La Capilla de San Pablo de la Mezquita recobra su policromía

El Cabildo invierte 300.000 euros en la restauración del espacio, que data de finales del siglo XIV

La capilla, ayer, en la presentación de la restauración.
El Día / E. Press Córdoba

21 de octubre 2016 - 05:00

El Cabildo Catedral de Córdoba ha devuelto su "esplendor" a la Capilla de la Conversión de San Pablo, al recuperar, tras una inversión de 300.000 euros y un año de complicados trabajos de restauración, los dorados y la policromía que se habían perdido en esta capilla situada en el interior del Conjunto Monumental Mezquita-Catedral.

Así lo destacaron ayer, en la inauguración de la restauración de la capilla, el deán presidente del Cabildo, Manuel Pérez Moya, el canónigo obrero de la Catedral, Antonio Jurado, y la técnico en conservación y restauración y responsable de esta actuación, Anabel Barrena. Pérez Moya destacó que, con esta nueva intervención, el Cabildo "pone de manifiesto su preocupación" por preservar el patrimonio al que ha dedicado ya "ocho siglos de desvelo", en los ámbitos del "culto, la caridad y la cultura".

El deán presidente del Cabildo explicó que "la primera referencia documental a esta capilla data del año 1387, cuando la viuda del maestre de la orden de Santiago Pero Muñiz Godoy dota la capilla fundada para el enterramiento de su marido. Sin embargo, no será hasta el 12 de julio del año 1610 cuando el Cabildo otorgue permiso a Fernando Carrillo, presidente del Consejo de Hacienda y Contaduría, para la reconstrucción de este espacio, que en aquellos entonces también era conocida como capilla de los Muñices".

La bóveda que cubre la capilla guarda importantes similitudes en la ornamentación y en el trazado de lunetos y enjutas respecto a la del coro de la Catedral. Pérez Moya señaló que "esta analogía no es una mera casualidad, sino el fruto de dos factores importantes a tener en cuenta. De un lado, la intervención del mismo artesano yesero en sendos espacios, el antequerano Francisco Gutiérrez. De otro, el papel desempeñado por Blas de Masavel, oficial de Juan de Ochoa que, en el momento de la reedificación de esta capilla, es maestro mayor de la Catedral".

Esta cubierta se erige como el espacio perfecto para el desarrollo de un programa iconográfico basado, en buena parte, en dos ejes esenciales: la orden de Santiago y la figura de Luis Muñiz de Godoy, padre del fundador. Los lunetos acogen a los cuatro padres de la Iglesia Occidental, junto a las escenas de Las lágrimas de San Pedro y Santiago peregrino. Mientras que en las enjutas, sostenidas por niños atlantes, se localizan las representaciones de los santos Juanes, San Eulogio y Santo Tomás de Aquino.

Por su parte, la franja central es ocupada por la temática de la Coronación de la Virgen, escoltada por dos ángeles con los escudos de la orden de Santiago y, al mismo tiempo, por los mártires cordobeses San Pelagio y Santa Flora.

En los muros oriental y occidental se desarrolla un conjunto de relieves de estuco en los que se representa un repertorio iconográfico que abarca las figuras de Santiago apóstol, San Luis rey de Francia, y el martirio de San Luis -mártir de Córdoba- junto a Jesús, María y José.

La capilla cuenta un retablo de único cuerpo, tradicionalmente relacionado con la producción de Felipe Vázquez de Ureta, que consta de un cuerpo con columnas corintias. La hornacina central cobija una excelente talla de San Pablo, obra anónima andaluza de comienzos del XVII. En el ático se dispone una caja con el relieve del martirio del titular. Flanquean el retablo dos lienzos en los que se hallan representados los apóstoles Felipe y Santiago obra de fray Jerónimo de Espinosa del siglo XVIII.

La capilla se cierra con cinco rejas, tres de ellas hechas por el maestro rejero Juan Martínez en 1617, y las otras dos por Andrés Fernández en 1616, que confieren al espacio una gran transparencia.

Barrena señaló que en la capilla, al estar compuesta por elementos ornamentales de yeso, existían patologías derivadas del sistema constructivo, como las humedades por filtraciones, que unidas a un alto grado de humedad relativa debían considerarse como la principal amenaza para los yesos, afectados por procesos continuados de humedad-sequedad.

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