Salón de belleza Tibu: rulos, secadores de cascos y cortes desde los 80

Comercios con historia

El negocio nació en la zona de Valdeolleros- Santa Rosa durante la primavera de 1980

Risques: la tienda de Córdoba para las ocasiones especiales desde 1936

La fundadora de Peluquería Tibu, Tiburcia Luque / El Día

Hace más de 45 años que Tiburcia Luque emprendió su negocio. Concretamente, y como ella misma detalla, fue el 20 de mayo de 1980 cuando abrió por primera vez la persiana de su establecimiento. En esos años 80, época en la que "la moda y la estética ocupaban un papel importante", ella decidido fundar un salón de belleza en el barrio de Santa Rosa. Lo bautizó como Peluquería Tibu, diminutivo con el que se la conocía en el barrio.

Para la peluquera, "los inicios fueron complicados". Detalla que trabajó durante todo ese verano, "cuando los demás comercios de la zona estaban cerrados", hecho que le ayudó a darse a conocer a su potencial clientela y a impulsar el negocio. Durante los primeros años, ese su negocio se ubicó "en un local más pequeño, ya que estaba empezando", y, más tarde, durante los 2000 se mudó a la calle de Simón de Sousa, donde hoy su segunda generación ha cogido el relevo de Tiburcia.

“Antes, todo esto eran locales. Yo estuve 20 años en otro lugar de la zona. Aquí había una casa muy antigua y me quedé con ella”, detalla. Su familia es natural de Carcabuey, pero durante su niñez emigraron a Alemania, donde ella aprendió "el arte de la peluquería". Comenzó su trayectoria yendo a atender a los clientes más fieles a sus casas. “Yo nací peluquera. En Alemania me ofrecieron la oportunidad de aprender. Cuando nos volvimos a Córdoba no conocíamos a nadie porque éramos del pueblo", detalla la ya jubilada peluquera. Allí aprendió todo lo que sabe sobre la belleza, incluso a tratar los "cabellos más finos", puntualiza.

Peluquería Tibu en la actualidad / El Día

Comenta que los aparatos y utensilios de peluquería cuando ella empezó no eran tan sofisticados como hoy en día, igual que las modas, donde se llevaban los secadores famosos de casco que traen recuerdos imborrables y aquellos cortes a capas que tanto vistieron esos años. Tiburcia recuerda, "como si fuera ayer", cuando ella hacía los rulos y rizaba el pelo con el cepillo, técnicas que, como todo se ha ido perdiendo con el tiempo.

En esa época se llevaban “las puntas rizadas con los pelos largos; eso no lo hacía yo con tenacillas, sino con cepillos. Yo he trabajado con cepillos con sendas naturales, eso no calienta tanto el pelo”, comenta. Tiburcia puso siempre su empeño en proteger el pelo, cuidarlo de una manera sana. "Yo como dejaba el pelo... poco he necesitado plancha, he acostumbrado a trabajar los pelos, no se le ponía tanta calor", recuerda con orgullo.

Tiburcia posee un álbum de increíbles fotografías que documentan la historia de esta peluquería en la que ha atendido a innumerables clientas escuchando los problemas personales que le contaban a diario. "Yo parecía su psicóloga", apunta. En esas fotos, se pueden aún apreciar el carrito de bebé que pertenece a alguno de sus dos hijos. Uno de ellos, Jaime, se haría cargo de la peluquería décadas más tardes. Muchos son los recuerdos que envuelven las paredes del establecimiento. La ya jubilada peluquera señala que sobre ese estante en el que hoy recibe al El Día de Córdoba crío a sus hijos. Ahora, también cuida a su nieta, mientras su hijo y su nuera escriben los capítulos de la segunda generación del negocio. Para ella, esos muebles "hechos a mano" que le han acompañado durante estas décadas también cobran importancia, ya que han visto pasar los años desde diferentes ángulos.

Espacios sociales de conversación

Es cierto que, como defiende, las peluquerías han formado parte de momentos y eventos muy especiales para los usuarios de las mismas, incluso se puede argumentar que eran una especie de espacios sociales donde acudían a conversar en momentos donde no existían tantas tecnologías y plataformas sociales. "Yo en fiestas abría casi a las seis de la mañana, antes no había citas, pedían la vez, era todo por número. Ahora, con cita es mejor, aunque se debe avisar porque si no perdemos ese tiempo", comenta.

Tiburcia reconoce que en aquellos años se acudía más a la peluquería, "quizás porque antes no se tenían tantos artilugios a mano como en la actualidad. Antes nos arreglabámos más, también en el vestir y eso se ha ido perdiendo", declara mientras recuerda aquellas modas "más elegantes" y el uso de otro tipo de prendas de vestir. Tendencias más rígidas o duraderas como esas permanentes tan características, refiere.

En pleno 2025 este negocio de más de 45 años se asemeja al local de toda la vida, pero con ciertos cambios. Hoy, es el hijo de Tiburcia el que quiere seguir "por los menos otros 40 años más", menciona entre risas. Hoy, otros cortes, otros peinados y otros estilos los que se demandan en este local de Santa Rosa, modas que van y vuelven, pero siempre creando fotografías y recuerdos que pasaran de generación a generación.

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