Del puro caos a la concordia

el broche de plata

Las dos visitas del Villarreal B retratan el péndulo sentimental de la afición

F. Merino / Córdoba

11 de octubre 2011 - 05:02

No hace ni un año de aquello. Córdoba-Villarreal B, jornada 13 en El Arcángel, 8.011 espectadores el domingo 21 de noviembre de 2010. Los blanquiverdes no iban demasiado mal. Tampoco demasiado bien. Una derrota en Alcorcón el lunes anterior por 2-1 les había truncado la que sería su mejor racha del curso -siete jornadas sin perder, con dos victorias y cinco empates-, un periodo que les había permitido no entrar en zona de descenso. Tampoco en la de ascenso. De hecho, desde entonces y hasta el final, el equipo tuvo sus topes en el puesto once y el diecisiete. Ya se podía intuir que el club iba a describir una trayectoria irrelevante. Un viaje por tierra de nadie. Ninguna sorpresa. Ni alegrías ni sobresaltos. Atonía. Nada. El Córdoba era el perfecto equipo intrascendente.

Pues esa fría tarde de otoño se armó. Pudo haber sido antes o después, pero ocurrió entonces. El día de furia del cordobesismo estalló y la tarde fue de las más agrias que se recuerdan. Charles, desquiciado, fue expulsado por frenar de manera escandalosa una contra del filial amarillo en el minuto 35. Con diez, los anfitriones se parapetaron para aguantar el asedio de un Villarreal B que tuvo el balón y las ocasiones. La banda sonora fue de bronca y rechifla. Lo peor llegó cuando un fallo de Javi Flores hizo que un amplio sector de la grada prorrumpiera en cánticos en contra del canterano, que se apagó por completo desde entonces. Nada fue ya igual entre el que fuese símbolo de una época y la afición de El Arcángel, que mostró su perfil más crítico con el capitán y, después, con el presidente José Miguel Salinas.

"Voy a decirlo con toda sinceridad: la actitud del público me ha parecido miserable. Es una actitud cobarde ir a hundir la moral de un jugador que es de aquí y que lo entrega todo", dijo el rector al terminar el lamentable evento. Los foros de seguidores y el mundo peñístico interpretó aquella apreciación como un insulto. El asunto coleó durante mucho tiempo y dejó heridas que nunca terminaron de cerrarse. Ni Salinas ni Flores están ya en el club. Aquel partido fue la expresión más ruda de las fracturas de una entidad que se desmoronaba desde los cimientos. Inmerso en un rocambolesco proceso de venta, con un proyecto deportivo resultadista y con poco atractivo para el seguidor, las arcas vacías y un porvenir incierto, el CCF veía cómo la tradicional alianza con su sufrida afición, su mejor patrimonio, se iba a pique. El marcador fue, desde luego, lo menos malo de una jornada que dejó sensaciones horribles en el cordobesismo. La megafonía subió el volumen para enmascarar los silbidos de reprobación. Aquel duelo terminó 0-0, un empate que se dio por bueno.

otro buen empate

Córdoba-Villarreal B, jornada 8 en El Arcángel, 9. 658 espectadores el domingo 9 de octubre de 2011. En un partido disputado inmediatamente antes en Almería, un gol de Javi Guerra en el tiempo de descuento dio al Valladolid un empate en terreno de los hombres de Lucas Alcaraz (1-1), lo que dejaba los blanquiverdes con la posibilidad matemática de dormir como líderes de Segunda si vencían al filial villarrealense por tres goles de diferencia. Había quien firmemente creía que ese resultado podía producirse. El partido fue trepidante. El Córdoba pudo ganar y también perder. Los seguidores tributaron al equipo una ovación en su despedida. Aquel duelo terminó 1-1, un empate que se dio por bueno.

el calvario del depor

El aterrizaje en Segunda después de 20 años no ha sido, como podía intuírse, fácil para el Deportivo de La Coruña. El equipo gallego es el que más goles ha recibido a domicilio esta temporada, ocho dianas en solo tres partidos lejos del abrigo del estadio de Riazor. Será el próximo equipo que visite El Arcángel.

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