El partido del miércoles ante el Barcelona es único. Servirá para desempolvar los libros de historia y retroceder 40 años. Será una ocasión para el lucimiento de la marca Córdoba. Para adecentar los exteriores de El Arcángel. Para reventar de billetes las deterioradas arcas del club. Y, por qué no, para que más de uno saque pecho y luzca palmito allá por donde sea requerido. Todo eso está muy bien. Pero se acabará diluyendo. Porque lo importante es la Liga. Lo que vale de verdad es el torneo de la regularidad que puede permitirte estar el año que viene recibiendo a los gigantes del fútbol patrio cada quince días. Es por eso que hoy, al menos hasta las dos de la tarde, sólo caben en la cabeza las palabras Sporting y Gijón. Todo lo que sea mirar más a Messi que a David Rodríguez, a Iniesta que a Mandi, a Piqué que a Canella… sería un gravísimo error. Un fallo que ya ha podido cometerse en semanas precedentes, llenando de piedras un camino que empezaba a despejarse. Y que, por lo tanto, no debe volver a repetirse. Por el bien de todos.

Porque desde que el CCF se vio con posibilidades reales de eliminar a la Real y empezó a vislumbrar ese cruce con el Barça, el equipo ha ido acumulando en la esquina de la mesa las tareas ligueras. Arrinconándolas. Y ahora se está dando cuenta de que si sigue sin meterle mano al final se le va a hacer imposible cubrir el expediente. Van ya tres jornadas sin conocer la victoria, con dos de esas citas en el antes inexpugnable recinto de El Arenal. Pero eso, curiosamente, sólo ha hecho acercar un poquito más el último billete hacia el play off. Esa es la lectura positiva, en la que se quedan los que no ven más allá de la siguiente columna. El que tiene una visión más amplia, se tira de los pelos. No hay que conformarse con ser el último del vagón cabecero, porque eso sería jugar con fuego. Hay que tratar de adelantar posiciones. Y para eso, la única receta conocida es ganar partidos.

Empezando por el de hoy ante el Sporting, un rival más agobiado aún porque anda bastante más lejos del objetivo y ya ha quemado su primera bala. El cuadro gijonés lleva apenas tres empates en los últimos cinco duelos, por lo que sigue lastrado, más cerca de los puestos bajos que de la nobleza en la que se suponía tenía reservado un sitio. La mano de Sandoval se notó de inicio, pero luego todo ha vuelto al punto en el que lo dejó Manolo. Pero esto no hace más que convertirlo en un enemigo temible. El antecedente del Hércules invita a ir con pies de plomo, ya que la bestia puede despertarse en cualquier momento. Y esa brisa que se levanta a orillas del Guadalquivir ya ha servido de reloj de más de uno…

Aunque hoy, en principio, sólo servirá para dar la bienvenida a una masa enfurecida que teñirá de blanco y verde las gradas de El Arcángel. La agresiva política de precios de la entidad ha sido acogida a las mil maravillas, por lo que se espera, de largo, la mejor entrada de toda la temporada y una de las más importantes de la historia. Además, con multitud de menores. Punto importante para que la semilla no se pierda.

Volviendo al presente, Berges ha convocado a todos sus hombres sanos para dar las mínimas pistas posibles al enemigo. Sólo irán vestidos de calle el sancionado Cristian y el lesionado Patiño. El técnico tendrá que decidir si López Silva está para jugar o no, y en caso afirmativo si repite en el once. Es la gran duda, pues el resto parece claro a pesar de la marcha reciente. Fernández, sin máscara, Caballero y Rennella saltarán al campo. Como también debe hacerlo Fuentes en el lateral zurdo. El equipo base. El equipo más fiable hasta la fecha. Armamento de sobra para tumbar al conjunto asturiano y, de paso, meter algo de inquietud al Barcelona. Porque en el momento que el árbitro decrete el final, todo el cordobesismo se pondrá a pensar en la visita del mejor equipo del mundo. Eso será a las dos. Antes, toca Sporting, Sporting, Sporting…