El magnífico cordobés que trasladó los birretes a un modernizado Rabanales

Cordobeses en la historia

Amador Jover Moyano se bautizó en San Andrés, estudió en Ciudad Jardín, Noruega y Alemania, y regresó a la Universidad cordobesa para situarla en la vanguardia de las instituciones europeas

Imagen del cuadro de Amador Jover retratado como rector de la UCO.

22 de mayo 2011 - 01:00

EN aquel mayo del 36, la casa de la calle Mayor de Santa Marina 26 se llevaba el premio en el concurso de patios y la fuente de cartón piedra de Almacenes Hierro Aragón el de escaparates. Las "dianas floreadas" se afinaban para la primera Feria de la Salud organizada por Alianza Republicana. Su inauguración, en los Jardines de la Victoria, hizo confluir a autoridades republicanas como el alcalde Sánchez Badajoz o el ex director general de Prisiones Manuel Ruiz-Maya Briceño, con Ciriaco de Cascajo y Antonio Cañero.

Pero la conjunción de los astros estaba alineada con la Ciencia para que transcurrieran paralelos el nacimiento de un niño y el nombramiento de Rafael Castejón y Martínez de Arizala, como presidente de Honor de la Escuela de Veterinaria. Así, mientras se celebraba en el hotel Regina el homenaje al catedrático y arabista, llegaba al mundo Amador Jover Moyano. Fue quizá el primer signo del vínculo largo y fructífero que aquel chiquillo, bautizado en San Andrés, tendría con la Facultad germen de la Universidad de Córdoba. Era en la noche del 26 de mayo de 1936.

Carmen Moyano y Amador Jover vivían en la taberna de La Paz de Santa María de Gracia, propiedad de los padres de ella, donde el vino de su tierra, Montilla, y los higadillos hacían las delicias de flamencos y poetas como Ramón Medina. Allí pasó sus primeros años Amador y en San Andrés aprendió sus primeras letras, antes de pasar con 5 ó 6 años a los Maristas, donde destacó por sus notas, brillantísimas, en Matemáticas, mientras iban creciendo sus hermanos Carmen, Rosario y Tomás.

Cuando el muchacho tenía 16 años, vivían ya en la calle Albéniz, lindera con la avenida de Los Cuarteles y la Escuela de Veterinaria que terminó la República y estrenó la posguerra. Con un expediente inmejorable, a Amador le tocó inaugurar el primer Examen de Estado (Bachiller Superior) realizado en Córdoba. Fue de los escasísimos aprobados aún habiéndolo simultaneado con unas oposiciones a banca. Aquel verano, mientras seguía soñando con ser matemático, comenzó su labor docente y descubrió su vocación. El destino le llevó a la Escuela de Veterinaria cordobesa, ante la imposibilidad de marcharse y hacer Ciencias Exactas.

En 1958 cumplió con las milicias universitarias en Montejaque; un año más tarde obtuvo su licenciatura y, preparando la tesis doctoral, el profesor Satisteban depositó su confianza en él para sustituirle provisionalmente en el Departamento de Anatomía Patológica.

Aquel jovencísimo profesor, que había vivido sólo para los libros de Ciencias y Literatura, ya estaba impregnado del espíritu viajero que, con su Facultad, lo llevaría a dar el salto a Europa. El nivel de sus calificaciones le permitió seguir becado e iniciar su trabajo de investigación en Oslo, con 23 años, recalando más tarde en la ciudad de Hümmel, donde aprendió uno de los cinco idiomas que domina: el alemán. Allí descubrió igualmente una Europa técnicamente lejana a su Sur natal, por el que apostó cuando tuvo la oportunidad de ejercer su doctorado en Alemania. Impresionado, entre otras infraestructuras, por la sala de necropsias de la ciudad germana soñó con implantar algún día en su tierra aquellos métodos y tecnología.

De regreso a Córdoba, y obtenida la Cátedra de Anatomía Patológica, fue elegido Vicerrector de la UCO entre 1976 y 1980, año en que es proclamado decano de su Facultad hasta que en 1990 da el salto a ostentar el Rectorado hasta 1998. Son años decisivos para la Universidad de Córdoba, que ya se creó como tal en el curso 1972-73. La Veterinaria, decana, acogió en su edificio mudéjar a la Facultad de Ciencias y Medicina, sumándose éstas al ambiente multicultural que ya desde antiguo respiraba la escuela. En 1997, bajo su gestión, se celebró en Córdoba el 150 aniversario de la Facultad de Veterinaria, que inició su andadura como Colegio en 1847 en San Pedro. Al acto de apertura del curso 1997-98 asistieron los Reyes de España, como colofón de unas jornadas que aunaron distinciones tanto a Universidades de varios países cuanto a distinguidos cordobeses. En el siguiente gran homenaje, a Rafael Castejón, el busto que luce en los jardines fue descubierto por el niño que nacía cuando nombraron a aquel presidente de Honor de la Escuela de Veterinaria allá por el 36.

Su trayectoria está jalonada de innumerables reconocimientos e investiduras como Doctor Honoris Causa fuera y dentro de Europa, aunque su distinción más amada es la insignia de oro de los Maristas. Pero fueron otros grandes logros los que dejarían el nombre de Amador Jover escritos con letras de oro en la historia de la Universidad y de Córdoba, al ser artífice de la donación de los jardines de Juan Carlos I al barrio de Ciudad Jardín; del edificio de la Veterinaria al Rectorado y de la "salvación de la piqueta" y posterior recuperación de la antigua Universidad Laboral, hoy convertida en el Campus de Rabanales. Así, el Rector que comenzó sustituyendo un museo en "la Veterinaria" por la sala de necropsias que había envidiado en Hümmel, acabó dotando a Córdoba de un complejo académico superior al de muchas ciudades de Europa y Norteamérica, antes de dejar su despacho de rector, ubicado en el mismo lugar donde recibió su primera clase de Veterinaria, cuando aún soñaba con ser matemático.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último