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"¿A quién se quiere más: a una madre o a una esposa?"

  • José alaba a la afición, "un soporte básico" cuando "nadie creía en este Córdoba" · El técnico confesó sus "sentimientos encontrados" por la suerte de su equipo y el Cádiz

Falta diccionario para describir el semblante de José González en su cita con los medios de comunicación. El gaditano se encontraba exactamente en el punto medio entre la alegría por el deber cumplido con el Córdoba, su equipo actual, y la amargura por el descenso del Cádiz, el club de su vida. Con los sentimientos a flor de piel, al entrenador blanquiverde se le enrojecieron los ojos y se le quebró la voz en pleno discurso. La felicidad no era plena.

"En determinados momentos de esta temporada, el fútbol ha sido muy cruel con el Córdoba, y hoy -por ayer- le ha sonreído la fortuna en la última jugada en el Rico Pérez. Hay motivos para estar satisfechos, porque la permanencia significa mucho para la ciudad y para un equipo que está creciendo". Apenas media hora después de que la Liga concluyera, José iba asumiendo el valor del logro. Y quiso, por encima de todo, "dar la enhorabuena a la afición", un soporte básico "en Albacete. Fue el momento clave, cuando nadie creía en el equipo". En definitiva, el equipo se levantó y ha culminado una especie de "milagro", sumando "13 de los 18" últimos puntos en juego.

En el otro lado de la balanza, el Cádiz, precisamente un conjunto asociado a las proezas a lo largo de la historia. "¿El Cádiz de los milagros? No es momento para hablar de eso. Tengo unos sentimientos encontradísimos en estos momentos. ¿A quién se quiere más: a una madre o a una esposa? No sé qué sentir, si estoy alegre o descontento", admitió, e hizo una pausa. Las lágrimas asomaban y no le dejaban expresarse.

El técnico explicó que "había futbolistas tirados en el suelo" en el momento fatídico, cuando González González señaló el penalti a favor del Cádiz. Pero la moneda cayó cara, y sus jugadores "se lo merecen todo. El nivel de implicación ha sido bárbaro. Les he dado el coñazo y han seguido creyendo, han estado implicados. Han hecho un partido que les debe saber a gloria".

Vivió el tramo final del encuentro "con muchísima intensidad, porque ellos se volcaron. Nos tocó achicar y sufrir". La Real Sociedad ya no tenía prácticamente opciones por las holgadas victorias del Sporting y el Málaga e "intentábamos transmitírselo, de ahí el pelotazo de rabia (se ganó una amonestación de libro). Porque enfrente había unos futbolistas, y quería que la Real Sociedad se metiera en el pellejo de los que estaban enfrente. Ha sido una situación muy difícil".

El preparador cordobesista justificó sus cambios, encaminados a proteger el empate por encima de buscar el triunfo: "Si me meten a mí, estaríamos ahora mismo en Segunda B. Yo no puedo jugar en dos campos. Había gente que estaba muy tocada, porque contrarrestar el juego de la Real era muy difícil. Nos hemos quedado sin salida en el segundo tiempo, y un cambio ofensivo podría haber provocado más situaciones de gol. Hemos sido capaces de hacer bien nuestro trabajo y tener suerte". Afortunadamente, el punto bastó; al Córdoba, no al Cádiz de su alma. El campeonato tuvo el desenlace más cruel para un entrenador que sintió a la vez la invasión de la alegría y la punzada del dolor por el descenso del equipo de su tierra.

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