LaLiga 1|2|3

Vergüenza y honor (4-2)

  • El Córdoba, con una actuación deshonrosa y rozando la indecencia en la primera parte, cae en Los Cármenes pese al intento de restañar su imagen de la segunda

  • Sandoval, sentenciado

Aythami se lamenta en una acción del partido.

Aythami se lamenta en una acción del partido. / Álex Cámara

Difícilmente en sus más de 60 años de historia, el Córdoba habrá dado más pena que en la primera parte de Los Cármenes. Con una actitud rozando la indecencia y una actuación deshonrosa a más no poder, los blanquiverdes convirtieron el partido que debía suponer su resurrección en una penitencia sin síntoma de dolor alguno sobre el verde. En unos 45 minutos indecorosos que no pueden llegar a ser restañados por lo hecho tras el descanso, el cuadro cordobesista deambuló como un zombi sobre el campo, superado constantemente por un rival al que le bastó con orden y velocidad para parecer un ciclón. Hasta una docena de ocasiones clarísimas de gol acumularon los rojiblancos sobre el portal de un Carlos Abad que encajó dos goles y salvó otra media decena, mientras al otro lado del campo Rui Silva apenas si tuvo que sacar de puerta un par de veces. Una vergüenza con mayúsculas que al menos sirvió para tocar algo el honor tras el descanso y maquillar un marcador que, pese a todo, no tiene traducción en la clasificación: el CCF sigue colista, con apenas tres puntos en siete jornadas y sin conocer la victoria, un reto que parece que la próxima semana tendrá que buscar con un nuevo entrenador porque la figura de José Ramón Sandoval, sin ser el máximo culpable, está sentenciada.

Está claro que el madrileño es el responsable último de lo que se ve en el terreno de juego, porque lo lleva en el cargo, pero cualquier planteamiento suyo o del mejor entrenador del mundo tiene que tener una respuesta, por mínima que sea, de sus futbolistas para poder ser ejecutado con dignidad. Y eso ayer no se vio en Los Cármenes. Lo lógico es pensar que no están a gusto con él o sus ideales, que los cinco meses finales del pasado curso, en esa carrera contra el reloj por la permanencia, fue un peaje imposible de aguantar ahora. Y aunque eso no deje en buen lugar a los profesionales de la entidad, podría entenderse hasta como positivo, pues tendría visos de solución. Y es que la segunda lectura es que este CCF no da para más, que su nivel es el que se mostró ante el Granada, el que dice que ahora mismo no hay peor equipo en la categoría de plata, algo que sería dramático para el presente y sobre todo para el futuro a corto plazo, pues invitaría a ir pensando en otra gesta al filo de lo imposible. Y a ver quién es el guapo que se atreve a coger el toro por los cuernos con lo que el club arrastra del verano, que no es seguro que tenga arreglo en enero tampoco.

De momento, su comparecencia de prensa de ayer fue contundente y señaló al vestuario como eje para hacer despertar a este proyecto moribundo, que languidece como si toda la energía se hubiera consumido meses atrás. Salvo sorpresa mayúscula, fue la última de Sandoval tras un partido como entrenador del Córdoba. Antes, su última alineación fue continuista, buscando dar un paso más tras lo hecho, para muchos insuficiente, una semana antes ante el Tenerife. Pero desde el primer balón que tocó Blati Touré y lo entregó al contrario, ya quedó patente que esta historia estaba escrita, y no precisamente con un final feliz para el de Humanes, consabido que la cuerda se rompe siempre por el mismo sitio en esto del fútbol. Al minuto y medio, Puertas y Álex Martínez habían encontrado ya su primera autopista por el carril izquierdo rojiblanco, aunque Adrián Ramos no pudo rematar en el área pequeña por un pelo. Cinco minutos después, en una jugada con origen en el perfil contrario, sí tuvo finalización en el disparo cruzado a la red de Fede Vico. Ahí se acabó todo atisbo de lucha y competitividad de los blanquiverdes hasta el intermedio.

Desde que el marcador reflejó el 1-0, todo fueron imprecisiones, regalos impropios de futbolistas profesionales, actitudes con balón y sin él imperdonables. Sólo se salvó Abad, clave sólo un minuto después de encajar el primero en un mano a mano con el extremo cordobés y el posterior remate a quemarropa de Puertas. Pero también a una contra mal definida por Adrián Ramos y otro uno para uno de Vadillo, ambas tras pérdidas de Bambock en la salida del balón en campo propio. Y si no aparecía el meta, lo hacía el palo para repeler una media volea de Puertas o Aythami para echarle un cable y cortar un disparo a bocajarro de Vico. Así hasta una docena clarísimas: Vadillo a la carrera ante él, Ramos con un testarazo y otro mano a mano, o Martínez con una chilena arriba. ¿Y la red defensiva cordobesista? Ni Paco Lobatón la hubiera encontrado, como tampoco el ataque, pues con la medular perdida, sin el coraje necesario para darse la vuelta y pedir la pelota a los centrales para evitar la rifa, los tres de arriba pasaron desapercibidos en el primer tiempo. Bueno, los cuatro, pues a los 19 minutos Sandoval mandó a la caseta a Piovaccari, señalándolo de todos los males, para dar entrada a Erik, que hizo más o menos lo mismo que el italiano: nada. El balance ofensivo fue tan reducido como un disparo alto de Quezada, otro pase del hispano-dominicano que no pudo alcanzar Jovanovic y un disparo entre Blati y Aguado, lo único que se le vio al jiennense, que se fue a córner.

De esta manera, lo mejor al descanso es que el resultado no era imposible, que ese 2-0 tan corto con lo visto sobre el verde, permitía albergar alguna esperanza, sobre todo porque peor que lo hecho era imposible hacerlo. Ni a propósito uno puede firmar una actuación tan lamentable. Y con ese aval, el Córdoba salió con la intención de restañar su imagen, de lamerse las heridas de alguna manera. Así, se encontró pronto con un penalti bien sacado por Jovanovic que Aythami convirtió en gol. Más con menos difícilmente podía entrar en cabeza humana. Y por eso los blanquiverdes ni se lo creyeron, ya que en la siguiente llegada al área, el Granada volvió a tener dos tantos de ventaja tras el tanto de Montoro desde la frontal. Vuelta a la triste realidad, al juego en zona de nadie para parecer alguien, ante un enemigo que esperaba ya en campo propio para no hacer más daño y dejaba hacer, tampoco con mucho éxito por parte visitante.

Con todo, el CCF tuvo alguna opción para volver a intentar inquietar a los rojiblancos. Jovanovic se encontró un balón franco ante Rui Silva tras un pase a la espalda de Quezada pero se llenó tanto de balón que su disparo salió casi por el córner. Ni siquiera el carrusel de cambios y el paso a una zaga de tres hombres para dar sensación de correr algún riesgo, aunque fuera en el área propia con pases horizontales sin sentido alguno, sirvió para que el Córdoba acumulara llegadas y oportunidades de gol claras, lo que no evitó que ya camino del 90’ Bambock mandara a la red un rechazo en la frontal para dar algo de emoción a los minutos finales. No hubo lugar casi a ello, pues la intensidad y esas ganas de volcarse no fructificaron en aproximaciones al área, y es más, ya al en el alargue, una pérdida de Erik Expósito provocó una contra de libro que Rodri mandó a la red para firmar el 4-2. Un resultado que debe servir para que el Córdoba, desde el palco al vestuario, se mire de una vez por todas el ombligo y se decida a competir con vergüenza y honor por un escudo que no puede ser pisoteado como ayer en 45 minutos en Los Cármenes. Y si tiene que ser sin Sandoval, que sea, pues parece que es el único camino ahora mismo abierto para intentar reconducir un proyecto a la deriva.

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