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SEGUNDA B
Un gol de Sandro al filo del minuto 95 –“45 segundos fuera de tiempo”, Oli dixit– permitió al Lucena rescatar un punto de su visita a Écija. Un punto valioso que le permite mantener una victoria de distancia –más el average– sobre el conjunto astigitano, actual inquilino de la plaza de play out y frena una racha de dos derrotas consecutivas. Sin embargo, esta postrera alegría no puede esconder los males de un equipo en el que Antonio Gutiérrez parece haber perdido el norte. El técnico, elogiado por la apuesta por el fútbol de toque impuesta desde su llegada, decidió dar ayer un giro de 180 grados, y volver a la racanería de etapas anteriores. Llenó a su equipo de rocas y le quitó el criterio en la organización y el juego por las bandas. Así, obligó a sus jugadores a arrastrarse más de una hora ante un rival normalito que se dedicó a aprovechar los regalos de la defensa visitante para acariciar el triunfo. Pero entonces, con todo perdido, irrumpió Sergio Ortiz, se echó al equipo a las espaldas, se dedicó a rasear la pelota y en apenas diez minutos rescató un empate sellado por Sandro en el último suspiro que sabe a gloria bendita.
Gutiérrez cambió por completo la cara del equipo. La última derrota ante el Puertollano no debió gustarle un pelo al técnico, que ya castigó a Troiteiro y Quique dejándolos fuera de la lista. Como cabía esperar por la inseguridad transmitida en las últimas semanas por Revuelta, Toni García regresó al once inicial. Junto a él retornaron Sergio Bustos y Luija, mientras que Pérez y Ocaña se estrenaron de titulares con el sevillano en el banquillo. Era una apuesta distinta, alejada del buen trato al balón de las semanas precedentes y confiada a alguna acción de estrategia o un regalo del enemigo. Porque Cabello y Velasco eran dos islas, rodeadas de rivales y en clara inferioridad física. Ambos se fueron del partido sin disparar ni una sola vez a puerta.
Pese a todo, la movilidad de los atacantes lucentinos –especialmente Velasco–, creó alguna que otra incertidumbre en la zaga local. Sin embargo, cuando la pelota entraba en el área, la ventaja siempre era de los centrales y el portero del Écija. Así, el primer intento del Lucena llegó desde lejos, con una volea de Sarmiento que atrapó sin problemas Arturo. Mucho más peligro llevó la respuesta local. Requena sentó a dos defensas con un simple quiebro, y la puso a la frontal para la llegada de Angulo, que remató con fuerza, pero al lugar que ocupaba Toni García.
Estas dos ocasiones sirvieron para cortar los grilletes defensivos. El partido se animó por momentos. Y el que salió perdiendo fue el conjunto lucentino. Una falta lateral botada con celeridad por Requena acabó en los pies de Roberto, que fusiló a Toni García; Yáñez Megías minimizó el daño señalando fuera de juego. Fue el primer aviso, que evidenció la endeblez defensiva de un cuadro celeste que rozó el ridículo poco después regalando el primer tanto a Luna. Sergio Bustos dudó entre despejar –si es lo que había hecho durante todo ese tiempo, ¿a qué vienen esas dudas?– o dejar correr el balón, y lo que hizo fue ponerle un lazo al esférico para que el ariete lo llevara a la red. Fue un duro golpe para un equipo que pudo morir antes del descanso de no ser por otra parada de Toni, que abortó el tiro raso de Angulo.
Gutiérrez movió el banquillo para tratar de revertir la situación en el segundo acto. Adriano sustituyó a un Lanza mermado por un esguince de tobillo producido en el calentamiento. Pero nada cambió. Entre otras cosas porque la primera aproximación astigitana hizo subir el 2-0 al marcador. Roberto puso una falta donde hace daño, entre el área pequeña y el punto de penalti, la defensa miró para otro lado y David Hernández condujo la pelota a la red con un cabezazo. Toni García amenazaba con cortarse las venas.
El Lucena desapareció por completo. Lejos de lanzarse a por una remontada imposible, siguió con su rácano planteamiento. Cabello se quedó más solo todavía hasta la entrada de Sandro. Mientras, Requena y Angulo martilleaban una y otra vez por los costados a una zaga rota. Viendo que la apuesta por el contragolpe no era del todo mala, el debutante Oli retrasó un par de metros a todo su equipo.
Con más campo por delante, obligado por el marcador y con la manija de Sergio Ortiz –compararlo con Ocaña es un pecado– el Lucena maquilló el decorado. El centrocampista cordobés asustó con un libre directo que despejó Arturo junto a la base del poste. Y minutos más tarde se encargó de animar el tramo final del duelo con un gol de cabeza tras una buena jugada de Adriano. El Écija empezó a revivir fatídicos episodios del pasado y el Lucena, por primera en todo el partido, se decidió a jugar por abajo. Cabello, tras una falta ensayada con Ortiz, estuvo cerca del empate, que finalmente llegaría sobre la bocina con un zurdazo de Sandro que desató la locura entre la afición celeste y tapó las carencias que Gutiérrez había dejado al descubierto
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