"La Chiquita Piconera tuvo presente hasta su muerte a Romero de Torres"

Concha Calleja. Escritora

La autora narra en la novela 'La Mujer Morena' la relación amorosa que hubo entre el pintor cordobés y su musa, María Teresa López, a la que retrató en nueve ocasiones y que protagonizó su cuadro más célebre

Ángela Alba / Córdoba

30 de marzo 2011 - 05:00

La escritora Concha Calleja, autora de la biografía autorizada de la Duquesa de Alba y de otras obras sobre la baronesa Thyssen o Felipe de Borbón, se adentra en su nueva novela, La Mujer Morena, editada por Almuzara, en la vida de María Teresa López, La Chiquita Piconera, y en la relación que mantuvo con Julio Romero de Torres, que la retrató hasta en nueve ocasiones, en obras como Fuensanta, Carmen o La mantilla.

-¿Por qué decidió escribir un libro sobre María Teresa López, La Chiquita Piconera?

-Porque cuando llegas a Córdoba y ves por todos lados esos ojos tan misteriosos que pintó Julio Romero de Torres... Además de ver Lachiquita piconera, que está en muchos carteles. También leí publicaciones en las que incluso había disputas de las modelos, que ya eran mayores, porque todas se atribuían ser la protagonista. Averigüé que María Teresa estaba en un convento-residencia en Palma del Río y fui a hablar con ella, que tenía hasta un certificado de un hijo de Romero de Torres autentificando que ella era la modelo. La conocí en el último año de su vida y le hice bastantes entrevistas. De ahí salió un documental y la idea del libro.

-¿Cómo ha enfocado la relación entre María Teresa y el pintor?

-La describo como una relación muy apasionada en esos años que casi se corresponden con la enfermedad de Romero de Torres. En el libro ella narra en primera persona las cosas que le ocurren en la vida, aunque centrándose en los años en los que ellos se conocieron. Se vieron por primera vez cuando ella tenía siete años, cuando ambos volvían de Buenos Aires en el trasatlántico Reina Victoria Eugenia. Entonces sólo vio en ella a una niña traviesa, lo que pasa es que a él le llamaron mucho la atención sus ojos y pidió volver a verla para retratarla. La historia de pasión comenzó cuando ella tenía 14 años.

-¿Qué parte de ficción ha incluido?

-Me he permitido ciertas licencias porque cuando yo hablaba con María Teresa ella no confirmaba la relación sexual con Romero de Torres. Sí había grandes silencios a preguntas muy directas y a veces los silencios son también titulares. A veces probaba, cuando ella hablaba del mal comportamiento del pintor, a decirle que no se portó como un caballero y ella me callaba en seguida. Fue muy significativo cuando me explicó que cuando él estaba tan enfermo, mientras pintaba su obra maestra, La chiquita piconera, ella le contó algunas cosas que no especificó y él cogió un lienzo y un pincel y la pintó de monjita -que es el cuadro inacabado que dejó- para lavarle la honra. Entonces yo me pregunto: ¿qué honra va a lavarle si nunca ha estado con él? Por eso me he permitido la licencia de pensar que sí hubo una relación y porque tuvo presente hasta su muerte a Romero de Torres. Creo que sintió gran amor por este hombre. En realidad no hay nada de ficción en La Mujer Morena. Hay algunas impresiones mías, por ejemplo la parte más tórrida en la que ellos se van de viaje a Tánger. Y la niña que tuvo María Teresa también era de Romero de Torres, aunque no lo confirmó. Ella me contó que cuando el bebé tenía dos o tres días su marido, con el que la habían casado, la llevó a bautizar un día de mucho frío y al poco tiempo falleció. María Teresa recordaba la reacción del marido, el padre en teoría de la criatura, y decía que él descansó cuando la niña murió. ¿Realmente un hombre se puede alegrar de que un hijo suyo muera? Por eso le preguntaba si la hija era de él o de Romero de Torres, y ella callaba.

-¿Qué sentimientos había entre La Chiquita Piconera y el pintor?

-Él estaba encantado con ella. Yo creo que tenía un cierto enamoramiento de María Teresa. Nicolás Castejón, que tenía un bar en la plaza del Potro, dice en la canción de La Chiquita Piconera que en una noche de confesiones el pintor se lo dijo.

-¿Qué relación había entre ellos fuera del estudio?

-En teoría ninguna porque, según contaba ella, siempre era en el estudio donde se producían momentos más íntimos en los que Julio a veces hasta perdía un poco el control, siempre con el miedo a que entrara su mujer, que, según ella, sospechaba que pasaba algo.

-¿Cómo se veía en la sociedad cordobesa?

-Ella era vista poco más o menos como una prostituta por la época de la que estamos hablando. La gente piensa que cómo iba él a tener un romance con una chica de 14 años, pero es que las mujeres, en esa época, a esa edad se casaban. Y más María Teresa, que parecía mayor de la edad que tenía.

-¿Qué consecuencias tuvo para ella esta relación?

-Malísimas. Si todo esto lo trasladamos a la actualidad, imagina cómo sería: su puerta estaría inundada de periodistas, posiblemente colaboraría en algún programa de televisión... En su época ella no cobró jamás, más que lo que le pagaba Romero de Torres por retratarla, pero nunca por prestar su imagen ni a los billetes de 100 pesetas ni al anís de La Cordobesa ni a otros muchísimos sitios donde aparecía. Al contrario, le cantaban las coplillas por la calle cambiándole la letra y parecía que por haber sido la amante de este hombre todos tenían derecho a acercarse a ella para sacar algo.

-¿Cómo lo recordaba ella en su vejez? ¿Lo tenía idealizado?

-Era un sentimiento agridulce. Por un lado quería decir que era un hombre correctísimo y que nunca tuvo nada con él, pero por otro decía que le llegó a romper la ropa. Lo recordaba con una nitidez tremenda: lo tuvo presente hasta su muerte. Una vez fui a verla con María José Santiago y le cantó la canción de La Chiquita Piconera y le caían unas lágrimas... La vi muy emocionada. Creo que murió enamorada de Romero de Torres.

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