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Que pase el siguiente (4-2)

  • El CCF recupera sensaciones ante un rival con los dos pies en Segunda B y recupera su plaza en la zona de 'play off' Los blanquiverdes, con Taira al timón, encontraron en la estrategia un filón.

Anoche quedó claro que Tarragona no tendrá fútbol profesional la temporada que viene y que el Córdoba estará peleando por el ascenso a Primera División hasta donde alcancen sus límites, que en buena medida dependen de los tropiezos de los rivales directos. De momento es sexto y tienen que bajarlo de ahí, básicamente el Almería. Gaspar y Pepe Díaz, los dos cordobeses rescatados de la amenaza del ERE en verano, encarrilaron el desigual duelo con el colista, que cogió aire con un libre directo de Tuni antes de que Borja García y Dubarbier, con otro golazo de falta, despejaran cualquier incógnita a falta de media hora. El Arcángel se relajó e incluso pasó por alto el 4-2 definitivo, obra de Raúl Fuster con la venia de Arias en el tercer golpe franco del encuentro. El CCF emerge, el Nàstic se hunde.

A pesar de los errores defensivos en el empate previo con el Alcoyano, que costaron la sustitución a Gaspar y Ximo Navarro, Paco Jémez confió en ellos para formar la pareja de centrales en un once que hacía un hueco a Taira, debutante en la Liga, y Pepe Díaz, recompensado por su lección de orgullo y acierto en El Collao. El Córdoba salió moviendo y moviendo la bola, sin demasiado nervio, cuando Pepe llamó a la puerta. El de Almodóvar atacó un centro de Charles, que al igual que Borja García se movía entre líneas para desequilibrar, y Rubén Pérez desvió el cabezazo al larguero. Era el minuto 3. Poco después, el cordobés se sacó un zurdazo tras un recorte y el portero repelió con apuros. Entre medias, un segundo intento consecutivo de Fede Vico desde la frontal dejó a Taira con las ganas de engatillar, aunque el portugués se redimió con una interesante conducción al borde del cuarto de hora. Le falló el remate, mordido.

Como no podía ser de otra manera, el partido era del Córdoba, que por momentos ejecutaba su añorada presión a todo campo y buscaba la espalda a la zaga grana con López Garai como termómetro y Borja disgustado a pie cambiado, ya que le pegaban bastante y Ocón Arraiz no le concedía nada. Mientras, Fede se asomaba con sus descaradas arrancadas por la derecha. En el 18' se produjo una situación signicativa: 21 hombres en una mitad del campo y Arias solo en la otra. La jugada acabó con una rosca de Fernández con demasiado efecto, ya que el balón salió por la línea de fondo en pleno vuelo.

Los fallitos lastraban a un equipo que no podía descuidar la espalda por el talento de Morán y la zancada de Tuni. Entregas o controles defectuosos impedían dar continuidad al juego y someter al Nàstic por acoso y derribo. En ese sentido, Paco estaba muy encima de Taira, cuya voluntad propiciaba una de cal y otra de arena. El atasco fue resuelto por la estrategia, que echó un bendito cable por primera vez en todo el campeonato: Borja colgó una falta y la cabeza del capitán, Gaspar, hizo el resto.

Superado el primer cuarto de partido, el CCF encarrilaba una tarde-noche fundamental en sus aspiraciones. El Nàstic, muy tocado por sus problemas deportivos (tiene la permanencia a diez puntos y ya sólo cinco jornadas pendientes) y extradeportivos (las nóminas se hacen de rogar desde hace cinco meses, así que en Tarragona no les ha temblado la mano a la hora de  rescindir los contratos de Powel, Hugo Bargas y Arzu), empezó a protestar las decisiones arbitrales. Incluida una amarilla a Pepe Díaz, pues la plancha a Ruz era más bien de un tono naranja.

Borja no se cortó a la hora de probar a Rubén desde 30 metros; el que no lo intenta, no marca. Y él encabeza el Trofeo Zarra, así que es una voz autorizada. Pepe Díaz está lejos de esas quinielas, aunque dio otro pasito con su cuarto gol en esta Liga al cabecear un gran centro de Taira en la prolongación de un córner. Los dos grandes protagonistas de la alineación rodaron por el césped en un abrazo aclamado por el público. El choque quedaba prácticamente sentenciado con todo el segundo tiempo por delante, aunque había que reseñar que Arias había frustrado el 1-1 poco antes al salir de su área con arrojo para abortar una colada de Tuni.

Longás, ya preparado para entrar, vio desde la banda el 2-0. El interior suplió al lateral zurdo, Mingo, en un movimiento lógico de D'Alessandro: ya tenía, y tiene, poco que perder. El entrenador argentino dio un giro de tuerca en el descanso con el canterano Juan Millán, que se ubicó arriba en detrimento del pivote Rodri, al tiempo que el primer retoque de Jémez resultó obligado: Cerra por el lesionado Fuentes. El desafortunado arranque del segundo acto tenía reservado otro disgusto: Tuni forzó una falta de Gaspar en la media luna y él mismo colocó el cuero en el ángulo, aprovechando el típico pasito de los guardametas descuidando su palo. Arias lo pagó.

No obstante, el desliz no le salió demasiado caro al boliviano. Porque el Córdoba zanjó el sufrimiento del anterior compromiso en casa, el 3-2 al Guadalajara, en un visto y no visto. Borja, el que siempre lo intenta, volvió a intentarlo y anotó el tercero con la involuntaria colaboración de Mairata. El madrileño pidió el cambio a raíz de esa acción y lo de su relevo, Dubarbier, fue llegar y besar el santo: golazo de falta después de que Rubén Pérez fuera amonestado por un encontronazo con Díaz.

Con media hora de partido y cinco jornadas en tres semanas por delante, el Córdoba empezó a pensar en el derbi del miércoles con el Recre. Paco reservó a López Garai dando minutos a Alberto Aguilar ante un adversario malherido y con pie y tres cuartos en Segunda B, donde seguramente tendrá cabida otro joven como Eugeni. Sin Tuni y con El Arcángel cantando y botando, el cuadro catalán ya no tenía nada que hacer.

Dubarbier acarició la manita con un testarazo a bocajarro, Fernández se dejó ver en ataque doblando a Fede y Pepe se mantuvo en la brecha, aunque el trabajo ya estaba hecho. Raúl Fuster acortó diferencias ya en el 81' gracias a otra falta de Gaspar y otro fallo de Arias, reincidente al despreciar su palo. Salvando las distancias, parecía Casillas con los goles encajados ante el Málaga y el Villarreal semanas atrás.

El broche negativo, premio para un bloque con amor propio a pesar de su desgraciado porvenir, no desanimó a los hinchas más ruidosos. Desde el Fondo Norte se acordaron del artífice de esta obra, Paco Jémez, cuando el cronómetro enfilaba el descuento. Ocón silbó el final y el preparador cordobesista se fundió en un abrazo con D'Alessandro, al que acababa de dar la extremaunción. Suyo es el cielo.

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