Los Patios del Palacio de Viana, en imágenes
Mayo Festivo
El Palacio de Viana, declarado Monumento Histórico Artístico Nacional y Jardín Artístico, cuenta con una docena de patios, que no participan en el certamen municipal pero que son un auténtico muestrario, una suerte de museo en los que se recoge la evolución del patio cordobés, heredero de la tradición romana y árabe. Son visitables durante todo el año, pero en primavera, y más durante el Festival de los Patios, sus plantas, flores, suelos y mobiliario muestran su mejor cara a quienes los pasean. Y este miércoles, Viana ha abierto sus puertas al público para que puedan disfrutarlos de forma gratuita.
Cinco siglos de historia conforman el Palacio, donde los patios han sido siempre los protagonistas de este edificio que ha ido creciendo de forma casi orgánica, fruto de ampliaciones y reformas a través del tiempo. Una casa viva habitada hasta finales del siglo XX por familias nobles y, sin embargo, de gran sabor popular.
En el complejo podemos contemplar el patio de vecinos documentado más antiguo de la ciudad, el de los Gatos, que en su origen pertenecía a las llamadas Casas de la Puentezuela de Tres Caños, destinadas a viviendas de alquiler: un tipo de inmueble en el que se alternaban los espacios privados con otros de uso compartido, como el patio, el lavadero o el pozo, que los vecinos se encargaban de cuidar y embellecer.
También luce en todo su esplendor el patio más conocido del conjunto, el de las Rejas, que puede verse desde el exterior a través de tres rejas de forja que dan nombre al espacio y a la calle adyacente, llamada Rejas de don Gome. Este patio se diseñó en el siglo XVII con Gómez de Figueroa y Córdoba como quinto propietario del Palacio para satisfacer la necesidad de la nobleza renacentista de mostrar su prestigio y posición social, un lugar para exhibir el poder de las familias que habitaron el palacio. Por eso, debía estar siempre vistoso y tiene una vegetación que no pierde la cobertura verde gracias a un manto vegetal de cítricos en espaldera: naranjos, limoneros y bergamotas adaptados verticalmente a los muros. Alrededor de la fuente y sobre antiguos pilares hay macetas de centaurea, una de las plantas más clásicas de la flora de Viana que siempre llama la atención de los visitantes.
También nació para impresionar el renacentista Patio de Recibo, mientras que se pensó para la tranquilidad el Patio del Archivo, representante del Barroco más sobrio. El refinamiento del jardín romántico se puede contemplar en el Patio de la Madama y el Jardín de Viana.
No faltan tampoco representantes de los patios de trabajo para el uso de los sirvientes, – el de los Jardineros, el de la Alberca y el del Pozo–; ni de los patios para la mera contemplación –como el sigiloso de la Capilla–; o los herederos del jardín-huerto árabe –como el de los Naranjos–; los que se dejan ver al exterior, –como el Patio de la Cancela–; o el habilitado para los usos de un nuevo siglo –el Patio de las Columnas–. Un muestrario que ha sorprendido y seguirá sorprendiendo a todo el que se acerca al Palacio de Viana.