Fátima Gálvez y la cuadratura del círculo
Diez años después de proclamarse campeona mundial júnior en Lonato, la baenense repitió éxito en categoría absoluta Los Juegos Olímpicos de Río 2016 son su siguiente gran objetivo
Todos guardamos en nuestra retina el recuerdo de algún lugar especial. Rincones del mundo que nos evocan momentos de felicidad, algún amor de juventud, viajes inolvidables con amigos o ciudades donde el crecimiento personal y profesional nos hizo mejores personas. Son sitios con los que uno suele mantener una cierta relación de nostalgia y a los que el simple hecho de regresar nos provoca sentimientos encontrados. Ya dijo el maestro Joaquín Sabina que al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver... claro que hay excepciones. También existen lugares en los que uno nota el despertar de sus capacidades, un magnetismo especial que nos impulsa y nos hace superarnos. Lonato es ese lugar sagrado para Fátima Gálvez.
En esa pequeña localidad del Norte de Italia -menor en número de habitantes que su Baena natal- la tiradora cordobesa comenzó su círculo virtuoso hace ahora 10 años y con apenas 18 de edad, consiguiendo su primer gran éxito en el panorama internacional, el oro en el Campeonato del Mundo júnior. Una década después, convertida ya en una mujer, Fátima regresó el pasado viernes a su templo predilecto para alzarse con el título mundial en categoría absoluta y demostrar que hoy por hoy es la gran dominadora en una disciplina tan impredecible y cambiante como el foso olímpico.
La sonrisa serena con la que Fátima asimiló que acababa de proclamarse campeona del mundo encierra el sufrimiento de años de trabajo en la sombra, con los recursos justos y alejada de los grandes focos, pero también escondía la frustración de los últimos meses, en los que la baenense se vio apartada del equipo nacional de manera grosera e injusta por reclamar lo que es suyo, lo que se ha ganado en los campos de tiro de medio mundo. Las desavenencias económicas con la Federación privaron a Fátima de acudir a la Copa del Mundo de Gabala y al Campeonato de Europa de Maribor, dos pruebas que afrontaba en un estado de forma óptimo tras haberse colgado a mediados de junio la medalla de oro en los primeros Juegos Europeos de la historia.
Fueron momentos complicados para la tiradora cordobesa, aunque su umbral de sufrimiento emocional ya estaba por encima de la media desde hacía bastante tiempo. Cuando hace unos años conoció a Alfonso Herrera -hoy convertido en su asesor pero sobre todo en un amigo que le ha ayudado a dar el salto de calidad competitivo y emocional-, Gálvez pensaba en dejar el tiro, desmotivada y sin ilusión por el poco rédito de sus éxitos y la complicada relación que mantenía con José Luis Pérez Sanz, entonces seleccionador nacional. Su talento parecía apocado por un entorno hostil que poco ayudaba a que el genio que lleva dentro floreciera en todo su esplendor.
Fue entonces cuando surgió una de las grandes virtudes que atesora la deportista baenense, su humildad para aceptar los consejos de sus allegados y la gente que de verdad se ha preocupado por ayudarla a trabajar sin descanso hasta alcanzar las cotas más altas. Cuando por fin asumió que rendirse no era una opción, su carrera deportiva cambió de pleno. Después de su debut en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde rozó las medallas con un quinto puesto final, su crecimiento competitivo ha sido exponencial. Se pudo observar claramente en la reciente final de Lonato, donde Gálvez se medía a una veterana como Elena Tkach. Con ella se ha enfrentado en todas las partes del mundo durante años de competición y la rusa se había convertido en una de sus particulares bestias negras. Pero todo eso quedó borrado de un plumazo.
De Lonato, Fátima no sale sólo con el título de campeona del mundo. Se lleva también un refuerzo moral de incalculable valor y la confirmación de que a día de hoy es la referencia mundial en su deporte. Algo que le dará la seguridad de que cualquier meta que se marque está al alcance de su talento para empuñar una escopeta. Entre ceja y ceja, Gálvez tiene ya los Juegos Olímpicos de Río 2106, donde optará a poner el broche de oro a un palmarés inigualable en nuestro país. También se lleva algo no menos importante, la seguridad económica de que podrá preparar su segunda participación olímpica con las máximas garantías y acompañada de Luca di Mari, el gurú del tiro que la ha aupado hasta la excelencia en apenas unos meses de trabajo juntos.
"Lonato debe ser mi lugar de la suerte", deslizó Fátima con una sonrisa radiante cuando se le preguntó por su especial conexión con el campo de tiro italiano. En ese pequeño pueblo de la provincia de Brescia, la cordobesa se acercó a algo que los matemáticos siguen señalando como inalcanzable pero que ella ya toca con las yemas de los dedos: la cuadratura del círculo.
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