Baile flamenco, danza y texto logran lo imposible

Crítica de Flamenco

Rafaela Carrasco, el pasado domingo.
Rafaela Carrasco, el pasado domingo. / Barrionuevo

La ficha

'Rafaela carrasco' 'Nacida sombra'. Baile:Rafaela Carrasco. Grupo de baile: Florencia O'Ryan, Carmen Angulo y Paula Comitre. Toque: Jesús Torres y Juan A. Suárez 'Cano'. Cante: Antonio Campos y Miguel Ortega. Dramaturgia: Álvaro Tato. Fecha: domingo 2 de julio. Lugar: Gran Teatro. Media entrada.

Celebrado encuentro del baile flamenco y ricas danzas eclécticas para insignes creadoras del Siglo de Oro español, que la bailaora, bailarina, profesora y coreógrafa Rafaela Carrasco puso en valor con textos clásicos de diferentes autoras y fechas de la edad moderna de nuestra piel de toro. Nacida sombra, denominación que intenta describir la trayectoria vital de cada una de las encartadas en el montaje a través de la música del mundo flamenco, la palabra y desde luego la barroca de su tiempo, y otras que cronológicamente fueron próximas a estas mujeres, han servido de apoyo para el feliz desarrollo del espectáculo.

Rafaela Carrasco, que en varias ocasiones ha ocupado los escenarios cordobeses junto a sus grupos de baile, cante y toque (las más recientes con el Ballet Flamenco de Andalucía, del que fue responsable durante una etapa), se entregó el pasado domingo en el Gran Teatro con algo diferente, denotando deseos de no anquilosarse, reuniendo para ello la esencia y el fruto de textos de cuatro importantes féminas que en su época fueron soslayadas, pero que en la historia han quedado significativamente reflejadas con hechos y aconteceres transcendentales, poemas y prosa narrada en escena por una voz superpuesta, ponderando lo que de alguna manera las vinculó con el denominador común de Nacida sombra.

Descritas y concienzudamente tratadas por esos bellos textos y el baile, primero de Rafaela sola, tanto por seguiriya, tonás, jabegotes, taranto, y luego el resto con su grupo a lo largo de toda la obra, en romance, fandangos de Calañas y valiente de Toronjo, escuela bolera, bulerías y cantiñas gaditanas, en una especial guajira, clausurando el espectáculo por soleares de Alcalá, entreverados con danzas coetáneas y otras donde las chaconas, marizápalos, folías, villancicos medievales y cantes "de ida y vuelta" no faltaron. Para inferir delicadas escenas apuntando la imaginada e imposible correspondencia que hubiera existido entre Teresa de Jesús, María de Zayas, María la Calderona y sor Juana Inés de la Cruz. Todo con la elegante plástica que lució la coreografía de la mano de Carrasco, en sencillas ternas conjuntadas en una representación muy trabajada.

Y, como es de suponer, gracias al brillante oficio y maestría de la sevillana, haciendo honor al montaje en cuantos pasos, figuras y mudanzas protagonizó el diseño planteado, acorde con la nada fácil historia femenina, recopilado y ensamblado para aprovechar el preciso guion. Resumido durante menos de dos horas en un escenario adecuadamente austero, con competente e íntima iluminación y sonido, para conseguir la necesaria sinergia que el respetable disfrutó, tal como lo manifestó durante su desarrollo y luego en el desenlace final.

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