Deportivo de La Coruña - Córdoba CF | La Crónica

El líder resiste en Riazor (0-0)

Casas pelea entre varios defensa del Deportivo. Casas pelea entre varios defensa del Deportivo.

Casas pelea entre varios defensa del Deportivo. / LOF

Escrito por

· Rafael Cano

Redactor

El Córdoba CF salió de Riazor fortaleciendo su liderato al no ceder ante un Deportivo de La Coruña que tuvo más ocasiones de gol que los blanquiverdes, pero que se topó con un imperial Carlos Marín para quedarse a cero. Los blanquiverdes, que supieron sufrir y nivelaron el choque en la segunda parte, aprovechan los empates del Alcorcón y el Real Madrid Castilla para mantener su renta con los inmediatos perseguidores y salir sin penalización de una de las visitas más complicadas del curso.

El punto logrado en el feudo deportivista tiene, por esos resultados de los rivales más directos, un valor incalculable. Y le costó sumarlo al Córdoba, que tuvo que trabajar de lo lindo en un partido menos vistoso para los de Germán Crespo de lo que cabía esperar, sin apenas tiros a puerta que contabilizarle más allá de un gol anulado a Jorge Moreno de manera injusta que pudo cambiar el sino  del encuentro.

Riazor era una prueba mayúscula para el Córdoba, que se plantó de inicio con mucha personalidad y dispuesto a manejar el balón, ante un Deportivo conservador en la presión, esperando en tres cuartos de campo para apretar entonces y tratar de hacer daño robando en posiciones adelantadas. Esas reservas del rival dieron alas al conjunto blanquiverde, si bien poco tardó en demostrarse que el cuadro gallego quería precisamente eso, hacer caer al CCF en su trampa.

Los gallegos aprovecharon esa velocidad de su zona de mediapuntas para crear peligro desde el minuto 10, en el que Mario Soriano puso un centro desde la izquierda que Calderón desvió de manera incomprensible sobre su portería, estrellando el balón en el poste. Una acción que pareció enchufar a los de Óscar Cano, que empezaron a hacer daño aprovechando las pérdidas de balón del Córdoba en la zona ancha del terreno de juego.

Calderón encara a Isi Gómez y Bruno Soriano. Calderón encara a Isi Gómez y Bruno Soriano.

Calderón encara a Isi Gómez y Bruno Soriano. / LOF

La movilidad de Quiles, partiendo desde la derecha pero con libertad para aparecer en todo el frente de ataque, desconcertó a Calderón y a toda la zaga blanquiverde. Los de Germán Crespo trataron de calmar los nervios y hacerse con el mando, pero las pérdidas de Simo en el momento de dar el último pase no ayudaban a dar un aviso al rival para restarle un ápice de valentía en sus ataques.

Más bien al contrario, el Deportivo se vino arriba a la media hora de juego, cuando Quiles sorteó hasta a tres rivales para internarse en el área y sacar un disparo que desvió Gudelj. El rechace le cayó a Isi Gómez, que se topó en su remate con el pecho de Carlos Marín. Un minuto después, el arquero blanquiverde sacó otro chut de Quiles a bocajarro, previo pase de Isi Gómez, libre de marca por una pérdida de balón del Córdoba en zona comprometida.

Agobiado por momentos, y sin el control del partido, el Córdoba trató de contragolpear aprovechando la zancada de Diarra, que ganó campo y encontró a Kike Márquez, pero el gaditano pifió un disparo franco desde la frontal tras un inoportuno bote del balón. Esa salida apaciguó un poco los ánimos del Dépor y el Córdoba pudo respirar. Los blanquiverdes, además, debieron adelantarse en el que fue su primer disparo entre los tres palos. Fue una falta lateral botada por Javi Flores que Diarra peinó para que Jorge Moreno la rematase a gol. El árbitro, sin embargo, interpretó que Kike Márquez intervenía en la jugada para anular el tanto por un fuera de juego injustificable.

Al Córdoba le quedó patente en ese momento que para ganar en Riazor haría falta algo más que ser mejor que su rival. Los gallegos, eso sí, acumularon más méritos para irse al descanso por delante, y Carlos Marín tuvo que salvar de nuevo a su equipo con una intervención crucial ante el cabezazo en plancha de Mario Soriano, después de que Quiles le comiera la tostada a Calderón para conectar con su compañero.

El descanso le sentó bien al Córdoba, reforzado por esa seguridad que transmitía su guardameta. Al Deportivo, además, le empezó a pasar factura el tremendo esfuerzo del primer acto. Las fuerzas se equilibraron camino de la hora de juego, ya con los coruñeses sin tanta frescura y con los cordobeses más asentados.

En ese guion de partido más parejo, el equipo de Germán Crespo tuvo una gran ocasión a la hora de juego. Una internada de Simo la peleó Casas dentro del área, hasta facilitarle el balón a Carracedo para un chut que no cogió portería de milagro. El Dépor, ya con menos alegría ofensiva, trató de responder con una nueva conducción de Quiles que Carlos Marín palmeó alejando el balón de su meta.

Fueron minutos, más allá del 60, en los que los cambios dieron aire al CCF, ayudando a tranquilizar el ritmo de juego. Con el Deportivo ya dos marchas por debajo de su primera parte, el Córdoba tuvo otra ocasión que pudo cambiar el rumbo del partido. Diarra robó el balón en campo rival y condujo hasta el balcón del área, pero en el momento de la verdad eligió mal el pase y no vio a Willy, que aparecía solo por su izquierda.

Adrián Fuentes intenta superar a Raúl Carnero. Adrián Fuentes intenta superar a Raúl Carnero.

Adrián Fuentes intenta superar a Raúl Carnero. / LOF

Ese susto terminó de cortar las alas a un Deportivo que ni siquiera con los cambios apretó ya demasiado, más allá de alguna escaramuza del escurridizo Mario Soriano. Es más, la última ocasión del partido la tuvo el CCF, con una arrancada plena de potencia de Adrián Fuentes por la izquierda para ganar la acción a su par y sacar un centro al corazón del área que Willy Ledesma no terminó de cazar.

Habría sido quizás injusto, pero el Córdoba terminó el choque con la sensación de haber podido hacer más daño a su rival en esos minutos finales en los que las fuerzas se decantaron más del lado del equipo blanquiverde. En todo caso, un punto en Riazor siempre es bueno y, atendiendo a los resultados de los rivales directos, su valor crece de manera exponencial.

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