entre sketchs, con un sentido del humor a veces desacertado, donde redunda una sátira que de no estar acompañada de momentos que rozan el mal gusto podría calificarse de pueril e innecesaria y que baja el ritmo de la obra. La parte más entrañable de la función se alcanza al final, cuando los actores mueren en escena abrazando los trajes de sus personajes más queridos. El público apreció toda la labor de la compañía con un sonoro y prolongado aplauso.

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