Si hay un evento señalado en la previa de la Navidad cordobesa ese es, sin duda, la elección de la persona que encarnará al Rey Melchor en la Cabalgata del 5 de enero. El Ayuntamiento y la ONCE organizan este sorteo cada año con gran atracción por parte de los cordobeses. En esta ocasión, casi 350 personas han optado a encarnar al primer rey mago de las carrozas.

El edificio de Capitulares ha vivido de nuevo una jornada de ilusión con el Salón de Plenos a rebosar, lo que ha obligado a habilitar, un año más, una pantalla en la planta baja para poder seguir en director el apasionante sorteo. Durante el repaso de las bolas ha imperado el silencio entre el público, bastante más tranquilo que otros años.

Eso sí, en el momento del sorteo y de la mano de villancicos y caramelos la cosa se ha venido arriba cuando ha sonado la primera nota de Ya vienen los Reyes Magos.

Este año, la suerte ha recaído en María del Carmen Barrios Urbano, que llevaba el número 337, vecina del barrio de San Lorenzo que además estaba siguiendo el sorteo desde abajo y ha tenido que subir corriendo al Salón de Plenos. La entrada ha sido de auténtica reina (maga).

La cordobesa ha llegado tirando besos y entre los aplausos de un público que no se rinde y que seguirá intentándolo año tras año. Carmen Barrios ha recibido, entre lágrimas, la capa y corona de Melchor. Casi 15 años llevaba Carmen probando suerte. Este era además el último en el que se podía presentar por tener 65 años.

Tras la sorpresa, ha contado que se inscribió el último día en el edificio del antiguo Ayuntamiento y que incluso viendo la cola que había estuvo a punto de no hacerlo. Sin embargo, un policía le dijo que lo intentara "por si había suerte" y al final, ésta le ha sonreído.

La ilusión, ha explicado la cordobesa, está intacta. Sus hijos superan ya los 40, pero todavía continúan organizando la noche de Reyes en su casa de San Lorenzo. Quería ver "Córdoba desde arriba" y lo va a conseguir el próximo 5 de enero cuando se suba a la carroza de Melchor a repartir la misma ilusión que a ella le ha hecho meterse en la piel de su majestad.