La mora que llegó a reinar en Castilla

Zaida. Estuvo protegida en el Castillo de Almodóvar y su historia de amor con Fernando VI quedó escrita en poemas

11 de junio 2017 - 02:31

Nació en Sevilla en 1063 y se sabe que era sobrina del rey de Denia y Lérida y de origen omeya. Fue educada como una princesa en la belleza, en la poesía y en la filosofía en la corte sevillana, que era por entonces capital de uno de los reinos de taifas más importantes de la península tras la desmembración del Califato Independiente de Córdoba.

Para Al-mutamid, el rey poeta del reino sevillano, eran tiempos difíciles. Las hordas almorávides estaban ya preparadas en el norte de África para conquistar lo que, según ellos, eran sus hermanos musulmanes. Hombres del Islam que habían olvidado El Corán y sus preceptos y que vivían la religión musulmana con una languidez intolerable y no eran dignos hijos del Profeta. Lo paradójico es que había sido él quien les había abierto las puertas de la península tras la caída de Toledo y ante el temor a que los cristianos tomaran toda Andalucía. Pero terminó temiendo más la llegada de estos radicales religiosos que a los cristianos, a quien tuvo que solicitar ayuda militar. Y así fue como a cambio de algunos acuerdos políticos de no agresión y respaldo militar en caso de invasión almorávide, el rey sevillano acordó en 1078 entregar a Zaida, a los doce años, en matrimonio al portentoso Alfonso VI, rey castellano. Aceptó, pero ya habría tiempo, en aquel momento se encontraba casado con doña Inés de Aquitania, y Zaida tuvo que esperar. Después vendrían Constanza de Borgoña, y después la reina Berta. Pero mientras esperaba, Al-mutamid la convirtió en su nuera, ya que la casó con Abu Nasr Al-Fath Al-Mamun, rey de la taifa de Córdoba, su hijo.

Ante una nueva revuelta y consciente de la ferocidad de los invasores almorávides, al mando de Yusuf ben Texufim, Al-Mamun envió a su esposa Zaida al inexpugnable castillo de Almodóvar. El 26 de marzo de 1091, cayó la taifa de Córdoba y Al-Mamun murió en la batalla. El rey Alfonso, sintiéndose obligado a proteger a sus tributarios, mandó a Alvar Fáñez con un ejército de socorro a que se enfrentara a las huestes de Texufim. Aun siendo vencido en la batalla, Fáñez logró sacar a Zaida del castillo y huir a Toledo con ella, sus parientes y los restos de sus mesnadas. Empezó así la nueva vida de Zaida, viuda de Al-Mamun, quien estuvo a punto de cambiar la dinastía castellana, y con ella, la Historia de España.

Cuando se conocieron realmente, ella tenía 28 años en todo su esplendor, Alfonso VI 51. Iniciaron una profunda relación amorosa en el castillo de La Adrada (Ávila), a pesar de que él seguía casado.

Zaida dio a luz a Sancho en el año 1094. Berta de Borgoña no le dio ninguna importancia a las andanzas amorosas de su esposo el rey. Las crónicas del siglo XIII mencionan a Jimena Muñoz -que daría lugar a descendencia real portuguesa- y a Zaida como las concubinas reales. En aquellos años, la corte de Alfonso VI parecía más una corte musulmana, donde los sabios y literatos estaban al lado del rey, los cristianos vestían a la usanza mora y hasta los clérigos mozárabes de Toledo hablaban familiarmente el árabe y conocían muy poco el latín.

Posteriormente renunció al islamismo y fue bautizada en Burgos, tomando entonces el nombre cristianismo de Isabel, para así poder casar con Alfonso VI y su hijo Sancho ser reconocido como heredero al trono cuando su padre muriera. Berta moriría en el año 1099. Celebraron su boda en mayo del año 1100. Había esperado veintidós años y, ella aportó una gran dote y los castillos de Caracuel, Alarcos, Consuegra, Ocaña, Mora, Oreja, Uclés, Huete, Amasatrigo y Cuenca, cedidos a su vez por su suegro. El rey reconoció a Sancho como su directo descendiente llamado a gobernar Castilla, León, Galicia con Portugal y el resto de condados. Tras él vendrían sus hijas Elvira y Sancha, quienes se casaron con el rey Rogelio II de Sicilia y Rodrigo González de Lara, conde de Liébana, respectivamente. Murió de sobreparto de esta última.

Por disposición de Alfonso, Zaida fue enterrada en el Monasterio de San Benito de Sahagún, en la misma tumba donde más tarde yacerían su hijo y él mismo, trasladándose posteriormente al Panteón de Reyes de San Isidoro de León, donde existe una lápida con la inscripción: Reina Doña Isabel, esposa del Rey Alfonso, hija política del Rey de Sevilla, que antes se llamó Zaida.

El infante Sancho murió en la batalla de Uclés en 1108, a los catorce años, dos años después, y tras su matrimonio con Beatriz D'Este, después falleció el propio Alfonso VI. Tras cinco matrimonios y dos concubinatos -las relaciones incestuosas con su hermana Urraca merecen un aparte- no tuvo ningún hijo varón que le sucediera y la corona la heredaría Urraca, hija de su matrimonio con la reina Constanza de Borgoña.

En la lírica castellana de la época hay un bello poema dedicado al amor entre Alfonso VI y Zaida, un amor que desafió los convencionalismos y las tradiciones religiosas. El Cantar de la Mora Zayda. Su historia, de difícil biografía, parece de leyenda, no sólo porque existen lagunas históricas en su vida, sino porque fue muy amada por el rey Castilla. Zaida fue la mora que llegó a reinar Castilla cuando finalizaba el siglo XI junto a su amado el rey Alfonso VI, El Bravo.

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