Óscar Díaz | Traductor y ganador de 'Pasapalabra'

“En el día a día soy un desastre”

Óscar Díaz. Óscar Díaz.

Óscar Díaz. / M. G.

EN EL SELECTO CLUB DE GANADORES DEL ROSCO. Menos de una veintena de sabios conforman el selecto club de ganadores del rosco de Pasapalabra. Óscar Díaz (Madrid, 1971) es el último al llevarse 1.816.000 euros –a expensas de que Hacienda meta sus zarpas–. Traductor, fan de los cómics y de las ilustraciones, currante del golf y especialista en concursos, el madrileño ha ganado un pastón por su memoria y se ha ganado a la audiencia por su simpatía. A disfrutarlo.

–¿De niño su comida favorita era la sopa de letras, los sesos rebozados...?

–En mi casa se comía casquería con frecuencia. Pero era más de clásicos: tortilla de patata y croquetas.

–¿Ha olvidado un pin, las llaves, la cartera...?

–Sí, en algunas aventuras he tenido que hacer de Spiderman. Soy muy despistado pero me vigilo continuamente. Aparte, Patricia me organiza la vida. Para el día a día soy un desastre.

–Tras ganar el rosco, no le quedarán retos en la vida.

–Surgen solos. En el plano concursístico ya me he quedado para partidos benéficos. A mi mujer le da miedo que yo disponga de tiempo porque se me van a ocurrir cosas. Quizás me propongan algo en el plano laboral y, si no, escribiré y leeré más.

–Comienza por A: ¿en qué pueblo riojano lo van a declarar persona non grata?

–En Alfaro habrá gente que no me mire con los mejores ojos, pero igual que Moisés en Perales de Tajuña sería bienvenido, espero no tener problemas si voy por allí.

–¿Y si el bote se lo hubiera llevado Moisés?

–Ningún problema, faltaría más. De hecho, hasta esa F el bote era una entelequia. He intentado ganar bien y cuando he perdido, como en ¡Boom!, que también era una cifra aparatosa, lo llevé con bastante normalidad.

–A menudo comparan Pasapalabra con opositar, sólo que aquí el temario es infinito e inabarcable.

–La parte de diccionario está más acotada, aunque con muchísimas comillas porque en el DRAE hay 70.000 lemas y muchas palabras con varias acepciones: son más de 100.000 posibles preguntas. Una cifra mareante pero te puedes atrever. Las ajenas al diccionario son ilimitadas y caen dos por rosco. En 150 y pico programas con Moisés, él acertó 11 de ésas y yo 15, dos en el último. El salto de 23 aciertos a 24 es muy notable y de 24 a 25, kilométrico.

–Fíjese que casi me parece más difícil ir al Hormiguero sin que se note que ha ganado que acertar el rosco.

–Nos lo pusieron muy fácil y Moisés estuvo impecable, divertido, participativo… En el Hormiguero no sabían nada del ganador. Aguantar el tipo para no meter la pata tiene miga, pero no se nos dio mal disimular.

–Contiene la D: apellido del personaje que gana con trampas en Quiz Show.

–A ver, tiene apellido como regio, pero espere...

–Igual no está bien planteada porque tiene un Van.

–Ah, Van Doren. Está mal sí, los prefijos que no van pegados al apellido no cuentan. Sería: "Comienza por D".

–Sabía yo... Imagino que estará un tiempo que no querrá hacer ni un crucigrama.

–Estoy como Extremoduro: "Me estoy quitando, me estoy quitando, ya sólo me pongo de vez en cuando". De mi base de datos no quiero ver nada, pero sobre las preguntas difíciles del diccionario he de confesar que me miro alguna cosita.

–Sin que nadie se moleste, ¿quién es más salao Jordi Hurtado o Roberto Leal?

–¿Quieres más a papá o a mamá? Son notablemente diferentes pero comparten una profesionalidad extrema revestida de gran cercanía y eso es muy complicado compatibilizarlo. Ahora estoy con el síndrome de Estocolmo, pero Jordi raya a la misma altura que Roberto.

–¿Cuándo le quitará la plusmarca de años en televisión a Jordi Hurtado?

–Creo que jamás.

–¿Ha perdido alguna vez al Trivial o se ha dejado ganar para no ir de abusón?

–He perdido, pero en los últimos años optamos por otros juegos de mesa porque jugar contra el repelente niño Vicente es un poco molesto...

"No aspiro a acabar tarumba como el Quijote, pero sí a tener su capacidad de lectura”

–En los 70, Les Luthiers parodiaban una promo de un concurso llamado El que piensa, pierde. ¿Es merecida la mala prensa de la caja tonta?

–Hay reductos. Los espectadores de concursos integran en su rutina estos formatos por la amabilidad o por ese oasis que ofrecen respecto a otros contenidos. Son muy fieles y hay un efecto empático con los concursantes de larga estancia. No es del todo merecida la fama porque si "el que piensa, pierde", "el que busca, encuentra".

–Comienza por M: apellidos de los dos ministros que lo llevan crujiendo a impuestos 13 años.

–Montoro y Montero. Pero no me crujen a mí, sólo me someto a las normas, que se detraiga de las cantidades que ganamos lo estipulado. Quizás el sistema sea imperfecto, haya gente que se aproveche de resquicios, no todo el dinero se emplee bien, pero confío en los mecanismos para que ese dinero se gaste en lo adecuado.

–Traductor y jefe de prensa en torneos de golf. ¿Cuándo celebrarán los jugadores un pajarito (birdie) y temerán un espectro (bogey)?

–El bogey en golf se debe al apellido de un coronel, una especie de figura inventada por el Ejército británico para designar a un supuesto soldado ideal. La canción que se silba en El puente sobre el Kwai es la marcha del coronel Bogey.

–¿Es más difícil un hoyo en uno o un rosco completo?

–Por ahí andan. Hice un hoyo en uno, lo que demuestra que todos los tontos tienen suerte porque mi calidad golfística deja mucho que desear. Y ya ve la cantidad de astros que se tienen que alinear para ganar el rosco. Un dicho americano decía que "todo el mundo siente que el universo va contra él y, en cambio, se siente personalmente responsable de un hoyo en uno, cuando en gran medida es producto de la suerte". Con el rosco pasa parecido.

–Comienza por R: apellido del golfista vasco que la ha pifiado tirándose de cabeza a una piscina de petrodólares.

–No sé si la definición se corresponde con lo que ha hecho. Es Jon Rahm, pero a lo mejor cambiaba el enunciado. Tengo un punto de vista sobre su marcha a LIV pero él pensará que fue la decisión correcta.

–¿El Quijote, que de leer se volvió loco, le provoca risa o le despierta compasión?

–No estoy tan lejos; además, bendita locura, aunque no aspiro a acabar tarumba, pero sí a tener su capacidad de lectura. En los últimos meses mi capacidad lectora se ha desplomado y, desde que se grabó el bote hasta que se emitió, me he ventilado siete libros.

–¿Tira de diccionarios, enciclopedias y atlas o recurre a la inteligencia artificial?

–No he hurgado nada de la IA y no me fío. Es mejor recurrir a fuentes clásicas aunque estén informatizadas. Tiro mucho de papel: el DRAE, el María Moliner, el Pequeño Larousse Ilustrado, la enciclopedia Larousse de diez tomos, he comprado un diccionario de americanismos...

–Aparte de comprarle al banco la mitad del piso que comparten, ¿qué capricho se va a dar?

–Me tiran la ilustración y el cómic, es posible que mire algún original. No conozco Washington y me gustaría ir un mes porque he leído una barbaridad sobre la ciudad, me vuelve loco la historia de Lincoln y la política americana de la segunda mitad del XIX, me encantaría beberme los museos, visitar la biblioteca del Congreso y otros rincones más allá de la Casa Blanca y el Capitolio.

–Comienza por Z: coloquialmente, tonto y abrutado. Juan de la Huerga en Pasapalabra, vaya.

–Caben varias. Posiblemente sea zote, ¿no?

–Zopenco, pero vale zote.

–Sí, zote y zopenco son muy intercambiables e incluso alguna de menor uso como zompo. Pero no le aplicaría en absoluto a usted esa definición ni jarto de vino.

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