Córdoba CF - Celta de Vigo B | La Crónica

¿Hay alguien ahí? (0-2)

Diarra y Casas, cabizbajos en el tramo final del Córdoba CF - Celta B. Diarra y Casas, cabizbajos en el tramo final del Córdoba CF - Celta B.

Diarra y Casas, cabizbajos en el tramo final del Córdoba CF - Celta B. / Juan Ayala

Escrito por

· Rafael Cano

Redactor

De mal en peor. El Córdoba CF sigue empeñado en tirar por la borda lo que estaba siendo una temporada sobresaliente que se está tornando en una auténtica pesadilla. Los blanquiverdes tocaron fondo ante el Celta de Vigo B, un filial que llegaba en forma y que se paseó en El Arcángel ante un CCF sin vergüenza torera para, al menos, intentar buscar los tres puntos que tanta falta le hacían. Más allá del bache de rendimiento, los futbolistas del conjunto cordobesista han bajado los brazos cuando queda media temporada por delante y esa actitud es indigna de un grupo de profesionales.

Para colmo, desde el banquillo las soluciones ni están ni se le esperan. Germán Crespo se mostró como el técnico ideal cuando los resultados iban de cara, pero ante la primera crisis ha dejado entrever la poca mano izquierda que tiene para reconducir algunas situaciones y la pobreza táctica de su equipo, incapaz de corregir los graves defectos que semana tras semana le están llevando a alejarse del primer puesto y a comprometer ya de manera seria ese objetivo mínimo de entrar en el play off.

Al Córdoba CF parecen haberle robado el alma. Los blanquiverdes no son ni la sombra del equipo aguerrido, atrevido y vertical que apabullaba a sus rivales con un tono físico que ahora ha desaparecido por completo. Ni asusta en ataque, ni da una sola garantía en defensa. Una involución que desquicia al más cuerdo, porque el equipo se ha caído cuando todo marchaba sobre ruedas y no se ve capacidad de reacción, al menos en el corto plazo. Y así se hace muy complicado sacar adelante cualquier partido, más si cabe cuando te visita un rival que atraviesa un momento opuesto, que juega con decisión y valentía, con las ideas claras y dos marchas más tanto para atacar como para defender.

Germán Crespo volvió a agitar su once inicial, intentando buscar la reacción de un equipo en caída desde hace semanas. Cinco cambios en un equipo en el que se estrenaba Canario, pegado a la derecha de inicio y desplazando a la banda izquierda a Carracedo.

En una semana movida, con entradas y salidas, en la que desde el vestuario se hacían llamamientos a dar importancia al partido, se esperaba una puesta en escena convincente. Pero nada más lejos de la realidad. El frío de las gradas se contagió a los futbolistas, que desde el pitido inicial dejaron entrever una preocupante desidia. A ello se le sumó la ya habitual falta de ideas para atacar, más allá de las arrancadas de Puga y de los intentos de Carracedo en una lucha siempre desigual por la buena defensa del filial vigués.

Puga intenta marcharse de su par. Puga intenta marcharse de su par.

Puga intenta marcharse de su par. / Juan Ayala

Un escenario complicado, más cuando el Celta B no tardó en mostrar que ahora mismo es el equipo más en forma de la competición. Los vigueses aprovecharon la falta de contundencia del Córdoba para montar un rápido ataque con conducción de Damián, que habilitó a Iker Losada para que el punta ajustara su disparo superando a Carlos Marín. Un golpetazo para empezar que, lejos de despertar al CCF, le hizo aumentar su estado de nervios y confusión.

Javi Flores intentó agarrar el mando del juego, pero las opciones para el pase eran demasiado limitadas y predecibles. Para colmo, los gallegos encontraban una facilidades tremendas para hacer daño a la espalda de los dos mediocentros blanquiverdes. Una auténtica autopista que aprovecharon a la perfección los de Giráldez para moverse entre líneas lejos de las marcas y sembrar el miedo en la grada de El Arcángel.

Pasado el cuarto de hora tuvo que salva Carlos Marín un disparo de Javi Rodríguez, que se coló solo a la espalda de Calderón. El Córdoba asomó por el área rival en un par de acciones en las que Diarra se descolgó con decisión, pero el último pase siempre era equivocado. Dudas y más dudas que acrecentó Lautaro cuando hizo el 0-2 en el minuto 25. De nuevo un guion similar, pasividad de los volantes blanquiverdes en la medular y un balón que perdió Canario permitió a San Bartolomé encontrar a Lautaro, que sentó con un recorte en seco a Gudelj y cruzó el balón lejos del alcance de Carlos Marín.

Con las alarmas encendidas y la grada de El Arcángel ya visiblemente mosqueada, el Córdoba se desconectó por completo. Antes de la media hora, Iker Losada vio como le anulaban un gol por un fuera de juego ajustado en la enésima desaplicación defensiva de los locales, que ni estaban firmes atrás ni mínimamente acertados en ataque. De hecho, antes del descanso, apenas un disparo de Javi Flores tras un córner rechazado por la zaga visitante fue el bagaje de los de Germán Crespo. Una imagen horrible.

A la vuelta de vestuarios, el Córdoba al menos quiso intentarlo, pero quizás ya era tarde. Los blanquiverdes hicieron por tener más la bola, pero el equipo siguió siendo igual de plano que en la primera parte, incapaz de saber qué camino tomar para atacar una vez que llegaba a la zona de tres cuartos. Germán Crespo buscó la reacción dando entrada de golpe a Armando Shashoua, Kike Márquez y Cedric Teguia, pero ni por esas.

Cedric Teguia intenta dejar atrás a un jugador del Celta B. Cedric Teguia intenta dejar atrás a un jugador del Celta B.

Cedric Teguia intenta dejar atrás a un jugador del Celta B. / Juan Ayala

Con el paso atrás que dio el Celta B, esperando una contra para matar el partido, el Córdoba tuvo más la pelota y lo confió todo a la búsqueda de centros laterales que no surtieron efecto alguno, bien por la imprecisión de los extremos, bien por la falta de efectivos en el área para buscar el remate. Cada balón mal colgado era una puñalada en la paciencia de los aficionados, que acabaron desesperados ante la falta de precisión de los suyos, incapaces de disparar a portería. Las sensación es que, apenas después de un leve fogonazo, el equipo bajó los brazos.

Los gallegos, mientras tanto, nadaban y guardaban la ropa, bien colocados pero sin necesidad ni siquiera de apretar el culo contra su portería, pues el Córdoba era incapaz de embotellarlos. La segunda parte fue fiel reflejo del momento que atraviesa el equipo de Germán Crespo, una absoluta inoperancia que terminó vaciando El Arcángel y que hizo que los que se quedaron perdiesen los nervios hasta el punto de increpar a sus jugadores.

Con media temporada todavía por delante, el Córdoba parece haberse inmolado cuando mejor la marchaban las cosas. Tiempo hay para enderezar el camino, pero las dudas persisten viendo la actitud de un equipo quebrado y las pocas soluciones que aporta el cuerpo técnico. Sin lugar para las medias tintas, los blanquiverdes han pasado de maravillar a ser un equipo lastimoso. Y en esa crisis, ¿hay alguien que agarre el mando y ponga las cosas en su sitio?

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