Es difícil imaginar un equipo con dos caras tan diferentes en un mismo partido. De la intensidad a la relajación, ese mal que engulle a modestos y grandes por igual antes de que te des cuenta. El CCF, sin tener el duelo abrochado, aunque hubiera hecho méritos de sobra, se dejó ir en la segunda mitad y, ya cuando se vio por debajo en el marcador, quedó sin argumentos para la reacción. Djukic, sin variar el sistema, agitó el frente ofensivo y ganó presencia con los cambios, pero el muro que había levantado ya el Almería resultó insuperable.

El CCF salió con el mismo once que ante el Madrid. Y como entonces, marcó pronto. Con una marcha más que su rival, que dejaba espacios para jugar con comodidad, el cuadro local estuvo siempre cómodo. Las ayudas de los pivotes y el desgaste del resto imposibilitaba llegadas visitantes. Y para el ataque, con lo que imaginaran los tres enganches para aprovechar el trabajo de Florin, bastaba.

Ese 1-0 era un resultado envenenado. Pero el CCF se dejó ir demasiado y regaló dos goles. Dos fallos defensivos graves pusieron por encima al Almería. Cuando tocó reaccionar, Djukic lo hizo tirando del banquillo, incluso del debutante Zuculini. Pero los cambios de posición de los hombres de arriba y los numerosos envíos, incluso abusando al final del juego directo, resultaron vanos.