"Tuvo gran facilidad nuestro Castillo en hacer dibujo de cuanto se le ofrecía". Así resumió Acisclo Antonio Palomino una de las capacidades artísticas más notables del pintor cordobés, del que se conservan alrededor de 200 dibujos identificados. Sus contemporáneos ya lo consideraron "sobresaliente" en la materia, y posteriormente fueron muchos como Ceán Bermúdez (en 1800) los que repararon en su talento dibujístico. Así lo señaló ayer Fuensanta García de la Torre en el simposio Antonio del Castillo. Antecedentes y consecuentes, organizado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia y la Universidad de Córdoba y que hoy concluye sus actividades con el recorrido Antonio del Castillo por Córdoba.
En el mapa de los maestros andaluces del dibujo barroco hay tres focos, explicó la experta: Sevilla (con Francisco Pacheco, Herrera el Viejo, Murillo, Velázquez, Valdés Leal...), Granada (Alonso Cano, Pedro de Mena...) y Córdoba, con Pablo de Céspedes, Antonio García Reinoso ("que está pendiente de un estudio en profundidad"), Palomino y Agustín y Antonio del Castillo. Hay dibujos de él fechados entre 1642 (Ocho cabezas masculinas del Bellas Artes de Córdoba) y 1667 (Erección de la cruz de la Galleria degli Uffizi de Florencia), conservados en diversos museos e instituciones públicas y privadas de España, Europa y Estados Unidos. Dibujante "dúctil y flexible", utiliza la pluma de caña, el lápiz grafito, la sanguina, la aguada. En algunos introduce textos como reafirmación de autoría o pertenencia o instrucciones de trabajo (son obras de finalidad desconocida). Los dibujos del cordobés firmados como AC han generado problemas de identificación: han sido confundidos en España con los de Alonso Cano y en Italia con los de Annibale Carracci. Aun así, destacó la especialista, su paisaje dibujístico "se ha ido delimitando" gracias a los trabajos de Priscilla E. Müller y Mindy Nancarrow.
Los dibujos y grabados de Abraham y Frederik Bloemaert, Goltzius, Bolswert, Jean Müller y Pietro Testa figuran entre las influencias más notorias del cordobés, cuyos temas principales son el Antiguo Testamento, las vidas de Cristo, la Virgen y los santos, los apostolados (uno de ellos, conservado en Gijón, se perdió en la Guerra Civil, recordó García de la Torre), las figuras alegóricas y los repertorios de cabezas masculinas y femeninas. También realiza escenas narrativas, estudios del natural y trazas de arquitectura y ornamentación.
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