Si uno piensa que el viaje de Novak Djokovic está cerca de terminar seguramente lo tildarán de loco. El serbio tiene 28 años, hambre, pasión, está libre de lesiones y, lo más importante, tiene el olimpo del tenis al alcance de su raqueta.

El serbio aglutina todas las condiciones para seguir escalando de dimensión y explorando sus propios límites. Ayer logró su undécimo Grand Slam y la estadística desde 2011 es abrumadora: diez de los últimos 21 grandes están en sus vitrinas.

Sin embargo, sus datos hay que enmarcarlos en un contexto específico. Conquistó sus 11 Grand Slam en la posiblemente mejor época del tenis. Sus máximos rivales fueron Roger Federer y Rafael Nadal, dos jugadores que cuando el serbio explotó ya peleaban por un lugar en lo más alto de la historia.

Djokovic ya sólo tiene por delante los 12 grandes de Emerson, los 14 de Nadal y Sampras y los 17 de Federer. Le faltan seis para empatar con el más exitoso, el suizo, algo que parece a su alcance visto en panorama del tenis actual. Federer, de 34 años, no gana un grande desde 2012 y Nadal, de 29 años, está en un momento de incertidumbre. Otros, como Murray o Wawrinka, no son capaces de sostener un pulso a largo plazo.