Mayo Festivo

Domingo de Feria en Córdoba: "Más sevillanas y menos reguetón"

Un grupo de amigos dan un paseo en un coche de caballos.

Un grupo de amigos dan un paseo en un coche de caballos. / Juan Ayala

Todo empieza con un plato de arroz abandonado. Una cucharilla de plástico y dos trozos de pan sin dueño. Dos euros y medio en especie orbitando sobre la barra. ¿De quién será la culpa que ese plato esté ahí, completamente aislado, con el hambre que se pasa en la Feria? ¿Será la obra de un infame maestro paellero o el veredicto sancionador de un comensal más caprichoso que el jurado de Masterchef? La vida es un misterio sin resolver.

Con la mirada clavada en el arroz, las reservas, la lluvia o la campaña electoral de las municipales caen en el saco de los temas descartados para poner en pie esta crónica. 

Es Malva y Oro. Son las 15:38 de la tarde. La feria es una amalgama de preguntas que se quedan en el aire -como ese plato de arroz que sobrevive estoicamente en solitario a la camarera que va despejando la barra-. ¿A qué hora lloverá? ¿A qué hora tienes pensado volverte a casa? ¿Tendrá novio aquella que va vestida de gitana?

Las pocas certezas las marcan la lista de precios. El camarero plantando el datáfono en tu frente: otros siete euros menos en la tarjeta por una copa. La Feria se está poniendo cara incluso para el que trabaja. "Llevo dos días viniendo y me he dejado una pasta", dice A. Agredano, barajando una ampliación del presupuesto fijado inicialmente.

Tres mujeres se hacen un 'selfie' en la portada de la Feria de Córdoba. Tres mujeres se hacen un 'selfie' en la portada de la Feria de Córdoba.

Tres mujeres se hacen un 'selfie' en la portada de la Feria de Córdoba. / Juan Ayala

En un domingo de feria lo que empieza siendo un compromiso familiar puede acabar en Puerta Grande, como Roca Rey, que coreografió dos faenas casi idénticas para cortar tres orejas y meterse al público de Córdoba en el bolsillo. El autobús especial número 29, que conecta la plaza de toros con la Feria, se convirtió en una lanzadera de ida y vuelta optimizada por los taurinos que concentraron todo el abono en menos de diez horas. 

A las 17:15 empieza a llover en El Arenal y la gente busca refugio en las casetas al amparo de los grupos de flamenquito que se anuncian en redes sociales. En la Villa de Verde y Albero canta El Califa Jerezano. Su actuación no está decepcionando entre un público rendido. El tardeo en la Feria se define a sí mismo como un simpático espacio de encuentro donde conviven todas las generaciones, un pelotazo a las preocupaciones del lunes que todavía no se vislumbra, expectativas de una juerga improvisada: "Esto es como un oasis de libertad, tío", asegura Esteban en su estado de felicidad.

Una muchacha se acerca con una jarra de rebujito en la mano: "Oye, ¿te puedo preguntar qué haces escribiendo en una libreta?". "Soy periodista. Es para la crónica de la feria". "Ah, pues apunta, apunta: que pongan más sevillanas y menos reguetón". Dicho queda. 

La ruta continúa explorando casetas como si se tratase del Festival de Patios. El Burladero, El Picoteo, La Cuadra, La Trabajadera, La Quijotá, Gazpacho... Moverse de memoria por las calles de El Arenal es una habilidad que se pierde y se recupera a poco que uno vuelve a pisar el albero, aunque los nombres de las casetas ayudan bastante a la confusión. Especialmente confunde la caseta de nuevas generaciones del PP, antiguamente conocida como La Gaviota por el símbolo del partido, rebautizada este año como La Despechá. 

Es un clásico ver a gente parada en la confluencia de las calles repasando los paneles de arriba a abajo, con el gesto de un provinciano en la Gran Vía de Madrid. Lo más efectivo para no perderse es descargarse el mapa de El Día. 

En la caseta Entrevarales (Hermandad de la Esperanza) pincha un dj música española. Suele ser el anzuelo para ir luego metiendo la lista de canciones. La gente se lo pasa bien en la Feria. Un cartel colocado a la entrada, a modo de photocall para novios, simplifica el estado de excepción que vive la ciudad: "Mayo es besarnos en Córdoba". 

Caseta Entrevarales. Caseta Entrevarales.

Caseta Entrevarales. / H.G.

Son las 18:30. El 29 de Aucorsa va atestado de gente que va de vuelta a la plaza de toros. Un hombre coloca su almohadilla para sentarse en el autobús. Pocos demuestran tanta torería con un solo gesto. Es turno de tarde, regresa la expectación: torea Finito otra vez en Córdoba.

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