Córdoba

Las novedades del puente viejo

  • Así son los cambios más visibles que se han producido a raíz de las obras · El monumento ha sido dotado de ensolado, de iluminación y de elementos constructivos de marcado corte contemporáneo

Es evidente que muchas cosas han cambiado gracias a los 13 millones de euros que se ha gastado la Consejería de Obras Públicas en el proceso de restauración del Puente Romano. Sin embargo, unas son más evidentes que otras. Esta es una guía básica para conocer los cambios más evidentes que se han producido en las partes visibles del monumento así como las razones que han dado los responsables de la obra para su desarrollo.

Es el cambio más evidente, probablemente el más criticado. Antes de la obra, el puente tenía una calzada de adoquines de granito con acerados de cemento. Los estudios arqueológicos han detectado que previamente hubo un suelo terrizo, de bolos o de sillares. El arquitecto responsable asegura que el granito utilizado es el que ya tenía el puente, el rosa de Los Arenales, y el ensolado pretende acomodarse a los usos peatonales. Asegura, en cualquier caso, que se ha utilizado el material de mejor calidad dentro de los disponibles en el mercado.

El portavoz del PP, José Antonio Nieto, llegó a asegurar que el puente "parecía una encimera". El granito rosa llegó a generar un duro debate en el Pleno municipal que se solventó con la petición de sendos informes a Icomos y a la Oficina del Casco Histórico de la Gerencia de Urbanismo.

El segundo elemento que va a llamar la atención es el aspecto de la iluminación de la zona. El proyecto establece un triple sistema aunque son los faroles del pavimento los que van a centrar el debate social. Se trata de elementos que se posan sobre el tablero del puente con el objetivo de que recuerden a los faroles que se colocaban cada noche antes de la llegada de la luz eléctrica. En determinados sectores sociales, se ha tomado muy mal que el proyecto adopte la polémica decisión de eliminar las antiguas farolas fernandinas, que estaban unidas casi consustancialmente a la imagen del monumento.

El proyecto establecía también un segundo sistema de iluminación que se encuentra empotrado en los pretiles para dar apoyo a los usuarios de la pasarela. En tercer lugar, se han instalado todo un sistema de iluminación que se apoya en cada uno de los tajamares, los grandes pilares que soportan el peso de los arcos. La iluminación monumental que tenía el puente fue instalada por Sevillana de electricidad a mediados de la década de los 90.

Otra de las novedades más relevantes es la desaparición de los antiguos pretiles, que tenían mucho más volumen y tenían un remate exterior. Se colocaron en el siglo pasado y, afirman los autores del proyecto, responden al modelo que se colocó en todas las obras públicas sin ningún interés por respetar la construcción original o, al menos, por respetar el tipo de pretiles que se colocaban en los puentes romanos. Los pretiles ahora derribados sustituyen a su vez a los que colocó el Consistorio que consistían en grandes sillares apoyados sobre los lienzos del puente.

Los nuevos pretiles son mucho más sencillos que los anteriores y, probablemente, suponen un mayor cambio de imagen que el pavimento. Se trata de otra de las críticas que se han efectuado al desarrollo del proyecto de la Consejería de Obras Públicas.

El proyecto ha recuperado todas las referencias religiosas que incluía el Puente Romano y que estaban muy deterioradas o, sencillamente, destruidas por diferentes reformas. En primer lugar, se ha procedido a la limpieza del pequeño triunfo de San Rafael que se encuentran en la zona media y que se hallaba ennegrecido. Se ha colocado una zona para las velas de forma que se evite el aspecto que tuvo en otras épocas. Además, se ha recuperado la hornacina dedicada a San Acisclo y Santa Victoria, patrones de Córdoba, con la palma que identifica a los mártires. Originalmente, la pequeña capilla estaba resguardada por una pequeña cancela según las distintas descripciones que existen del puente. En esa misma zona, se ha recuperado un pequeño balconcillo-mirador que fue arrasado durante una de las reformas del siglo XX.

Se trata de una de las grandes novedades de la obra del Puente Romano. Bajo el arco de Enrique II de Trastámara, el más cercano a La Calahorra, se ha colocado una pasarela de madera que permite pasar desde el parque de Miraflores a la zona baja de la avenida de Fray Albino. Una segunda pasarela, esta provisional, se ha colocado en el estribo más cercano a la Puerta del Puente ya que se ha recuperado la curvatura original.

El proyecto se ha llevado por delante todos los postizos de los años 50 que se colocaron para facilitar el tráfico alrededor de La Calahorra. Ahora, la zona ha recuperado el diseño que tuvo originalmente sin añadidos que afeaban el conjunto y que se tomaban ya como verdaderos.

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