Pepe Garabato cumple cien años: el niño maleno que se hizo tractorista y disfruta a diario con un rato de "parlamento"
Historias
Nacido en Posadas en 1927, se crió en una finca de Villarrubia donde su padre era encargado
La edad media de la población de Córdoba sube ya hasta los 44,38 años
Córdoba/Resumir cien años de vida en unas cuantas líneas es una tarea complicada. Y más si ese tiempo está repleto de vivencias, anécdotas, disgustos, alegrías, sinsabores y momentos que nunca se olvidarán. A José Delgado Zafra, conocido como Pepe Garabato, los años se le han hecho un siglo y, con tal motivo, la Delegación de Mayores del Ayuntamiento de Córdoba acaba de organizarle un homenaje.
"Si todos nuestros mayores son imporatantes, más aún lo son nuestros mayores centenarios. Llegar a un siglo de vida es un evento cada vez menos usual dadas las circunstancias, así que entendemos que es necesario homenajear a la ciudadanía cordobesa que cumple esta edad", ha subrayado la delegada de Servicios Sociales y Mayores, Eva Contador.
José Delgado nació en el municipio de Posadas el 7 de noviembre de 1924. Sus padres, Juan Delegado y Rafaela Zafra, tuvieron cinco hijos, de los que él es el segundo. Cuenta que subsistían "gracias a la ayuda de un tío que vivía en América" y que enviaba dinero para la crianza y educación. El dinero era recibido por el propietario de la tienda Garabatos -de ahí el apodo familiar-, dedicada a la venta de utensilios y aperos para las mulas.
Camisas blancas con sábanas del ajuar
Cuenta Pepe cómo sus padres trabajaban duro para que a ellos no les faltara de nada. Su madre cosía para los varones y, cuando no tenía tela, rompía sábanas del ajuar que llevaba y les hacía camisas blancas; también preparaba pan para la familia y a veces, bien temprano, daba un trozo "a todo el que llegaba a su puerta pese a o tener riquezas ninguna".
Y, como en el campo no había maestros, su padre fue el encargado de enseñarlos a leer y escribir. Pepe recuerda que les compró una libreta, un lápiz, una goma y una cartilla y, cuando venía de trabajar, los sentaba en la mesa y les explicaba para que "tuvieran alguna cultura". Les enseñó nociones de Historia y Geografía, que "era lo que más sabía", y algo de Matemáticas para que "supiesen defenderse en la vida".
Como tantos niños de aquella época, la infancia de Pepe no fue fácil, y a los 6 años se fue a trabajar a la fragua; a los 8 años ya era follique, la persona que soplaba en el taller. Aunque cuando creció aprendió mecánica de vehículos y se hizo tractorista, su pasión. Con 15 años ya conducía máquinas, segadoras y cosechadoras.
En una de estas máquinas tuvo un accidente cuando su jefe le mandó abrir el tapón de la máquina y se quemó. Lo llevaron al hospital a Córdoba y regresó a casa, donde su madre le curó las quemaduras que sufrió por todo el cuerpo.
Dos años de mili en Huesca
Luego llegó el servicio militar, que comenzó en Sevilla y continuó en Huesca, donde reemplazó a un soldado en transmisiones; allí estuvo dos años. Recuerda que su madre le enviaba paquetes de comida y que él lo que más deseaba era pan. Cuenta que desde que recogía el paquete hasta el cuartel iba comiendo pan "pellizquito a pellizquito", y cuando llegaba ya no le quedaba.
Cuando lo licenciaron volvió a casa con sus padres, donde sufrió otro grave accidente en un taller. Fue al soldar un bidón, que pensaban que era de aceite y resultó ser de gasolina. La explosión lo llenó de esquirlas de óxido y metal; lo evacuaron a Córdoba, donde le curaron los ojos, pero fue su madre quien "poquito a poco" y con unas pinzas de depilar le quitó todas las esquirlas. Pepe estuvo un mes liado en una sabana, sin poder vestirse.
Contrajo matrimonio con Josefa Páez y tuvieron dos hijas, Rafaela y Ana, que le han dado cinco nietos y dos biznietos. Resume que ha sido un "trabajador incansable", padre de familia "muy luchador" pese a las adversidades de la vida, "siempre al frente y ayudando en todo". Ahora sigue disfrutando de su charla diaria con los amigos en el parque, lo que él llama el "parlamento", o comiendo unas sardinitas con vistas al pantano junto a su nieta. Y, pese a la edad, le gusta salir "siempre muy arreglado", como su madre le enseñó en su infancia.
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