ENTREVISTA · JUAN JOSÉ ASENJO

"Nunca tuve poderes en Cajasur, aunque he procurado ayudarla en lo posible"

  • Ante su marcha a Sevilla como arzobispo coadjutor, el prelado hace balance de su paso por la Diócesis, señala que se han quedado muchos proyectos por llevar a cabo y afronta "lealmente" su nuevo destino

Este sábado se celebra en la Catedral cordobesa la despedida como obispo de Juan José Asenjo. Se cerrará de este modo un pontificado de cinco años que ha sido intenso tanto en trabajos como en frutos. A partir de ahora, aunque seguirá como administrador diocesano hasta la llegada de su sucesor, Asenjo emprende una nueva etapa como arzobispo coadjutor de Sevilla, en donde tomará posesión el próximo sábado.

-En los cinco años que ha estado al frente de la diócesis de Córdoba han sido numerosas las reformas que ha realizado con la aprobación de reglamentos y normativas que han afectado a la práctica totalidad de colectivos que componen la Iglesia local: Cabildo, Curia, hermandades, etcétera. Sobre este aspecto, ¿qué le ha quedado por hacer?

-Efectivamente en estos años, con la ayuda de mis colaboradores, hemos renovado la normativa que afecta a las instituciones a las que usted alude y también hemos aprobado y publicado el Directorio de la Iniciación Cristiana y dos planes pastorales, el último para los próximos cuatro años, que espero que acepte y apoye mi sucesor, pues responde a las necesidades más profundas de la Diócesis en el momento presente. En el plano material, hemos concluido la instalación de la Curia en el Palacio Episcopal, pero me han quedado por hacer muchas cosas: el Museo diocesano, cuyas obras están a punto de iniciarse; la Casa Sacerdotal, que tanto necesitan los sacerdotes; la parroquia de Consolación, la ubicación definitiva del Archivo Diocesano, concluir el gran proyecto de la Biblioteca Diocesana, a la que le faltan todavía dos años largos de trabajo de catalogación, y dar una sede definitiva y capaz al Instituto Superior de Ciencias Religiosas, tareas todas ellas que completará mi sucesor.

-Además de cerrar el conflicto que Cajasur mantenía con la Junta de Andalucía desde 1999, usted ha sido una sombra siempre presente en los primeros tiempos de esta nueva etapa de la caja. ¿Cuál va a ser a partir de ahora su relación con la entidad financiera? ¿Tendrá plenos poderes el obispo de Córdoba o se valdrá de su cercanía geográfica al Gobierno andaluz?

-Yo nunca tuve poderes en Cajasur, que se gobierna a través de sus órganos propios, que siempre he respetado, aunque he procurado ayudarles en lo que me ha sido posible. El nuevo obispo tendrá plena autonomía en su relación con la caja y yo desde Sevilla estaré siempre dispuesto a ayudar en lo que se me solicite y esté en mi mano.

-Dada su cercanía al vicepresidente de la Junta José Antonio Griñán, ¿qué opinión tiene sobre la creación de una caja única en Andalucía en la que la Iglesia tendría un papel destacado en la obra social de la misma?

-La hipótesis de la que usted me habla la desconozco. Personalmente me identifico con la posición del patronato de Cajasur de mantener la singularidad de la caja y su vinculación estrecha a Córdoba.

-En las últimas semanas ha tenido ocasión de empaparse de la realidad de su nuevo destino. ¿Qué destacaría de lo que se va a encontrar en Sevilla? ¿Cuáles serán sus prioridades?

-No he tenido apenas tiempo de realizar la inmersión en Sevilla a la que usted alude. El final del Adviento, las celebraciones navideñas y mi despedida de los sacerdotes, la vida consagrada y los laicos de Córdoba han llenado mi tiempo en las últimas semanas. Sí he procurado conocer la historia de la archidiócesis hispalense. Conozco menos sus realidades actuales, que procuraré conocer a partir del día 17 de enero. No cabe, pues, hablar de prioridades y menos en mi situación de arzobispo coadjutor.

-¿Cómo será su misión en Sevilla hasta que tome posesión como arzobispo titular?

-Colaborar lealmente con el señor cardenal en las tareas pastorales que él tenga a bien asignarme, que siempre se inscribirán en lo que es la tarea propia del obispo, la edificación de la Iglesia, siendo servidor humilde y fiel de Jesucristo y del pueblo que se nos encomienda, anunciándole la verdad que salva, santificándolo y ayudándole a crecer en la comunión con el Señor, en la comunión fraterna, en el servicio a los pobres, siempre pero especialmente en la coyuntura actual, y en vigor apostólico y misionero.

-En Sevilla sorprendió bastante el modo en que se hizo su nombramiento, sobre todo por la fórmula utilizada de hacerle coadjutor cuando a Carlos Amigo le queda menos de un año para presentar su renuncia a la Santa Sede. ¿Qué hay de verdad y de todo lo contrario en lo que se ha dicho sobre asunto en los últimos meses?

-Me remito a las declaraciones bien conocidas del señor cardenal, que coinciden con lo que él me ha manifestado en conversación personal. Él ha pedido al Santo Padre un arzobispo coadjutor, convencido de que esta fórmula, prevista en el ordenamiento canónico de la Iglesia, es buena para la archidiócesis, evitando así los periodos un tanto baldíos pastoralmente, que a veces se producen entre la presentación de la renuncia por parte del obispo y la llegada del sucesor.

-Las cofradías sevillanas abanderan la presencia de los seglares en la Iglesia diocesana y por lo que han podido expresar hasta ahora señalan que usted desconoce este realidad. ¿Le ha servido de algo su paso por Córdoba o es consciente de que en este asunto tiene que partir de cero?

-Respeto las opiniones a las que usted se refiere, que por otra parte no me habían llegado. Ciertamente, y por razones obvias, desconozco casi completamente a las cofradías sevillanas, pero no desconozco la realidad de las cofradías, pues durante mis cinco años en Córdoba he estado muy cerca de ellas, les he dedicado mucho tiempo y he tenido con ellas una relación excelente. Espero tenerla también con las cofradías sevillanas, pues reconozco sus valores y sus potencialidades evangelizadoras y el mucho bien que hacen a sus miembros y a la Iglesia. Estoy seguro de que ellos me van a hacer fácil mi relación con estas instituciones a las que también quiero servir.

-¿Qué reacción tendría si por Andalucía, al igual que por Barcelona, se pasease un autobús diciendo que Dios no existe?

-Sea en Barcelona, sea en Andalucía, me apena este tipo de iniciativas, que por otra parte son paradójicas y contradictorias, pues si Dios no existe, no entiendo bien el interés por emprender esta campaña. En cualquier caso, iniciativas como ésta deben espolear nuestro ardor apostólico y misionero, anunciando a Jesucristo con la palabra explícita, sin miedos ni complejos, y sobre todo, con el testimonio luminoso y convincente de nuestra propia vida, mostrándolo como fuente de sentido para nosotros y manantial de esperanza para el mundo.

-¿Cómo valora que últimamente se estén sumando sectores no confesionales a la lucha contra el aborto?

-Lo valoro muy positivamente. No hace mucho me ha llegado algún manifiesto contrario al aborto de Estados Unidos, en el que firman biólogos, juristas y médicos no creyentes. Es el caso también del presidente de Uruguay, Tavaré Vázquez, que desde posiciones políticas de izquierda ha vetado la ley del aborto en su país por razones exclusivamente éticas, filosóficas y biológicas, asegurando que el derecho a la vida comienza desde el momento de la concepción y que el ser humano concebido no es una parte cuerpo de la madre sobre la cual ella puede decidir. Estos datos alientan mi esperanza de que algún día la humanidad volverá sobre sus pasos y reconocerá el inmenso error cometido a partir de la segunda mitad del siglo XX con la despenalización del aborto.

-¿Es verdad que en sus primeros meses residirá en el Seminario sevillano? ¿Será este centro formativo objeto de una reforma a la vista de lo cuestionado que está?

-Residiré en el Seminario de Sevilla por razones prácticas, puesto que existe una zona en la que podré vivir con cierta holgura con mi madre anciana y enferma y la persona que la cuida. Por lo demás, el Seminario será siempre objeto preferente de mi solicitud pastoral. El Papa Pío XI le llamaba "pupilla oculi episcopi"; es decir, la niña de los ojos del obispo. Así debe ser, pues no en balde el Seminario es la esperanza de la diócesis.

-Ostentar el arzobispado de Sevilla ha conllevado históricamente, en la mayoría de las ocasiones, el cardenalato. ¿Para cuándo lo espera?

-Lo único que espero es cumplir con toda la fidelidad de la que sea capaz el encargo recibido, gastarme y desgastarme en el servicio que se me encomienda y anunciar a Jesucristo a los sevillanos oportuna e inoportunamente, es decir, en todas las circunstancias que se me brinden, con la conciencia de que Él es el mejor tesoro que posee la Iglesia y lo mejor que yo puedo compartir con mis hermanos.

-¿Es verdad que el obispo de Tarazona será su sucesor en Córdoba?

-Lo ignoro completamente. Sí quiero pedir a los cordobeses que recen por el futuro obispo para que el Señor le conceda el corazón y el estilo de Jesucristo, buen pastor.

-Por último, cuando anunció su marcha a Sevilla señaló que los malos momentos de Córdoba los reservaba para cuando escribiera sus memorias. ¿Habrá que esperar a que cumpla los 75 años o este libro verá antes la luz?

-Fue una respuesta dialéctica y jocosa a una pregunta a la que yo no debía contestar por razones de discreción, a las que me obliga el secreto profesional como a cualquiera. Puede estar usted seguro de que no habrá ningún tipo de memorias, en los próximos años porque no tendré tiempo, y después, si Dios me da vida, porque no habrá editor dispuesto a arruinarse por mi culpa.

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