El objetivo de recuperar la bandera de las tres culturas
La ciudad vive una jornada de las que no se veían hace años con parada gastronómica en Noor
Como un apéndice pegado a su nombre, Córdoba presume de ser abanderada histórica de la tolerancia y la convivencia. Sin embargo lo hace en una realidad muy distinta a una época que ya pasó pero que lucha por volver a instaurarse. El propio discurso de la alcaldesa, Isabel Ambrosio, habla de ello. La regidora caracteriza sus discursos en actos como el de ayer, un encuentro con embajadores de países árabes, con referencias a la época dorada de una ciudad que aún conserva vestigios de aquello pero a la que le falta aún mucho por recuperarlos por completo.
Con el aniversario de Casa Árabe y la ambición de Córdoba de convertirse en sede para futuros encuentros que ayuden a resolver los trasiegos del panorama internacional, aparece en el imaginario de la ciudad algo de historia reciente. Recuerda toda esta ambición a aquellos años en los que Miguel Ángel Moratinos fue ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación. Durante más de seis años, en la era de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno central, Moratinos, que era diputado en las Cortes Generales por Córdoba, evidenció esa intención de que la ciudad recuperara parte del esplendor perdido y lo hiciera como ese eje que fue antaño, el que consiguió unir culturas y dejar de lado todas las diferencias que ahora, hoy en día, suponen una auténtica brecha casi imposible de salvar.
Por lo tanto, el objetivo de Moratinos y el de la actual alcaldesa no distan mucho y por algo hay que empezar. De momento, la ciudad ya vivió ayer un trasiego al que está poco acostumbrada. La visita de casi una veintena de embajadores y altos representantes diplomáticos de otros tantos países árabes convirtió al Casco Histórico en un auténtico fortín. El entorno de la Mezquita-Catedral está asiduamente vigilado con refuerzos especiales de la Policía Nacional, pero la cosa fue más allá, con accesos cortados en espacios por los que iban a pasar los embajadores y el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, y con un tráfico por los alrededores algo más lento de lo habitual.
La visita al monumento más importante de la ciudad era obligada y así lo destacó Dastis, quien confesó que como ministro aún no había viajado a Córdoba, algo que sí suele hacer, comentó, en desplazamientos más informales. Por lo tanto, paseo por el Casco y visita a la Mezquita para esta veintena de diplomáticos, el tour tradicional en estos casos.
Algo menos visto fue lo que hicieron después. En esos años de Moratinos y de manera tradicional, suelen ser los restaurantes del centro y los de comida más típica (rabo de toro, flamenquín y salmorejo) los que acojan los almuerzos de estas reuniones. Sin embargo, el contar con restaurantes con estrella Michelin en la ciudad es algo que no puede desaprovecharse. Por ello, Noor, de Paco Morales, sirvió de lugar de reunión gastronómica y los asistentes pudieron disfrutar, entre otros platos, de karim de piñones, melón de otoño, erizo del Sáhara y orégano fresco o bollo al vapor de azafrán, gallina y atún. Lo de siempre y lo de ahora.
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