Decididamente, Bernabé García e Ito no se irán en un futuro juntos a tomarse unas cañas. El sábado se encontraron por segunda vez en su vida sobre el mismo terreno de juego y el colegiado le volvió a castigar con la mayor pena que un futbolista puede sufrir. La roja, esta vez directa, fue de un talante bien distinto a la mostrada en Chapín. Si aquella fue por doble amarilla y en dos acciones que bien podrían haber sido tomadas con mayor levedad por el árbitro, ésta tuvo su origen en una dolosa acción del centrocampista en un rifirrafe con Apoño. El codo de Ito se tornó en arma vengadora ante los insistentes agarrones de su par. Se tomó la justicia, nunca mejor dicho, por su mano (y por su brazo). Bernabé no vaciló en apartar a la turba de jugadores que rodearon en segundos al jugador para, luego, enseñarle el camino de los vestuarios.

Más tarde impartió justicia al centrocampista malaguista. Su acción sólo fue merecedora de una amarilla. Y el balón, al Córdoba por la falta previa de Apoño.

Ayer, Ito no parecía estar para nadie. Se ejercitó en el entrenamiento con sus compañeros y, luego, no dio señales de vida. Requerido por los periodistas para que se explicase ante los micrófonos, se hizo el sueco y prefirió abandonar el estadio sin hacer mucho ruido. De puntillas.

En Sevilla no jugará por sanción. Después será Paco el que tenga que juzgar si merece o no un castigo por su acción.