Paralelismos e indicios

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Paralelismos e indicios
Toni Cruz / Córdoba

29 de octubre 2010 - 05:02

Tres alegrías, tres, suma el Córdoba en sus tres últimas visitas al Nou Estadi de Tarragona. Tres en muy diverso grado, pero dos de ellas con un paralelismo notable. El 3 de febrero de 2008, el brasileño Arthuro adelantó a balón parado (de penalti) al conjunto entonces entrenado por el cordobés Paco Jémez. El 14 de marzo de 2009 otro sudamericano, el argentino Cristian Álvarez, anotó otro tanto a balón parado (de falta) para dar el 0-1 a un equipo dirigido por otro de la tierra, Luna Eslava. En ambos encuentros esa primera ventaja fue, paradójicamente, un pesado lastre: el Córdoba desapareció y el Nàstic desarboló a su rival con calidad. Así, y en consecuencia, llegaron los goles. En 2008 ambos los coló Campano, el que daba la vuelta al marcador en el 60'. Tres minutos y un año más tarde fue Jandro quien colocó el 2-1, tras el 1-1 de Víctor Casadesús.

Además, en esas dos visitas a Tarragona el CCF logró empatar en el último suspiro y sendos anotadores fueron dos que no tuvieron demasiada suerte (Juanlu en 2008 y Natalio en 2009) en sus cortas historias como jugadores del equipo de El Arcángel. El malagueño empotró en las mallas desde la banda izquierda (su buen perfil) un balón perfectamente servido por Julio Pineda. Un 2-2 en el minuto 95. El valenciano también fue auxiliado por otro atacante, Asen, antes de chutar con la diestra (su buena) para superar al portero Felip. Otro 2-2, en el minuto 91.

Los dos puntos fueron cruciales tanto en lo anímico como en lo deportivo para el Córdoba, porque fueron logrados en momentos en los que el grupo estaba bajo de moral y de manera tan agónica que supieron a auténticas victorias.

Un triunfo que sí lograron bajo la batuta de Lucas Alcaraz el año pasado, y además con una extraña autoridad. En, acaso, su encuentro más completo a domicilio de toda la temporada, se impusieron por 0-2 (goles de Pepe Díaz y José Vega) y enmendaron un panorama que, como ahora, se había ennegrecido por dos malos resultados consecutivos.

Antes de esos tres últimos envites, alguna que otra alegría y un palo enorme, el de 2005. Entonces, en plena remontada de los héroes blanquiverdes, un cabezazo de Diego Torres en el minuto 89 dinamitó las esperanzas del Córdoba de sumar una victoria clave. Pudo ser peor, porque Saja salvó en el último suspiro un remate de Sergio Francisco. El público presente en el recinto catalán no dudó en desear el descenso (con sorna) a los jugadores entonces adiestrados por Crispi.

Otra curiosidad de los choques entre el Nàstic y el CCF en el Bajo Ebro radica en que siempre han servido de vaticinios del desenlace de la temporada. Dejando aparte que en 2005 después de perder bajaron, la primera vez que se vieron, en 1973, se registró un empate que obligó a ambos a luchar por no bajar hasta el final.

En la siguiente campaña, el Córdoba perdió 2-1 y se libró de bajar tras promocionar contra el Almería. En la Liga 74-75, por el contrario, el 0-2 se enmarcó en la lucha de los chicos de Vavá por subir a Primera.

La siguiente visita se saldó con otro triunfo foráneo; el Gimnàstic acabó bajando como colista (por cierto, Uceda fue el entrenador en ese choque, pero Eizaguirre estaba ya en la grada). En la 78-79, el Nàstic venció al Córdoba y subió a Segunda. Dos años después fue el bando blanquiverde el que ganó (1-2) y ascendió. Es decir: cuatro victorias, cuatro empates y tres derrotas y la sensación de que el Nou Estadi es termómetro y augur del futuro del Córdoba. Una misma historia sí se puede repetir tres veces. Y hasta cuatro.

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