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San Lorenzo es uno de los barrios más populares y castizos del Casco Histórico cordobés, ubicado en la Axerquía y con mucha actividad comercial. Es de obligada visita la iglesia que lo preside, un templo fernandino del siglo XIII que lleva el nombre del santo. Fundada sobre una antigua mezquita, reemplazó una iglesia visigótica más antigua. La iglesia fue construida probablemente entre 1244 y 1300, en plena transición del románico al gótico, en la misma época que otras iglesias similares que se conocen como fernandinas o más apropiadamente por la época en que se levantaron, reinando Fernando III el Santo, englobadas dentro de la arquitectura alfonsí. En ella se encuentran tres hermandades como son La Entrada Triunfal popularmente conocida como La Borriquita, Ánimas y El Calvario.
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También es de obligada visita la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, conocida popularmente como iglesia del Rescatado, porque allí reside la hermandad homónima, o como iglesia de los Padres de Gracia o de los Trinitarios. El templo forma parte del convento de los Trinitarios, fundado en el siglo XVII por San Juan Bautista de la Concepción. En su interior se conservan, entre otras obras de arte, las tallas de Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado y del Santísimo Cristo de Gracia, conocido como el Esparraguero.
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Regina - Realejo: un paseo por los Patios de Córdoba más corales
El patio de Pastora, 2 “es el fruto del estudio de la historia de los patios de Córdoba”, tal y como insiste su propietario, Rafael Barón, quien ha convertido el recinto en todo un centro de interpretación de los Patios. “Para el diseño del patio hemos realizado una labor de investigación de cómo eran, qué tenían y cuáles eran los elementos típicos de los patios cordobeses a lo largo de la historia; luego, hemos adaptado esos elementos al espacio que teníamos”, insiste Rafael. En este recinto, diseñado según el patrón arquitectónico más tradicional con materiales de acarreo, están reflejadas las culturas árabe –con elementos como un naranjo-, judía –con, por ejemplo, el olivo-, y romana –con elementos como el laurel-, además de la cultura visigoda. Uno de los elementos más singulares del mismo es la capilla en la que se le da culto a la Virgen de la Salud y en la que también hay un Cristo atado a la columna –ambas tallas son del escultor Paco Romero–. Todos los años es uno de los patios a batir en el concurso. Edición tras edición, Rafael siempre sorprende con su elección floral, una de las más completas y sin igual del certamen.
“Manoli nos ha ido trayendo plantas suyas para que no se pierdan, y nos ha ido metiendo este veneno del amor por el patio” . Manoli es Manuela Lorente, una histórica del concurso de los Patios que por edad, va camino de los 90 años, ya no presenta el clásico de Guzmanas, 4 al certamen. El patio de Óscar y Elena se convierte así en el sucesor del de Manoli, como Óscar llama a su vecina, un gradísimo sucesor muy bello tanto arquitectónicamente como floralmente. Óscar destaca el pozo y el arco que da salida al patio, “que son de estilo mudéjar” en esta casa que fue del Obispado. Y llama mucho la atención la puerta corredera en forja de la Chiquita Piconera. A este patio, en el que los Rubio Vilches celebran todo tipo de encuentros familiares, le dan singularidad también unas plantas con muchas décadas de vida y heredadas de la familia, como el helecho centenario que era de la abuela de Óscar, o un bonsai de casi tres décadas que era de su tío.
Este recinto tiene todos los elementos del clásico patio tradicional cordobés: suelo de chinos, tejas de voladizos, escalera clásica, avadero con pila árabe y viejo pozo con brocal de piedra. Con una palmera en el centro como testigo, sus paredes suelen estar adornadas, sobre todo, por geranios, gitanillas, lirios, claveles, espinas del señor... un verdadero jardín botánico diseñado por la Asociación Claveles y Gitanillas. Forma parte de la ruta Descubrir los Patios Cordobeses que se puede visitar casi todo el año, y a la que pertenecen, entre otros, también los clásicos patios de Pastora, 2, Parras, 5, San Juan de Palomares, 8 y Marroquíes, 6.
San Juan de Palomares, 8 destila arte. Gabriel Castillo ha convertido, junto a su mujer, Julia Cordero, el patio de San Juan de Palomares, 8 en un vergel inspirado por su tío y maestro, el imaginero y escultor Antonio Castillo Ariza. En el recinto, sorprende al visitante su majestuoso pacífico, que tiene ocho metros de altura, santo y seña e historia floral de la Fiesta de los Patios. Este pequeño museo pavimentado de chino cordobés, de arqueología de galería porticada que, con más de 300 macetas, combina flora con restos romanos y árabes, está presidido por un triunfo de San Rafael ubicado sobre una pila de mármol. Un singular recinto en el que se reparten piezas de “todas las culturas que han habitado Córdoba a lo largo de los tiempos”. Hay desde árabes lucernarias hasta romanas aceiteras, bustos, columnas o capiteles.
El Patio del Vesubio es poesía pura, es un canto a Grecia y al mundo árabe que atesora en su interior un volcán cultural entre un mar de más de 400 macetas. Al patio, que pertenece a una casa que, aunque reformada, data de hace más de cuatro siglos y en la que llegaron a convivir cinco familias, se accede por un gran zaguán con paredes de ladrillo antiguo y piedra, en el que hay un brocal de pozo árabe y una columna romana con arcos de ladrillo antiguo. Posee además una fuente de piedra y un banco también de piedra. Destacan en él los colores tierra de sus arcos, el blanco de sus escaleras y paredes, y el azul añil de sus macetas. Una de sus singularidades es precisamente esa escalera en la que aparece escrito en árabe un precioso poema de Selene, la hija de Virginia, un poema que en castellano reza: “bajo mis pies entre mis manos desgarro el mundo”.
El Ayuntamiento ha ubicado el Centro de la Cultura Inmaterial de los Patios de Córdoba en Trueque, 4, un museo que, además de mostrar la historia de estos emblemáticos recintos, incluye un taller de jardinería.
El proyecto municipal, elaborado por Victoria Larriva Ortega, determinó que en el zaguán se ubique un panel en el que se hace un repaso a los últimos patios ganadores del concurso municipal; y que una primera sala acoja una tienda con material bibliográfico y otros tipos de artículos relacionados con este tipo de recintos, como fotografías. Una segunda, con capacidad para 15 personas, ha sido preparada para proyectar un vídeo sobre los patios cordobeses que ayudará a conocer mejor por qué la Unesco los declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Una tercera contiene un recorrido histórico por este tipo de recintos a base de distintos elementos interactivos, como un plano con la localización de los patios para facilitar que puedan ser visitados. Una cuarta sala incluye fotografías, artículos de prensa y pinturas sobre los patios. Y una quinta sala, vacía, debe contar con una denominada proyección mural envolvente, destinada a los sentidos, con colores, olores y sonidos de los patios.
Además, en una sexta sala se contempló ubicar una selección de los carteles de la Fiesta de los Patios; la séptima, de usos múltiples, está concebida para el desarrollo de actos; la octava, para un taller de jardinería didáctico, con herramientas para la siembra y el cuidado de la vegetación; y la novena –la única de la planta alta– está diseñada para usos múltiples y concebida para la celebración de reuniones y talleres.
María Prieto siempre soñó con vivir en una casa con patio. Era algo así como su particular país de las maravillas. Las flores, como en el caso de su madre, son su pasión. Ese sueño empezó a ser realidad cuando en 1999 compró la casa de Alvar Rodríguez, 11 y encargó un proyecto para su rehabilitación. Precisamente, de ese sueño hecho realidad destaca su pozo de estilo árabe, encalado, con tejadillo a dos aguas y adornado con una imagen de San Rafael, que recuerda al del multipremiado y muy clásico patio cercano de Trueque, 4, y en el que reposan macetas de geranios y gitanillas. Como también destaca en Alvar Rodríguez, 11 su suelo de enchinado cordobés y una galería porticada sustentada por pilares de ladrillo visto. María ha solido adornar ese complejo arquitectónico moderno con muchas de las macetas traídas de casa de la abuela Josefa, de quien también ha heredado algo de la estética de aquellos tiestos, que gusta pintar de color azul.
En este patio de arquitectura moderna, la vivienda presenta dos niveles unidos mediante una escalera de barandilla de hierro. La estructura forma un pequeño pasillo recibidor en la planta inferior, al atravesar éste el visitante encuentra un moderno pórtico de esbeltas columnas de metal. El suelo de Alvar Rodríguez, 8 presenta el pavimento de losas de barro. En la planta superior hay una estrecha galería abierta al exterior, que distribuye las habitaciones de esta planta, con una baranda de hierro. Todas las paredes del patio son ciegas excepto una, en ésta se abren ventanas metálicas con rejas decoradas con pequeños detalles florales en sus barrotes. En el patio destaca también un pilón que recoge el agua vertida por una boca de metal. A su alrededor se disponen un sin fin de macetas con flores y plantas de muy diversos tipos. Una de las principales señas de identidad de la flora del patio de Alvar Rodríguez, 8 es su rica variedad.
En la antigua casa del capellán de la Iglesia del Juramento de San Rafael se hallan dos patios cuyos orígenes se remontan a finales del siglo XVIII, momento en el que tuvo lugar la principal remodelación del templo. En el primer patio, el pavimento es el original de bolos. Destacan en él la lápida que recoge las apariciones del Arcángel San Rafael en el siglo XVI. Asimismo, en un rincón hay una efigie de San Rafael. En él resalta el contraste del añil de sus macetas entre la cal de sus paredes. En un pasillo cubierto entre el primer y el segundo patio hay una habitación convertida en 2015 en una Capilla de Fátima. Preside la capilla una imagen de La Virgen y, bajo esta imagen, hay un altar de guadamecí de Juan Martínez Cerrillo. También hay en esta capilla una imagen de Santa Ana, del siglo XVIII. El patio segundo fue adquirido en el siglo XIX y es de una casa que aún tiene fachada a la calle Arroyo de San Rafael. Este patio servía como corral y huerto, y se compró para levantar en él una capilla gemela a la sacramental del templo con la intención de que la planta del templo fuese simétrica. Luego se olvidó esta idea y pasó a ser el patio que hoy vemos, con una de sus paredes curvas, pues linda con la rotonda del templo. En él destaca una fuente ornamental que recuerda en sus formas a una pila bautismal, sobre la que se posan dos pájaros de metal. Cuatro esferas de los remates de las torres decoran los parterres, un arriate corrido recorre parte del patio sembrado de numerosas y diversas plantas, naranjos, y un pequeño olivo.
De las paredes lisas de Mariano Amaya, 4 suelen colgar una gran cantidad de macetas pintadas de rojo. Para acceder a este patio se debe atravesar una cancela con una puerta de hierro, cuyo origen se remonta a 1864. Destaca la presencia de un pozo adosado del que se ha conservado la polea, la cuerda y la cubeta de metal, una bodega y una pequeña fuente que cuenta con un depósito para recoger el agua. La ornamentación del patio, cuyo suelo es empedrado de bolo cordobés, se completa con útiles de metal colgados en uno de sus pórticos, y suelen destacar caracolas y conchas en las que se han plantado cintas. El patio constituye el núcleo estructural de la vivienda. En torno a él se distribuyen el resto de habitaciones, por lo que son numerosas las puertas que se abren en sus paredes. Una de sus singularidades es que la diversidad floral suele estar explicada en pequeños carteles repartidos por el patio.
Este patio forma parte de una antigua casa de vecinos que ha sido reformada y en la que ahora viven dos familias. Las dos familias –la de José Manuel Carracedo y Mercedes Romero y la de Mateo Romero y Ana Sánchez– habitan en la actualidad la casa después de que antes de 1997 la sometieran a una reforma integral. En este recinto son característicos su zócalo sevillano y su suelo de baldosas de losa que las cuñadas Mercedes Romero y Ana Sánchez suelen adornar año tras año para el concurso municipal con platos decorativos y mantones de manila, y que sobresale por su gran cantidad de macetas y arriates sembrados de ficus, calas, costilla de Adán, gitanillas, geranios, begonias, ciclamen, claveles, pilistras... Mercedes, por ejemplo, destaca esa colección de gardenias que ha introducido en el patio y que le dan sigularidad a la ornamentación de un recinto poblado también algunos años por mariposas muy singulares. “En el patio, con mis flores, encuentro la paz que necesito. La de cumpleaños, santos, navidades y reyes que hemos celebrado en él desde que mi pequeña tenía tres años y medio y mi mayor tenía cinco y medio”, detalla Mercedes.
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