Córdoba CF

El último adiós en el Reino

  • Excompañeros, familiares y amigos despiden a José Luis Navarro en un homenaje en El Arcángel

  • "La huella que dejará en nosotros va más allá de lo deportivo", asegura Javier González Calvo

Los compañeros de Navarro portan su féretro a su llegada a El Arcángel.

Los compañeros de Navarro portan su féretro a su llegada a El Arcángel. / Laura Martín

Es una mañana de invierno más pero El Arcángel se ha despertado más frío de lo habitual. Lo que otros días es calma en el feudo blanquiverde esta vez se convierte en un luto sentido. La pérdida de José Luis Navarro reúne en el estadio a familiares, excompañeros y amigos; incluso algunos expresidentes de la entidad como Rafael Gómez, Paco Rojas, Rafael Barroso o Claudio Ripoll acuden a despedirse de él. También lo hace Miguel de las Cuevas, en representación de la actual plantilla y a pesar del día de descanso del que gozan los jugadores. Nadie quiere ausentarse en el último adiós al Papi, como sus compañeros de Veteranos llamaban cariñosamente a una de las figuras más emblemáticas de la historia del Córdoba CF. Un hombre sencillo, que hasta sus últimos días anduvo pegado al club de su vida y que tuvo la entereza para llevar en silencio una larga enfermedad que terminó provocando su fallecimiento y elevando a la figura de mito del club blanquiverde a una persona capital en su historia.

Con rigurosa puntualidad, como era Navarro según los que más lo conocían, llegó a El Arcángel el vehículo que transportaba su cuerpo. A su entrada por la cochera del recinto, un fragmento del himno de Queco sobreimpresionado en la pared recibe al mítico exfutbolista. “Sentir para luchar. Luchar para vivir. Vivir para soñar”. Una letra que parece inspirada en la figura del eterno central blanquiverde. Pocas personas sentían al Córdoba CF más que José Luis Navarro, un cordobés de adopción desde que a sus 19 años llegara a la ciudad y seguramente ninguna luchó más por los colores blanquiverdes, en esos 319 partidos que hablan de su leyenda.

A esa hora, sobre el césped de El Arcángel ya esperaban sus compañeros de Veteranos, representantes del mundo del deporte en Córdoba, excompañeros, amigos e incluso familiares desplazados desde su Aranjuez natal, que quisieron estar presentes en el último adiós de José Luis al templo de sus sueños.

A imagen y semejanza de cómo era Navarro, sus compañeros prepararon un acto sencillo y emotivo. Envuelto en una bandera del club con los colores blanco y verde, sus amigos y compañeros de fatigas se relevaron portando el féretro hasta situar a José Luis Navarro en el centro del campo, mirando hacia el palco, desde donde el mítico futbolista siguió al equipo durante el último año y medio, desde que el club decidió otorgarle un asiento fijo y personalizado en la zona noble.

En ese momento, el consejero delegado de la entidad, Javier González Calvo, quiso dedicar una palabras a un hombre del que destacó que había vivido “toda una vida dedicada a unos colores y a un sentimiento que pocas personas sentían como él”. “Fortaleza, dedicación y admiración son tres palabras que podrían definir a José Luis Navarro. Un hombre que hasta el último momento estuvo luchando y preocupándose por su club”, explicó González Calvo, que añadió que “la huella que José Luis dejará en nosotros va mucho más allá de lo deportivo y será recordado por su pasión infinita por el club, por su afecto y por su cercanía con todos aquellos a los que rodeaba. Dedicó su vida al Córdoba CF y será recordado como parte de la historia de nuestro club”.

Aún emocionado por la pérdida, el presidente de la asociación de Veteranos, Manuel Garrido, quiso recordar que Navarro “lo significaba todo porque llegó con 19 años y se va con 86. Era el jugador más representativo del club, ha vivido varios ascensos, ha jugado en las tres categorías. Era una grandísima persona y todos estaban con él, igual que él con nosotros”.

Entrada del vehículo fúnebre que trasladó el cuerpo de José Luis Navarro hasta El Arcángel. Entrada del vehículo fúnebre que trasladó el cuerpo de José Luis Navarro hasta El Arcángel.

Entrada del vehículo fúnebre que trasladó el cuerpo de José Luis Navarro hasta El Arcángel. / Laura Martín

Garrido recordó con cariño ese apelativo de Papi que José Luis tenía entre los Veteranos, porque “era el mayor de nosotros, se han ido otros compañeros y él se ha mantenido hasta que empezó a estar mal, le descubrieron la enfermedad que tenía y se ha intentado todo pero no ha podido ser. Lo que tenía era muy grave y el pobre ha tenido un final muy angustioso. Gracias a Dios ya ha pasado y está ahí con los compañeros, con Juanín, con Mena, con José Ramón García, muchos de los que se fueron. Ya estarán juntos viéndonos desde arriba”.

Tras el sencillo y emotivo homenaje, los restos mortales de José Luis Navarro del Valle abandonaron por última vez El Arcángel, para ser trasladados a la Iglesia de los Capuchinos, donde tuvo lugar su funeral, y más tarde al Tanatorio de Las Quemadas, donde fue incinerado para permanecer por siempre en Córdoba, la ciudad en la que se hizo hombre, futbolista y en la que deja una huella imborrable. El Córdoba CF pierde a una parte importante de su historia, pero gana para siempre un mito. Hasta siempre, leyenda.

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