El patio de los Romero de Torres: un oasis de inspiración en Córdoba
Mayo Festivo
El recinto apenas puede visitar una quincena de días al año y popularmente era conocido como el del ciprés
Lleno hasta la bandera en Santa Marina para visitar los Patios
La ruta de Patios Santa Marina-San Agustín, en imágenes
Es un patio que apenas puede visitarse una quincena de días al año y que popularmente era conocido como el del ciprés, por ser un árbol de tal porte del que se decía que inspiraba a los artistas, en el que habitaban las musas que insuflaron creatividad, entre otros, a Julio Romero de Torres y a su padre, Enrique Romero Barros.
El patio es atípico. Primero por sus dimensiones, desproporcionadas a la pequeña vivienda que acogía a la familia creada por Enrique Romero Barros y Rosario Torres Delgado tras llegar a Córdoba en 1862 cuando el primero fue nombrado conservador del Museo Provincial de Pinturas, tras años después de haber contraído matrimonio en Sevilla.
Después por su forma, rectangular y alargada. También por su posición, en un lateral de la vivienda, y no en la zona central, distribuyendo a las habitaciones, como es la configuración tradicional heredada de romanos y árabes. Por último, gran parte del patio se encuentra elevado sobre el nivel del suelo, formando una especie de jardín que se aísla del resto para solaz de sus habitantes.
Marta Moreno ha guiado este sábado la segunda y última de las visitas organizadas con motivo del Festival de los Patios de Córdoba, que mantiene la estancia abierta al público desde el 2 de mayo hasta este domingo 12 de mayo. Apenas once días, que se unen a alguna conmemoración más, como el Día de los Museos o alguna apertura extraordinaria.
Ha explicado a la treintena de personas que han seguido la visita que quizás el patio se alce sobre lo que fuese el cementerio del Hospital de la Caridad, el inmueble que acoge la casa familiar de los Romero de Torres, el Museo de Julio Romero de Torres y el Museo de Bellas Artes.
Crisantemos premiados
También les ha contado la historia de la inspiración que transmitía por el ciprés de gran porte que ya no existe y los premios que recibía por los crisantemos que crecían. Hoy son geranios y hortensias las plantas que dan color, además de un intenso albero en el suelo de la parte alta, bajo la sombra de los naranjos en el patio, los que realzan alguna de las pocas piezas arqueológicas que quedan, a modo de muestra, de las que antes, cuando la familia Romero de Torres lo habitaba, trufaban la estancia.
Moreno, de la empresa Ataurique Gestión Cultural, encargada por el Bellas Artes para dirigir las dos visitas con motivo del Festival de los Patios, cuenta que cuando era una casa habitada, el recinto estaba plagado de joyas arqueológicas.
Según ha explicado a EFE, "es normal que en los patios de Córdoba haya restos arqueológicos de las cosas que se han ido encontrando a lo largo de las obras que se han hecho en la ciudad, pero este, en concreto, todavía con más importancia".
"El padre de Julio, Rafael, era el conservador del Museo Provincial, en el que estaban unidos tanto el Arqueológico como el Bellas Artes, y ese gusto de la familia por la arqueología está presente aquí", ha precisado. Los restos procedían de hallazgos de Rafael y de su hijo Enrique y también regalos que se hacía la familia.
Por ejemplo, se sabe que el torero Lagartijo era amigo de la familia y, casualmente, era el propietario de Córdoba la Vieja", la finca sobre la que se localizó la ciudad califal de Medina Azahara.
Legado adquirido en 1989
Todo el legado que contenía la casa, incluido el inmenso patrimonio documental, mueble y arqueológico, fue adquirido por la Junta de Andalucía en 1989 a la última superviviente de la saga familiar, María, la hija menor de Julio, que falleció en 1991.
En la visita de este sábado Marta Moreno ha contado cómo Angelita, la menor de los ocho hermanos Romero de Torres, pensaba que "esas piezas estaban mejor en el patio que el Museo Arqueológico porque allí estaban en vitrinas y las matronas romanas estaban mejor entre crisantemos", esos por los que recibía premios.
De la importancia de la sección arqueológica de la Colección Romero de Torres da cuenta que dos de sus piezas, un león y una loba con presa y cría, ambas procedentes del Cerro de los Molinillos, en Baena, forman parte del escaso fondo fundacional del Museo Íbero de Jaén.
La visita temática al patio de la casa de los Romero de Torres se ha completado con un paseo por el Museo de Bellas Artes.
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