No ha esperado el SEFF en soltar su primer puñetazo al estómago de sus sufridos espectadores. Tras la ligereza intelectualizada de Non-fiction, la nueva entrega de ficción del ucraniano Sergei Loznitsa, siempre más interesante y comedido en el terreno documental (aquí podrán ver también Victory day y The trial), no se anda con tibiezas, matices ni paños calientes para recrear con carácter episódico y en forma de relevo una serie de escenas de la infernal vida cotidiana extraídas de vídeos domésticos reales grabados durante la guerra abierta entre 2014 y 2015 en la región de Donbass, en el Oeste de Ucrania, sometida al asedio, el caos y los desmanes del ejército ruso contra las fuerzas separatistas y sus diversos grupos paramilitares.
Si ya resulta complicado entender el mapa geopolítico de aquel conflicto aún sangrante, Loznitsa tampoco hace mucho por explicarlo o desentrañarlo, más interesado en retratar la espiral de violencia, corrupción y degradación humana marca de la casa a través de una serie de secuencias independientes encadenadas que dan cuenta de situaciones que oscilan entre la comedia grotesca (véanse los episodios en el hospital o la boda) y el exploit extremo, como en la prolongada escena del linchamiento público en plena calle de un supuesto fascista traidor.
Con una evidente imprecisión a la hora de agarrar la puesta en escena, el ucraniano aspira a integrar el modo documental con los cuerpos y rostros no profesionales y la filigrana espacio-temporal en plano-secuencia, aunque siempre con una misma distancia (y un mismo desprecio, me atrevería a decir) por la materia humana que retrata, reducida una vez más a la figuración coral de una animalidad donde todo atisbo de conciencia moral queda suspendido en aras del gran espectáculo de la barbarie.