La negra meta de los 48 kilos

Lourdes Raya es anoréxica y se autolesiona cuando no es capaz de controlar sus impulsos. Aunque está en tratamiento, asegura que la enfermedad es una "pesadilla"

L. Chaparro

09 de febrero 2008 - 01:00

Tiene tatuado en una de sus piernas, a base de cortes, el número 48, que simboliza el peso que quisiera alcanzar. Lourdes Raya padece anorexia y se autolesiona cuando sufre ataques de ansiedad y no es capaz de controlarse. Hace apenas un mes que recibe tratamiento en la Unidad de Día del Hospital de Los Morales, el único espacio sanitario que hay en la provincia de Córdoba para tratar esta enfermedad y que sólo cuenta con cuatro camas. Ha ganado algo de peso, pero no puede saber la cantidad porque la obsesión de llegar a los 48 kilos continúa. Con su testimonio, esta joven quiere dar a conocer que "la anorexia no es sólo no comer, sino un pesadilla, en la que todas serán princesas negras".

Con 17 años y alumna de segundo curso de Bachillerato del instituto de Educación Secundaria El Tablero, Lourdes comenzó a coquetear con la anorexia en abril del año pasado. "Tenía una boda, me probé un vestido y no me entraba", asegura. La reacción fue inmediata: adelgazar. Para ello, investigó en internet y encontró la solución: la dieta de la sopa. Durante una semana, Lourdes soló comió sopa y de 63 kilos pasó a 59. "Aunque estaba satisfecha, quería más", asegura. Internet se convirtió en su aliado para conseguir información acerca de cómo bajar peso, hasta que encontró un foro "a favor de esta enfermedad". Allí conoció a muchas otras niñas de su edad y se convirtieron en sus confidentes, aunque su amistad acabó en competiciones y carreras de ayuno. En este foro, ya clausurado, Lourdes aprendió lo que este tipo de enfermas denominan "tips", es decir, trucos para engañar a la familia y para no comer, tales como no llevar dinero cuando salen a la calle, beber mucha agua para vomitar de manera más fácil o contar hasta cien antes de comer. Mientras tanto, Lourdes seguía adelgazando, pero su familia no sabía nada.

El cambio vino cuando una compañera del instituto, que sufre igualmente de anorexia, se dio cuenta de que ella también la padecía. "Me comentó que había una asociación -Adaner- y la acompañé, pero no dije nada; hay que evitar que te descubran", detalla. Su cruzada contra el peso continuó hasta llegar a ingerir en un día media docena de laxantes y otras tantas pastillas reductoras de grasa. Y así, hasta que conoció a uno de los voluntarios que trabajan en la asociación y éste se convirtió en su tutor. A pesar de contar con esa ayuda, Lourdes quería seguir adelgazado y alcanzar los ansiados 48 kilos.

En plena época navideña siguió una nueva dieta: no comer nada durante seis días y sólo beber agua. Para ello, evitaba permanecer mucho en su casa y asegura que a pesar de este ayuno "no me mareé mucho". Después de estos días sin ingerir alimento, Lourdes no llegó a los 48 kilos, se quedó en los 50. Ante esta constante degradación física, el control desde Adaner fue creciendo, aunque el pasado mes de enero empezó a cortarse con un cristal el brazo izquierdo y parte de su abdomen. "He llegado a humillar a mi familia", asegura, y añade que "a veces quiero ser normal, viajar, y otras escaparme y emular a Camila". Ésta última era una joven de Chile a la que conoció en un foro de internet y con quien compartía trucos para no comer. Camila falleció el pasado 4 de enero. "Decidió morirse siendo una princesa", dice sin tapujos.

Ahora Lourdes, que mide 1,73, pesa entre 53 y 56 kilos. Nadie le puede decir su peso concreto por la obsesión fija de llegar a los 48. Señala que enfermas como ella necesitan apoyo y comprensión y que "sólo a veces" se ve capaz de salir de esto.

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