Con tintes de gran final

El Córdoba se ha empeñado en jugar finales desde ya. Como si no tuviera bastante con todo el embrollo institucional que le rodea desde hace unos meses, el lío se ha trasladado ahora al verde. Todo por culpa de una racha de tres derrotas consecutivas que ha tirado por la borda todo el horizonte soleado que se había dibujado durante febrero. Marzo ha empezado nublado. Y amenaza con tornarse en un huracán de consecuencias imprevisibles con un calendario de órdago. Esperan cuatro rivales directos, ahora sí, por la permanencia. Llega la hora de dar el callo. Es el momento de que esta plantilla demuestre que tiene dentro todo lo que se le ha supuesto desde un principio. Basta ya de excusas baratas y mirar para otro lado. Toca hacer autocrítica, mejorar todo lo mejorable, que es mucho, y empezar a levantar el vuelo para que la comedia vivida hasta ahora no se torne en drama.

El CCF anda mal. Ni siquiera las sensaciones acaban de ser tan positivas como para pensar en que la habitual dosis de sufrimiento no llegará esta campaña. Hay quien ya la está experimentando tras un bache que ha dejado el play off en un bonito sueño. Toca resignarse y pensar que otra vez el objetivo es conseguir una salvación lo más honrosa posible. Y si huyendo de abajo el equipo es capaz de llegar a arriba con tiempo suficiente para pelear por algo, pues bienvenido sea. De todas formas, ya se sabe que quien no se consuela es porque no quiere. Porque si a orillas del Guadalquivir el curso está siendo cuanto menos insuficiente -acorde a las expectativas creadas allá por el mes de agosto-, en Santa Cruz ya no saben qué hacer con su Tenerife. La apuesta por un regreso súbito a la elite tras bajar de Primera División hace menos de un año tendrá que quedar para otra ocasión. Aquello de que estar en descenso es consecuencia de la falta de adaptación ya no convence a nadie. Tras casi siete meses de competición y después de despedir a dos entrenadores, el cuadro insular sigue habitando en puestos de caída directa a Segunda B. Ésa es la cruda realidad de un proyecto que comenzó torcido y que, con el cordobés Antonio Tapia al frente, tiene 13 semanas para salvarse de la quema. De momento, el Tenerife cuenta con 8 puntos menos que el CCF y tiene la salvación a la mitad del camino. De ahí la importancia del envite de esta tarde en el Heliodoro.

En ese estadio, el equipo blanquiverde se presentará con 19 jugadores. Lucas Alcaraz ha querido curarse en salud tras las molestias sufridas desde la pasada semana por Alberto García. El catalán ha entrado en la convocatoria y todo hace indicar que recuperará la titularidad tras la discutible actuación de Navas en el Martínez Valero, pero por si acaso también ha viajado Coca. Con él son cuatro los canteranos que forman parte de la expedición. Mane se mantiene entre los profesionales tras su notable debut en Elche y Fuentes vuelve para cubrir la ausencia del sancionado De Coz; el cuarto es Fernández, el único que parte con el puesto garantizado en el once como el lateral diestro. La otra gran novedad es el canario Jonathan Sesma, que vive su particular derbi en Santa Cruz. Es el principal candidato a suplir a Arteaga -Camille es la otra alternativa, por lo que el beneficiado sería Fuentes-, lesionado como Gerardo y Javi Flores. Gaspar, Beobide y Dañobeitia son los otros que tampoco han viajado, en este caso por decisión técnica.

A pesar de la crisis de resultados y, en menor medida, de juego, Alcaraz ha demostrado durante la semana su confianza en el bloque que viene utilizando. De ahí que no se espere una gran revolución, al margen de los cambios de obligado cumplimiento por las bajas de David de Coz y Arteaga. Si acaso, la entrada de Pepe Díaz en ataque por un Oriol Riera que ha perdido frescura para acompañar al omnipresente Charles. Así, el CCF dibujaría un frente ofensivo rápido, valiente, incisivo... El primer paso para devolver la imagen que se quedó en febrero.