Crónica de una serie de errores con final infeliz

Cisco López / Córdoba

09 de enero 2009 - 05:02

Dos años: un ascenso y una salvación agónica. Cuatro entrenadores: uno no renovado, dos destituidos y otro que empieza a estar cuestionado. Una veintena de fichajes y más de una docena de salidas. Son los fríos números que deja la salida de Emilio Vega, que aterrizó por sorpresa en El Arcángel el 6 de junio de 2006 y, de la misma forma, presentó su dimisión el miércoles. Mano derecha de Rafael Campanero desde su llegada al Córdoba, pasó en apenas seis meses de secretario técnico a director deportivo, quedándose con plenos poderes en verano tras la marcha de Rafael Rojas. Fue su segunda oportunidad para demostrar su conocimiento del mercado. No acertó. Tampoco lo hizo ayer, en su despedida, al no querer reconocer la crisis del club, con el equipo instalado en zona de descenso, un entrenador ya despedido y el responsable del área deportiva huyendo de la quema tras el firme veredicto de la grada.

La afición no le ha pasado una. Harta de los sinsabores del pasado, los mensajes de calma y las buenas proposiciones para el futuro no han calado en unos aficionados que vuelven a revivir viejas pesadillas. La euforia del ascenso -en un proyecto que comenzó Rojas y al que luego dio sus retoques Emilio- ya está olvidada. El presente es duro. La milagrosa salvación del pasado curso, con aquel penalti fallado por el cadista Abraham Paz, pudo haber servido para que el leonés se lamiera sus heridas (la apuesta por un técnico sin experiencia como Paco Jémez, la no incorporación de jugadores en enero...). Pero, lejos de hacer autocrítica, siguió vanagloriándose de su trabajo y apostó por la continuidad, dejando el objetivo del Córdoba en acabar entre los diez primeros. Ahora, tras dos pitadas nunca oídas en El Arcángel, se marcha por la puerta de atrás -tenía contrato hasta junio de 2010- y con el equipo sumido en una crisis de identidad que no invita, precisamente, al optimismo.

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