Más de seis meses de ventas a pérdidas ponen contra las cuerdas las explotaciones porcinas

La crisis que padece el sector porcino se agudiza, según insisten en denunciar los productores. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) ha solicitado por carta al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) un paquete urgente de medidas de apoyo para los ganaderos no integrados de porcino. Entre las mismas, destaca la puesta en marcha de una línea de financiación a 10 años de 250 euros por madre, a interés cero y con dos años de carencia, para las explotaciones de porcino de ciclo cerrado no integradas (explotaciones de engorde con cerdas propias, que supone el 28% de la producción total).

"Este tipo de granjas están teniendo muchas dificultades para soportar las pérdidas acumuladas desde octubre del año pasado, producidas por unas cotizaciones en origen situadas bajo los costes de producción, y que se cuantifican entre 4.500 y 5.000 euros semanales en una explotación media de 500 madres", han subrayado desde el sector de porcino de COAG. "Este apoyo permitiría a los ganaderos disponer de liquidez para compensar las pérdidas acumuladas, mientras que se trabaja para recuperar las cotizaciones", han añadido.

Desde octubre de 2015, los ganaderos venden su producción a menos de 1 euro por kilo vivo (considerando un descuento medio de entro 0,03 y 0,05 euros por kilo vivo), cuando los costes se sitúan en 1,1 euros por kilo. "Son los niveles más bajos desde principios del 2010 si bien, por aquel entonces, los precios repuntaron en cuestión de semanas", destacaron desde la organización agraria.

La semana pasada se reunió el Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea para debatir las medidas de apoyo a este sector. COAG considera insuficientes las iniciativas anunciadas hasta el momento, ya que plantean sistemas de financiación temporal que representarían una ayuda máxima de 15.000 euros por ganadero.

También la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) recogió hace unas semanas el guante de los ganaderos de porcino para denunciar la "grave crisis" que están atravesando este sector, "tras meses produciendo por debajo de costes de producción". La entidad recordó la importancia de defender a las pequeñas y medianas explotaciones familiares de porcino, "que viven una difícil situación límite con este panorama y que son la base de la existencia de vida en los pueblos de muchas regiones de España".

UPA cree que "aún hay margen" para ayudas nacionales, según decisiones tomadas en consejos de ministros anteriores para los sectores lácteo y porcino. "La medida del almacenamiento privado apenas se ha notado en el mercado español", aseguraron desde la organización agraria. "Los ganaderos de porcino están desamparados y sin medida alguna ni ayuda, lo cual resulta inadmisible", según insistió entonces el secretario de Ganadería de UPA, Román Santalla. "Dado que la OCM apenas contempla red de seguridad para el porcino", para los productores "es necesario que se implementen medidas nacionales", aseguró Santalla.

A pesar de que el sector está haciendo "un gran esfuerzo de apertura de mercados", es necesario "echar el resto", indicó Santalla, "para desbloquear la situación del veto ruso, que se sigue notando, y mucho, en el sector porcino".

Según datos de SIP Consultors, los costes de producción en una explotación media se elevan a 1,12 euros en lo que va de año y desde la organización agraria COAG indicaron que a principios de año las cotizaciones en origen de la lonja de referencia se situaron en 0,96 euros por kilo. Hay que tener en cuenta que el precio que marcan las lonjas sirve de referencia como precio máximo a pagar al ganadero, ya que a este precio los mataderos vienen descontando alrededor de 0,05 euros por kilo, añadieron desde la organización agraria. Tras la alimentación, el capítulo de energía y gestión es el que mayor peso tiene en los costes totales de un kilo de carne de cerdo (23% sobre el total). Las explotaciones porcinas producen una serie de subproductos (cadáveres o purines, por ejemplo) que podrían revalorizarse y emplearse en la generación de energía aplicable en la propia explotación, evitando así el coste de gestión de estos subproductos y repercutiendo de manera positiva al ganadero y al medio ambiente.