El premio a la fe (0-2)
CD Tenerife - Córdoba CF | Crónica
El Córdoba más serio de la temporada, con y sin balón, suma su primera victoria a domicilio y quiebra su mala racha de este 2019 para recortar distancia con la permanencia
La pelota parada, clave en los dos tantos del conjunto blanquiverde
Santa Cruz de Tenerife/El Córdoba CF más serio de toda la temporada ya sabe ganar también fuera de casa. Y en 2019. Con un partido redondo, en el que apenas sufrió por su buen hacer, el conjunto blanquiverde quebró de un plumazo una serie de cinco jornadas sin vencer y sus preocupantes números a domicilio gracias a dos acciones a balón parado que vinieron a premiar la fe, no inquebrantable, en un proyecto. Sólo es un primer paso, pero muy necesario, para ver el futuro de otro modo, con más optimismo. Porque si bien la permanencia sigue viéndose a dos partidos -cinco puntos-, las sensaciones y los números ya permiten dibujar una sonrisa que llevaba demasiado tiempo borrada.
Los días en Montecastillo sirvieron para devolver la confianza a un equipo remozado en enero, y a un entrenador, Curro Torres, que llegaba a la cita jugándose el puesto. Pero como ya hiciera en su etapa de futbolista profesional, el de Ahlen quiere que el Heliodoro vuelva a ser su particular trampolín. De momento, portería a cero, contundencia y orden sin balón; y eficacia e ideas claras, y el plus de la estrategia cuando tocaba mirar el arco contrario. Una combinación ganadora sobre la que cimentar un plan, que ya había dado señales de ser el pilar para crecer, en anteriores citas, pero que sin lugar a dudas necesitaba de un espaldarazo en forma de tres puntos.
Con hasta cuatro novedades en el once inicial, que mantenía la idea de los tres centrales y los dos carrileros largos y dibujaba sin balón un 5-4-1, el Córdoba sostuvo bien el arranque impetuoso del Tenerife. Sólo un par de despistes, tras infracciones en la medular, que facilitaron la transición a la carrera local, inquietaron algo más. Pero por lo demás, los blanquiverdes ofrecieron una cara mucho más contundente, concentrada y solidaria que en otros desplazamientos, dando continuidad a esa buena labor colectiva de la primera hora ante el Albacete.
El cuadro chicharrero tenía más posesión y daba esa sensación de mando sobre todo cuando el balón caía en los pies de Racic y Borja Lasso. Pero la primera llegada clara fue del CCF, lanzado por el perfil izquierdo por un Álex Menéndez superior que hizo buena una apertura de Bodiger, si bien su centro lo abortó Alberto cuando Carrillo ya estaba dispuesto a empujarla. Fue el primer aviso de un equipo que poco a poco se fue soltando los nervios, hasta empezar a tener el control del encuentro.
Con Bodiger lanzando la línea de presión cuando el Tenerife quería dar inicio a su juego en campo propio, un robo en el perfil derecho dio una nueva ocasión a Carrillo, que se sacó una volea escasa de fuerza que murió en las manos de Dani Hernández. Tras la respuesta a la contra local, sin remate por la intromisión de Suso cuando Racic llegaba con la pistola cargada a la frontal, De las Cuevas volvió a dar trabajo al meta chicharrero, que resolvió bien antes de llevarse un susto mayúsculo con un córner cerrado de Menéndez que se envenenó tanto que tuvo que ser repelido por el poste.
Chus Herrero abre el marcador
El Córdoba ya era mejor, cómodo sin balón y sólo con el hándicap de elegir bien cuando le tocaba amenazar el portal contrario. Y tuvo muchas opciones, con buenas combinaciones para hacer correr a los locales, con Aguado, Bodiger y De las Cuevas manejando el tiempo, y sobre todo Menéndez dando sentido al juego por fuera. Carrillo, Suso y Naranjo firmaron los últimos y tímidos intentos antes de que la pizarra de Curro Torres diera resultado para rubricar el 0-1; Aguado la puso, Flaño dio continuidad y el debutante Chus Herrero cabeceó a la red para dar tranquilidad al tramo final antes del intermedio. Era el justo y merecido premio al buen hacer cordobesista durante una primera mitad seria, comprometida y hasta eficaz en las áreas.
Como no podía ser de otra forma, el paso por los vestuarios agitó al Tenerife, que salió con nuevos bríos para tratar de equilibrar el marcador. Borja Lasso lo intentó a las primeras de cambio con un zurdazo blandito que permitió el lucimiento de Lavín, que voló para la foto. Al Córdoba le costaba ya salir con frescura, sabiendo que ahora la prioridad pasaba a ser no tener ningún despiste cerca del arco propio. Con todo, Chus Herrero estuvo cerca del doblete al peinar demasiado poco una falta lateral de Aguado.
El conjunto local tenía problemas para crear, maniatado por la buena presión cordobesista, por ese trabajo oscuro que tanta luz da a los equipos. Y entonces se agarró a ese espíritu libre que es Suso Santana. El extremo empezó a apretar a Luis Muñoz y por ahí empezó a crecer una inquietud que irremediablemente llevaba la mente al pasado más cercano, pues esto de ir por delante ya había pasado en Alcorcón y ante el Albacete, con el conocido y triste final.
Pero esta vez parecía claro que iba a ser diferente, sobre todo cuando un tiro de Naranjo se fue un palmo fuera con parte de la grada soplando para llevar el balón a la red. Cada envío lateral de Suso moría en el costado opuesto, sin rematador, con Malbasic fuera de sitio. Oltra captó el mensaje y reforzó el ataque, primero con Coniglio y luego con Isma López, para pasar a un 4-4-2; la reacción de Curro Torres, a tiempo y con la lección aprendida, fue meter primero a Blati Touré para dar aliento a la medular, y luego a Jaime Romero para no perder un punto de presión -y presencia- en la zona de vanguardia.
De las Cuevas sentencia
De hecho, el manchego tuvo un papel clave en la sentencia, que llegó poco después de una notable triangulación con finalización ligeramente desviada de Miguel de las Cuevas. Ambos volvieron a ponerse de acuerdo acto seguido. La contra de Jaime murió en la corona del área por la falta de Alberto, y el alicantino aprovechó el regalo para sacar escuadra y cartabón y sorprender en el libre directo a Dani Hernández por su palo. Explosión de júbilo y un suspiro profundo. Ya tocaba sufrir menos.
Sobre todo porque el acoso final del Tenerife resultó baldío. Todo el Córdoba quedó concienciado de la importancia de levantar un muro sobre el portal de Lavín, el primero en tirar de ese otro fútbol tan valioso para amarrar resultados que valen oro. El acoso final chicharrero no dio resultado, ni tan siquiera con la retirada forzosa de Chus Herrero por lesión, pues Quintanilla salió con la lección grabada a fuego de qué tenía que hacer. Y eso fue defender con todo, y acabar gritando tras el pitido final. Porque por fin este CCF vuelve a ganar, y lo hace fuera. Ahora sólo queda esperar que esto sólo sea el punto de partida de la remontada. Tengan fe, que será real.
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