Un paseo por el milagro del agua en la Campiña

La escapada La Ruta de las Fuentes

La ruta está diseñada para no pasar sed, con infinidad de manantiales repartidos entre Fernán Núñez y Montemayor

Palacio Ducal de Fernán Núñez, edificio donde comienza la ruta.
El Día

15 de febrero 2008 - 01:00

Fernán Núñez y Montemayor, separados por algo más de tres kilómetros por la carretera N-331, están unidos por una infinidad de vías rurales que dibujan una especie de mosaico asimétrico de la campiña. Pero hay uno que destaca por su singular milagro, la Ruta de las Fuentes, que rebosan el agua de las lomas de la Campiña. Para los nostálgicos del Romanticismo, el camino parte desde el Palacio Ducal de Fernán Núñez, auténtica sorpresa rojiza para una comarca acostumbrada a edificios en cal.

El primer homenaje al agua se extiende en las faldas del Palacio, el Llano de las Fuentes, con los Patos y la Redonda escoltando a los Caños Dorados, auténtica joya del siglo XVIII cuyo manantial está mermado por la excesiva proliferación de pozos. Al final de esta zona verde se adivina el camino que da inicio a la Ruta de las Fuentes y que anuncia la llegada al paraje de las Huertas Perdidas. A escasos 500 metros del inicio de esta vía sobresale la Fuentecilla de los Gitanos, antiguo abrevadero de ganado y actual hogar de desechos y basura. Su abandono contrasta con el esplendor del Llano de las Fuentes.

Un largo paseo, perfectamente señalizado, de unos dos kilómetros conduce a un punto equidistante de Montemayor y Fernán Núñez en el que el horizonte descubre el campiñés skyline de las dos villas. Aguas arriba del arroyo Malvar sobresale la primera fuente del término municipal de Montemayor, la del Pozuelo.

Alcanzar el próximo objetivo obliga a un esfuerzo. La colina sobre la que se levanta Montemayor exige subir cuestas pronunciadas en las que el paisaje alterna los cultivos de cereal con las viñas y los olivos, cada vez más habituales. A la entrada de la villa, por el camino del Cementerio se alcanza la fuente de Caño Gordo, con aguas perennes que van a parar a una acequia agrícola. La siguiente, la fuente de la Alameda, además de dar agua para el riego, conserva las losas del antiguo lavadero público. Un kilómetro más abajo el turista se tropieza con la historia. En plena ronda de circunvalación y en el interior de un parque público, el Ayuntamiento de Montemayor procuró la restauración y conservación de la fuente Nueva y la del Lavadero, punto y final de una ruta que se puede hacer a pie, en bicicleta o a caballo.

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