Fútbol con mayúsculas

En pleno Carnaval, dos rivales acérrimos del Cádiz -el de toda la vida y uno forjado el pasado verano- se ven las caras en un estadio acordonado por ser un partido de alto riesgo y con las gradas repletas de sol y colorido. El Córdoba y el Xerez se miden esta mañana en un derbi repleto de tintes emotivos. Fútbol en estado puro. La expectación es enorme ante el cruce entre dos conjuntos en auge que contarán con el apoyo de sus respectivas legiones de fieles: los socios blanquiverdes han ido pasando por el aro de los suplementos -habrá quien lo vea por la tele, y está en su derecho- para ayudar a su equipo en la huida de la zona de descenso, al tiempo que los seguidores azulinos pretenden dar una lección de cariño apasionado en una temporada que puede ser histórica, ya que se han postulado como los más serios aspirantes el ascenso. Habrá cerca de 2.000 hinchas visitantes con entrada, más los que vengan por su cuenta. Pasen y vean.

Menos Yordi y los que prefieran la pantalla y la cervecita en vez de sentirlo en sus carnes, no faltará casi nadie. Guzmán sí, aunque reconforta verle sonriente, deseoso de acortar los plazos de su recuperación para galopar cuanto antes. El pacense es la única baja que acusa Luna Eslava junto a la del citado ariete, expulsado en la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios en una acción más propia de un principiante que de un profesional con 34 añazos.

Otro gaditano, Raúl Navas, defenderá el arco blanquiverde con el propósito de prolongar la racha de jornadas imbatido. Ya lleva dos, en las reconfortantes victorias ante el Alavés y el Sevilla Atlético. Los encuentros que han plasmado la evolución de un bloque que ahora se siente más seguro.

Atrás se mantiene la línea compuesta por Cristian Álvarez, Gaspar, Pierini y Rubén. El argentino encara el test definitivo como lateral derecho: enfrente arrancará Momo, un diablillo que desborda por fuera o con diagonales y que ha marcado en las siete citas de 2009. El canario está que se sale.

Los centrales lidiarán con Calle y con Antoñito, otro ratón escurridizo, el mejor socio de Momo. En esa labor recibirán el auxilio del doble pivote. Ahí empiezan las cábalas. Ito y Katxorro cuentan con el beneplácito del entrenador, aunque Santi Carpintero, suplente en Sevilla tras reaparecer como titular contra el Alavés, nunca decepciona. Y si hay un partido donde conviene dar consistencia a la medular, es éste. Porque el Xerez se sustenta en la jerarquía de Vicente Moreno, la pausa de Viqueira y la aceleración de Antoñito. Un triángulo espléndido. Cabe la opción de que Luna retoque el doble pivote con Carpintero y tire unos metros más arriba a Katxorro. Sin embargo, la variante más probable, en ausencia de Yordi, pasa por adelantar a Asen y devolver el puesto de mediapunta a Javi Flores. La alternativa menos factible consiste en dar libertad a Natalio como segundo punta, dejando la banda derecha para un Oberman que va a más pero carece de la chispa del resto. El costado izquierdo es para José Vega, jerezano de pro.

Con seguridad, en el banquillo estarán David Valle, Pablo Ruiz, el inédito Javi Casas -los dos refuerzos invernales del Xerez, Abel y Altidore, no se han estrenado y ni siquiera figuran en la convocatoria-, el oscurecido Arteaga y el voluntarioso Pepe Díaz, la novedad en la lista por la baja de Yordi. Siguen sin entrar en los planes del técnico Fernando López, Aurelio, Endika ni los dos laterales derechos natos que iniciaron el curso, Ceballos y Mario. Definitivamente, la plaza es para Cristian.

Momo se relame. Es el factor más desequilibrante de un combinado invicto este año y lanzado por sus cuatro triunfos de una tacada. El Xerez llega líder en solitario -y con un partido menos- al beneficiarse de los tropiezos de varios perseguidores, incluido el Tenerife. Por su parte, el Eibar ganó en Vigo. Malo para el Córdoba.

Dijo Natalio tras debutar que "en cuanto cojamos una rachita, la gente irá como aviones". Hay que exprimir la rachita. Otra cosa es que, mientras Jerez de la Frontera tiene un aeropuerto en condiciones, aquí no duró ni dos días.