Sones de paz

Orquesta de Córdoba | Crítica de música

Un momento del concierto de la Orquesta de Córdoba.
Un momento del concierto de la Orquesta de Córdoba. / IMAE Orquesta de Córdoba
Antonio Torralba

Córdoba, 20 de diciembre 2025 - 12:21

La ficha

***** Tiempo de paz. Cuarto concierto de abono. Programa: Otto Nicolai, Obertura de Navidad. Richard Strauss, Concierto para oboe en re mayor, op. 144. Piotr Ilich Chaikovski, Suite El lago de los cisnes. Ángel Luis Sánchez, oboe. Orquesta de Córdoba. Directora: Isabel Rubio. Fecha: 19 de diciembre. Lugar: Gran Teatro. Tres cuartos de entrada.

Haciendo honor al origen de su nombre (haut bois: madera alta o aguda) y de su genealogía como instrumento pastoril, el oboe de Ángel Luis Sánchez protagonizó y planteó el color del cuarto concierto de abono (Tiempo de paz), programado por la Orquesta de Córdoba para festejar la Navidad.

El concierto se abrió con la Obertura de Navidad de Otto Nicolai (1810-1849). Esta obra es una maravilla. Comienza planteando sensaciones de espera, murmullos de cuerda casi operísticos, guiños pastoriles, llamadas de las maderas, una ágil fuga… Todo para que llegue con mayor esplendor el himno de Lutero Vom Himmel hoch, da komm' ich her (Desde lo alto del cielo vengo), que tuvo ayer la suerte de encontrarse con una sección de metales soberbia.

La directora invitada, Isabel Rubio, que previamente había presentado la velada con enorme simpatía, condujo la obra con un gesto claro y una energía que permitió que las trompetas y trombones llenaran el teatro de una solemnidad casi catedralicia, preparando el terreno para la delicadeza que estaba por venir.

Y es que el ángel cuyo descenso anuncia el coral resultó ser Ángel Luis Sánchez, el solista de oboe que haría sonar el corazón del programa: el Concierto para oboe de Richard Strauss (1864-1949). El solista dio una lección técnica que rozó lo antropológico. Su dominio sabio de la respiración circular permitió que las frases infinitas de Strauss fluyeran sin costuras, convirtiendo el oboe en una suerte de gaita humana, pero con todas las posibilidades expresivas del instrumento. En la respiración continua, el músico desvincula la respiración del fraseo, haciendo que su boca funcione como un reservorio de aire que impulsa con sus mejillas. Al separar el inicio de frase de la inspiración de aire, Sánchez conectó la sofisticación de 1945 con las raíces bucólicas del instrumento.

Pero hubo mucho más en su versión de esta obra luminosa y transparente en la que un ya anciano Richard Strauss celebra el fin de la guerra: sonido espectacular, inteligente alternancia de lirismo y gracia… Y una complicidad absoluta con la orquesta y su directora. Me fascinó cómo planteó su papel Isabel Rubio, disfrutando al proporcionar el mejor y el más sutil de los acompañamientos al inspirado solista. Fue especialmente reseñable la sincronía con el clarinete de Joaquín Haro en el tercer movimiento; ambos instrumentos se fundieron en un solo timbre, demostrando un nivel de música de cámara excepcional.

La directora tomó nuevamente la palabra para presentar la suite de Chaikovski (1840-1893). Nombró a los principales solistas de la orquesta que intervendrían y explicó pormenorizadamente y con entusiasmo el contenido programático de cada uno de los ocho números.

Me pareció (y lo que diré no es tan obvio) que Isabel Rubio es como directora la misma persona que como oyente. Habló de la obra y la dirigió con la eficaz sencillez de quien se siente vinculada por el amor y el disfrute de la música. Y su entusiasmo e intercambio de sonrisas con los músicos obró el milagro que hace que la música en vivo merezca la pena.

El solista de oboe de nuestra orquesta, Pau Rodríguez, nos emocionó con el tema del cisne, que sonaría también como bis. E igualmente brillantes estuvieron el trompetista Arturo García, el violinista Artaches Kazarían, el violonchelista Rodrigo García, la arpista Maite García, etc., etc.

Es una pena que Córdoba no entrara en la larga lista de ciudades españolas que se dotaron de un auditorio de música entre los años 1980 y 2000. Ello no significa que no se esté a tiempo de reconducir una anomalía, a cuya reparación deberíamos sumar todos nuestras fuerzas. Hubo ovaciones cuando Isabel Rubio habló de la importancia de la cultura en general y de este objetivo del auditorio en particular. Se trata ahora de que todos obremos en consecuencia.

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