Deportivo - Córdoba CF | El otro partido

La fiesta del cordobesismo en Riazor, que pudo ser incluso mejor

Los aficionados del Córdoba CF en Riazor.

Los aficionados del Córdoba CF en Riazor. / LOF

Al margen del empate conseguido por el Córdoba CF en Riazor, un punto para seguir sumando y mantener a una distancia considerable a un rival directo por el ascenso, el choque de la decimocuarta jornada sirvió al conjunto blanquiverde para ver disfrutar a su afición de lo lindo en un escenario imponente como es el feudo gallego.

Después de varias temporadas vagando por campos mucho más modestos, acompañando al Córdoba en escenarios nada lucidos, con malas ubicaciones y precios abusivos en las entradas, a la afición blanquiverde por fin le tocó disfrutar de un estadio que, no hace mucho tiempo, disfrutó de unas semifinales de Liga de Campeones y que ha visto a su equipo levantar títulos a nivel nacional.

Riazor sigue guardando ese aire de campo histórico del fútbol español, por mucho que el Deportivo esté a años luz de lo que fue en su mejor época. Y es que si algo tiene el club coruñés es una fiel afición que no abandona sus colores ni en los peores años de las últimas décadas. Ante el Córdoba, el feudo blanquiazul registró una entrada de 18.191 espectadores. Una cifra imponente y más propia de otra categoría superior. Pero es que sobre el césped había dos equipos a los que la Primera Federación se les queda muy pequeña. Con algo de suerte, en unos meses ambas aficiones deberían estar celebrando que por fin regresan a un fútbol profesional que les pertenece.

Entre esos algo más de 18.000 espectadores, el Córdoba estuvo acompañado por más de medio millar de aficionados blanquiverdes llegados desde distintos puntos del territorio nacional. Los más madrugadores llevaban ya un par de días disfrutando de las bondades de la ciudad coruñesa, pero el grueso llegó el mismo día del partido en los buses fletados desde la capital cordobesa.

La paliza de kilómetros no hizo mella en la afición cordobesista, que se hizo de notar animando a su equipo y a la que incluso se escuchó perfectamente corear a Miguel de las Cuevas cuando entró en el partido en tramo final. Una afición blanquiverde que, por cierto, fue muy bien recibida y tratada por la del Deportivo. En Riazor se vivió un clima de convivencia normal entre aficiones, muy lejos de los cuatro tontos de turno que durante la semana se dedicaron a calentar el partido a través de las redes sociales. Afortunadamente, la vida real es mucho más normal que lo que se respira en algunos foros de internet.

Después de invertir el fin de semana en cruzarse España de Sur a Norte para seguir a su equipo, a la afición blanquiverde no le aguó la fiesta el empate cosechado en Riazor. Eso sí, quien más y quien menos se quedó con la sensación de que, con un poco de suerte, los de Germán Crespo podrían haber asestado un golpe mortal a un rival directo. Esa fue la guinda que no llegó para redondear una noche para el recuerdo, en la que el cordobesismo volvió a un feudo sagrado del fútbol español. Ya queda menos para que esos viajes se puedan dar prácticamente cada dos semanas.

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