Cádiz B - Córdoba CF | La crónica

El drama cobra cuerpo (2-0)

Boselli celebra su gol ante la desolación de los jugadores del Córdoba CF. Boselli celebra su gol ante la desolación de los jugadores del Córdoba CF.

Boselli celebra su gol ante la desolación de los jugadores del Córdoba CF. / Jesús Marín

Escrito por

· Rafael Cano

Redactor

Nada cambia si nada cambias. El Córdoba CF viajó a Cádiz con solo una novedad entre el grupo de futbolistas que está cuajando una desastrosa temporada y regresó con una nueva bofetada, quizás ya la definitiva para empezar a pensar en el próximo curso e ir digiriendo el duro trago de tener que jugar en la Segunda RFEF. Los blanquiverdes volvieron a ofrecer una actuación decepcionante, y van ya demasiadas, ante un filial que no había ganado en la segunda fase y que no tenía en juego más que el honor.

La derrota en la Ciudad Deportiva El Rosal comenzó a fraguarse el sábado, cuando Pablo Alfaro ofreció una convocatoria continuista después de la debacle en casa ante la Balompédica Linense. Solo Diego Domínguez, que luego fue utilizado casi a modo anecdótico, se ganó el puesto desde el filial. El primer mensaje estaba claro, había que intentarlo con los de siempre. Y ante esa falta de valentía del entrenador blanquiverde no cabía esperar otro resultado que el enésimo mazazo.

La Primera RFEF se aleja a pasos agigantados para un equipo que sigue sin constantes vitales y al que aún le restan tres semanas de competición para seguir arrastrando el escudo y quemando los nervios de la afición blanquiverde. Porque la debacle deportiva de la presente temporada puede que no sea el mayor daño que este grupo de jugadores haga el club. Peor que eso aún es la sensación de falta de orgullo, el seguir golpeando la moral del aficionado y generando una sensación de abandono que costará reparar en el futuro.

Mención aparte merece Pablo Alfaro, un técnico que da la sensación de no enterarse de qué va la película. Arrancó la semana en la cuerda floja, recibió la ratificación del club bajo la premisa de un cambio radical en Cádiz. Y respondió a esa confianza con otro planteamiento pobre, una incapacidad insultante para variar el rumbo del partido durante los 90 minutos y una falta de valentía incomprensible para aparar de una vez a los hombres que han generado esta decepción y apostar por los jóvenes. Para perder 2-0 ante un Cádiz B sin opciones de nada, no hacía falta seguir manteniendo en nómina a los veteranos.

El drama blanquiverde se cocinó durante la semana y cogió el punto de cocción apenas en tres minutos de juego. A los 30 segundos, Djetei derribó a Boselli y el charrúa probó a Becerra con un libre directo que el meta sacó con apuros. Solo fue el preludio del primer bochorno en blanco y verde. Minuto y medio después, Espínola y Kike Carrasco burlaron la nula vigilancia defensiva de Jesús Álvaro con una pared y el balón colgado lo remató Chapela, exigiendo a Becerra una estirada. El rechazo lo agarró Baró y su centro lo remató a placer Boselli en el área pequeña de cabeza. ¿Qué equipo era el que se jugaba la vida en el partido?

Willy remata en el área cadista, entre Espínola y Saturday. Willy remata en el área cadista, entre Espínola y Saturday.

Willy remata en el área cadista, entre Espínola y Saturday. / Jesús Marín

De nuevo como los malos estudiantes, el Córdoba trató de enmendar su patético arranque a contracorriente. Willy pudo igualar de inmediato, pero su volea tras un centro de Álex Robles lo despejó Juan Flere. Los blanquiverdes agarraron pronto el mando de la pelota por la poca exigencia del rival, y al cuarto de hora llegó otra clara ocasión en un centro de Moutinho que Nahuel dejó muerto en el área, pero Willy no acertó a dirigirlo a portería a la media vuelta.

Fueron dos fogonazos sin mucha elaboración que penalizaron al Córdoba por su falta de pegada. Los blanquiverdes incrementaron su dominio y Willy estuvo a punto de cazar un nuevo rechazo de Juan Flere a disparo de Nahuel. El Cádiz B capeó el temporal y antes del descanso gozó de una contra que Boselli finalizó con un disparo blando sobre Becerra. Antes del pitido del árbitro, Javi Flores desperdició un mano a mano ante el meta cadista. Al paso por vestuarios, la caraja inicial y la falta de acierto castigaban a un Córdoba que quizás no mereció esa suerte.

El buen tono mostrado tras recibir el primer gol se difuminó en la segunda parte. Y eso que nada más rodar de nuevo la pelota, Javi Flores pudo igualar, pero no alcanzó el balón en boca de gol tras un centro de Moutinho desde la izquierda. Acto seguido, un centro envenenado del capitán blanquiverde lo sacó Flere con apuros y el rechazo lo enganchó Moutinho para estrellarlo en el palo.

El nerviosismo ya se había apoderado del Córdoba y Álex Robles pifió una entrega atrás a Becerra que permitió la cabalgada de Mady. El propio Robles corrigió antes de que se mascara la tragedia.

Álex Robles corta una contra de Mady en el último momento. Álex Robles corta una contra de Mady en el último momento.

Álex Robles corta una contra de Mady en el último momento. / Jesús Marín

Una vez sofocado por el filial ese arreón inicial de los blanquiverdes, Cifuentes refrescó a su equipo y logró desconectar al Córdoba del partido. Alfaro, mientras tanto, seguía el partido impasible desde la banda, como si las urgencias no fueran con él. El hombre por hombre en los cambios fue toda su aportación para buscar la remontada y su equipo desapareció en cuanto el físico empezó a caer en picado.

Antes de llegar a los diez minutos finales, solo un disparo lejano de Del Moral hizo al CCF estirar líneas. Con el reloj corriendo y el Córdoba perdiendo, Alfaro por fin varió el esquema y tiró de Sidibé y Diego Domínguez, pasando a jugar con dos delanteros y buscando la chispa del maliense, que tuvo el empate en el 88' con un gran zurdazo desde la derecha.

Del empate se pasó a la sentencia, porque el propio Sidibé fue incapaz de cortar una contra de Vázquez, que se recorrió todo el campo desde su área conduciendo el balón a placer, para sortear defensas y batir a Becerra. Fue el golpe definitivo a un triste Córdoba, que enterró casi todas sus opciones de alcanzar la Primera RFEF entre la cobardía de su técnico y la incapacidad de una plantilla para la que se agotan los calificativos.

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