Arroz a banda, balón a ídem
Hércules | córdoba · el otro partido
En el Rico Pérez se vive en un estado de frustración extrema, que se refleja en las pitadas a Goiko... aunque el equipo gane · Montenegro, lesionado, vio el partido
Andoni Goiketxea sabe de fútbol, como no puede ser menos en un hombre de su experiencia. Goiko es historia viva: por ejemplo, él destrozó a Maradona con una entrada brutal en un Athletic-Barça (la rudeza frente al genio) y, en las antípodas, puso la guinda al póquer goleador de Butragueño en el 5-1 a Dinamarca del Mundial de México'86. El entrenador del Hércules marcó el camino del partido de ayer con sus declaraciones previas, en las que expuso varias cuestiones que llamaron poderosamente la atención. En todos sitios cuecen habas. "Tenemos que alcanzar los 50 puntos cuanto antes. Si ganamos al Córdoba podremos afrontar los siguientes compromisos con mayor tranquilidad".
¿Les suena? Es la cantinela habitual durante toda la campaña en el seno del Córdoba, aunque los ecos retumbaron con más fuerza durante toda la semana pasada. Y la que acabamos de iniciar se presume calentita. Ya está claro y reclaro que el objetivo es la permanencia, a pesar de que Paco Jémez insistió en la pretemporada en que no se conformaba con 53 o 54 puntos, a tenor de la calidad de sus futbolistas. El triunfo de ayer pule la tensión en el entorno del Hércules, un potencial candidato al ascenso que no va más allá de la zona media de la tabla.
"El Hércules está en una situación irreal por lo que pudo haber pasado y no pasó". ¿Les suena? A juicio de Goikoetxea, el cuadro alicantino debería tener unos diez puntos más a estas alturas del campeonato. Por culpa de pequeños detalles y goles postreros, el equipo está sufriendo de forma inesperada. Ocurre a la orilla del Mediterráneo, en la Costa Blanca, y allá por la ribera del Guadalquivir.
"Todos los herculanos debemos remar en la misma dirección, porque el Córdoba sabe que aquí hay tensión". ¿Les suena? El Arcángel es una olla a presión, pero más para los locales que para los visitantes. Las continuas decepciones han sumido a la afición en un estado de desencanto, como se pudo comprobar frente al Alavés. No obstante, hay un estadio bastante más tóxico para sus propios intereses: es el Rico Pérez, donde el miedo a fallar atenaza a los albiazules. De momento, eluden la ruina. Ayer, apenas había pasado un cuarto de hora cuando surgieron de las gradas los primeros pitos. Y en el 87', con el 2-1 en el marcador, el estadio coreó el "¡Goiko vete ya!". Así está el patio.
"Juanlu es rapidísimo y Cristian Álvarez tiene un toque excepcional". Los dos interiores cordobesistas acapararon la atención en el arranque: el malagueño con sus cabalgadas y el argentino sumando centros a su colección. Sin embargo, su aportación no fructificó. Y el Hércules, proclive a ser fulminado, se levantó de repente con dos acciones similares: envíos desde los costados -uno desde la izquierda, otro desde la derecha- y remates a gol. El Córdoba puso la teoría y su adversario, la práctica.
A eso de las 19.00 quedaron atrás las respectivas conjuras de ambos bloques y los efusivos saludos entre oponentes en los prolegómenos. La palma se la llevó Ariel Montenegro, baja ayer por lesión junto a dos internacionales, César y el peruano Mariño, y Tote, a quien se vio reír junto a un Javi Moreno que se tomó su suplencia con filosofía. Luego, tras entrar y marcar, desafió a los que se burlan de su sobrepeso. Hubo abrazos entre David Valle y otro ex blanquiverde, Álvaro Cámara, o entre Juanlu y Llera. Pequeñas intrahistorias del fútbol, esa pasión que a veces te da y otras te quita, te pone en el escaparate o te manda a los infiernos, te besa o te mata.
La semana pasada, el Córdoba era un manta. Y la manta abriga cada vez menos. El debate seguirá alimentando las once jornadas -todavía faltan 14 puntos para los 50- que delimitarán quién merece lucir en tonos dorados, continuar bañado en plata o aceptar el peso del bronce, gloria para Rafa Muñoz pero desastre para cuatro equipos de la Liga BBVA. Lo que para unos es negro, para otros es blanco… y verde. Merece la pena salvarse, aunque sólo sea por repetir arroz a banda en Alicante el año que viene.
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